#10: La bruja del oeste.

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                                                                                                        —Es una lástima que estés castigado, Ben. 

El rizado menor suspiró con pesadez pasando sus pequeñas manos por su cara en un acto entre agotado y desesperado. Observó a Nina y asintió haciendo una mueca:—Papá no comprende de razones.

Nina lo miró con una sonrisa en los labios y pasó una mano por su espalda reconfortándolo. Ambos niños se encontraban sentados en la escalera, como hacían siempre que no tenían nada que hacer o estaban aburridos, pensando en algo para matar la tarde, no literalmente.

 —Estoy aburrido —Ben comentó, levantándose de la escalera, ayudando a Nina a levantarse también— ¿qué tal si hacemos algo?

—¿Algo como qué?

—No lo sé —Ben se encogió de hombros— que tal si... aún no he registrado toda la casa. ¿Damos un tour? Yo invito.

Nina soltó una risita y asintió con una sonrisa que hacía que sus pecas en su aniñada cara se iluminaran un poco. Ben bajó la escalera, rápidamente, seguido por Nina. Ellos realmente iban a dar ese tour, y a pesar de que el rizado menor había estado en esa casa desde alrededor de tres semanas, aún no la había recorrido por completo. Quedaban lugares por explorar, cosas por romper y aventuras por vivir.

La casa de Harry siempre fue muy grande, y Ben no comprendía por qué se compró una mansión si vivía solo. Él siempre pensó que las casas grandes eran para familias grandes, pero no para personas que vivía, prácticamente, solas y que, además, no pasaban mucho tiempo en ellas. Por lo que supuso, que su padre se había comprado esa casa para llenar algún vacío o sólo porque le parecía muy bonita. Él caminó por un lado de la escalera, el cual, jamás había visto. Escuchaba los pasos de Nina seguirle y el pequeño resplandor de sus zapatillas con luces que se prendían cada vez que pisaba.

Ben examinó el lugar por donde estaba caminando, él se sentía un poco como en Harry Potter, cuando Harry usa su capa de invisibilidad para entrar en la biblioteca prohibida, sólo que él no tenía una capa y esa no era una biblioteca. Por el contrario, era una especie de pasillo medio abandonado, en donde había puertas que no se enumeraban. Sólo eran puertas blancas, con pomos plateados, como casi todos en esa casa. 

—Revisemos esto —Nina comentó.

Ben asintió, colocando su pequeña mano en el pomo de la puerta, le sonrió a Nina y exclamó:—¡¿Qué tendremos en la compuerta número uno?!

La puerta se abrió con un chirrido, la luz se encendió automáticamente dejando ver el contenido del pequeño armario. Había chalecos, abrigos, pantalones, de diferentes colores, todos colgados bastante ordenados. Nina bufó por lo alto.

—Sólo es ropa. Pensé que sería algo más interesante.

—Bueno, hay más puertas que abrir —Ben comentó, encaminándose hacia la segunda puerta y repitiendo el proceso de la primera— ¡¿Y qué hay en la compuerta número dos?!

Esta vez, el pequeño armario tan sólo se abrió, y al igual que en el anterior, la luz se encendió sola. En el espacio, sólo había escobas, manteles, pañuelos, y cosas para limpiar el hogar, el baño, entre otras cosas.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora