Capítulo 13

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El único sonido que es audible son los golpecitos suaves que Matt da al volante con sus dedos de la mano izquierda y con la otra la mantiene en el volante. Claro, después de haber estrellado su auto crece una inseguridad en que eso pueda volver a suceder, pero lo único que puede sucederá aquí es un homicidio, ya mismo escribo en la ventana empañada por el frío "ayúdenme" con mi dedo índice para ver que conductor de cualquier auto se compadece de esta damisela en apuros y la salve.

Miro de reojo a Rowling que está combatiendo internamente en hablar o no, suelta un suspiro de rendimiento y en ese mismo instante; como si el destino estuviera de mi maldito lado por una vez en toda mi existencia, su celular comienza a sonar inundando el jeep con el típico sonido de llamada. Como le es posible saca su celular del bolsillo de su pantalón y contesta la llamada, yo respiro hondo y recuesto mi cabeza en la ventana que esta fría por el clima en el exterior.

—Hijo, quiero que vengas a casa lo más rápido posible —determina la voz de una mujer al otro lado de la línea y no hay que ser un genio para adivinar que es su madre. ¿Por qué quien más lo llamará hijo?

—Pero... —resopla Matt y coloca su celular en alta voz, una muy mala idea.

—No te he preguntado, le dije a tu tía que cuidaría de Axel, pero se me presentó una emergencia en el hospital y no se con quién dejarlo —su tono de voz es desesperado, esta mortificada.

—No, ¿me has visto apariencia de niñera? —pregunta el casi al borde de querer abrir la ventana y lanzar lejos su celular para no escuchar más las ordenes de su madre.

—No estoy para reclamos, te espero —cuelga sin esperar respuestas negativas de su primogénito.

Me muerdo la mejilla interna para no dejar escapar una sonrisa divertida.

El pasa una mano por su cabello estirándolo con fuerza, las ganas de reír son tan inevitables que las reprimo como si fueran un quejido.

—Creo que en otra ocasión —digo con aflicción casi realidad mientras él entrecierra los ojos al igual que yo para ver quién es el primero en intimidarse, y con el brillo de diversión que muestran estos, sabía que no tenía escapatoria. En su cara parece cruzar un evidente pensamiento maligno que me hará la jodida vida imposible.

—Claro que no, nuestra cita será cuidar a Axel, mi primo de cinco años. Así que prepárate para ver una maratón de Mickey Mouse —de ley este momento se va una de las peores cosas que me han pasado en la vida. Mi cara de espanto es peor que al ver un fantasma. Mi autoestima estaba al borde de tocar el suelo de lo feliz que estoy.

Matt curva los labios con la intención de ocultar su sonrisa burlesca, el espera verme irritada cosa que no se lo concedí. Revuelo los ojos y miro por la ventana percatando o es mi imaginación que las personas nos ganaban la delantera en la acera. Miro de reojo a Matt que frunce su ceño en concentración. La velocidad del vehículo falta para hacerme estallar.

Irritada, espeto. — ¿No puedes conducir más rápido?

—Conduzco perfectamente —me contradice, enojado.

—Nos traspasa —le aviso. Hago una pausa y remarco al ver la acera donde camina una anciana.  —La abuelita del andador

—No es mi culpa de que por alguien mi Jeep haya terminado en un taller —recalca como diciendo en mi cara: es tú culpa, perra.

Respiro hundo y vuelvo a ver por la ventana como las ancianas nos ganan como si estuvieran competiendo con el Jeep. Estoy tan ensimismada que no percato que el auto está aparcado al frente de la casa del Homo Sapiens, aunque de la manera que iba conduciendo no había diferencia estar estacionado o en marcha.

¿Eres tú? o ¿Soy yo?Onde histórias criam vida. Descubra agora