#1: El niño en mi cocina.

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Enero 17, 2018. Londres.

                   Los días en Londres eran completamente nublados, todo el mundo lo sabía, y las personas que recién estaba empezando a vivir allí se debían acostumbrar a eso. Es rara la vez cuando el sol aparece entre las nubes, y cuando lo hace, son días que se disfrutan al máximo. Y este era uno de esos días. Uno de esos días donde el sol imponía su presencia, abrigando a las personas.

La habitación estaba oscura, ya que las grandes cortinas impedían que la luz del sol se traspasara. Las paredes estaban pintadas de blanco, con algunos cuadros bastante caros colgados a una distancia considerable. La cama matrimonial estaba deshecha, y en el suelo se encontraba ropa esparcida por doquier. Y justo en medio de la pieza, en la cama, dos cuerpos desnudos estaban ahí, uno dormido, y el otro recién despertándose.

—Mierda —masculló el rizado, apartando las frazadas, intentando sentarse.

Miró a su alrededor sintiéndose confundido. No estaba en su cuarto, ni en su habitación de hotel, y por más que intentaba recordar, sólo venían recuerdos borrosos gracias a la gran cantidad de alcohol que ingirió, así que, no tenía ni la más remota idea de dónde estaba, qué había hecho, o con quién estaba.

Se giró con movimientos lentos mirando el cuerpo desnudo a su otro lado. No reconocía la espalda, ni los lunares sobre ésta, así que, levantándose se acercó para verle la cara al chico con el que se había acostado. Al llegar al otro lado, encontró su bóxer, se lo puso rápidamente, y miró a su acompañante.

El chico era rubio, con piel pálida, pero no era alguien de quien Harry recordara su nombre o si quiera su cara más que ahora. Por lo que, para evitar problemas después, buscó toda su ropa y se la colocó en un tiempo récord, saliendo de la habitación, que estaba seguro era de un hotel lujoso, como si nunca hubiese pasado la noche ahí.

Acomodó su cabello caminando por el amplio pasillo hasta llegar al ascensor. Algunas mucamas se le quedaban mirando, tanto por la impresión de un chico hermoso saliendo de una habitación, como la impresión de ver a un artista famoso salir de un hotel. Harry tocó el número uno, repetidas veces para que la puerta del ascensor se cerrara y no tuviese que compartirlo con nadie. Sus plegarias fueron escuchadas, hasta que llegó al primer piso.

Prácticamente corrió hasta la puerta del hotel para salir lo más rápido posible sin que nadie se diera cuenta de que alguna vez estuvo allí, pero fue brutalmente detenido por una gran cantidad de fotógrafos y entrevistadores, mirando por las puertas. Ellos estaban fuera del hotel, siendo detenidos sólo por las puertas de cristal y, quizá, algunos guardias. 

—Mierda, mierda, mierda, mierda —masculló Harry.

Un fotógrafo divisó a Harry antes de que él pudiera darse la vuelta y salir del hall.

—¡Harry! —gritó el fotógrafo— ¡Ahí está Harry Styles!

—Demonios.

—¡Harry! —gritaba otro fotógrafo, llamando su atención— ¡Hey, por aquí!

Los flashes le cegaban y los fotógrafos se aglomeraban en la puerta de cristal para conseguir una buena toma. El rizado se marchó de ahí, a un lugar donde nadie pudiese verle, entre unos pilares del hall del hotel. Si intentaba escapar por la puerta de atrás, como debió haber hecho antes, lo más probable es que le siguieran. No podía escapar por una ventana y si volvía a la habitación en donde despertó, tendría que lidiar con el chico, del cual, no recordaba su nombre. Y eso era lo menos que quería hacer.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Where stories live. Discover now