Capítulo 28

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Los días de vaciones se han pasado volando y el siguiente mes igual, tranquilos tanto que parece que el único problema es tema de las becas, pero hago caso omiso, todo el mundo parece en paz en el colegio, sin olvidar, los tontos enfrentamientos míos con Matt en las prácticas que al final uno de los dos se va queriendo terminar la discusión. Es gratificante y lo hace con intención al ver su delatado hoyuelo al intentar de ocultar su genuina sonrisa. Ahí todo tranquilamente monótono.

El timbre lleva sonando aproximadamente unos cinco minutos y lo ignoro, me agarro mi cabello que ya largo de manera moderada y lo puedo hacer coleta sin que me estorbe en la cara. Despidiéndome del jodido mechón que se metía por la boca.

Capaz son los testigos de jehová. Sigo con mi duro trabajo de ignorar, ya que me asusta el entusiasmo y las ganas de vivir.

Me coloco una sudadera azul y me recuesto en mi cama mientras tiro la pelotita antiestress contra la pared.

Un momento a otro mi ventana se abre, me sobresalto, pero me calmo al ver a Matt entrar. Aunque de todas formas es malo.

—Ten un poco más de consideración puedo estar desnuda —me siento en forma de indio en mi cama con el ceño fruncido, Matt se encoje de hombros, restándole importancia al asunto.

—No es como si no hubiera visto —esta vez sonríe dejando al descubierto un hoyuelo. Impertinente.

—Me espías —no es una pregunta es una afirmación y al omento que le lanzo un almohadón, lo esquiva. 

—No, eso sería raro —reflexiona al momento de sentarse en el filo de la cama. — ¿por qué no abriste la puerta?

—Pensé que eran los testigos de jehová —suelto y me encojo de hombros. La pelota se cae bajo la cama, y ya no me levantaré a buscarla nunca más. Ahora se queda ahí. 

—Piensas tonterías —se acuesta dejando sus piernas en el aire. Simplemente observo su osadía.

—Y tú eres una —sonrío mostrando todos mis dientes, al igual como me enseñó mamá. Suelta una risilla entre dientes, cayendo en cuenta en un error.

—Es decir, me piensas —se sienta de nuevo a la par mía. Me recuesto en el respaldar de la cama para alejarme.

—No idiota, eres una tontería —trato de estamparle una almohada en la cara, sin embargo me la arrebata.

— ¿Tienes algo contra las almohadas o contra mí? —Levanta dos dedos señalando una respuesta. —al parecer hay que hablar sobre eso seriamente

—Sí, que miedo —simulo que tiemblo. Me miro las uñas. —Eres un quebrado Homo Sapiens, entre más te crees menos eres

—No comprendo —comenta haciendo una mueca.

— ¿Me puedes decir como pasas los exámenes? —bueno esa pregunta también yo misma me la hago. Pero nadie debe de saber.

—Yo me pregunto cómo paso de año —su comentario me hace reír. —bueno si entendí, y el que tu creas que soy más es tu problema, solo era para hacerte reír, vale la pena actuar como estúpido para poder escuchar tu risa

Como mi cerebro es un estúpido, y le cuesta hacer casos a mis órdenes porque le encanta que yo quede en ridículo, hace que mis mejillas se tiñen de rojo. Sonríe con algo que no puede distinguir ya que siempre lo hace con egocentrismo. Es un Narcisista cuando se lo propone.

— ¿Quién diría que detrás de esos buzos enormes escondes a alguien tierno?

—Que me dejes en vergüenza no significa que soy tierna —revuelo los ojos y susurro. —mierda

¿Eres tú? o ¿Soy yo?Where stories live. Discover now