#16: Memorias de un padre soltero.

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18 de abril, 2013. Doncaster

                Louis estaba más que asustado. Sus manos sudaban, y se mordía el labio con fuerza.

Llevaba alrededor de diez minutos intentando encontrar a Ben. El menor se había extraviado sólo por un pequeño desliz que tuvo Louis: él tan sólo se agachó a recoger un paquete de salsa que se le cayó de las manos, y Ben ya había desaparecido tan rápido como la luz, en un súper mercado. Un gran súper mercado.

Ambos habían dedicido salir a comprar al súper mercado más cercano de su hogar, Louis iba a todas partes con Ben ya que no lo podía dejar solo, a no ser que le contratara una niñera, pero eso no era factible porque: 1) Desconfiaba de ellas y 2) no tenía el dinero suficiente como para ese pequeño gasto, con suerte le alcanzaba para las compras del hogar y vestir a Ben —a veces con ayuda de su madre— pero a pesar de todo, a él no le molestaba para nada salir con Ben, el pequeño niño de ojos azules podía ser todo un personaje diciendo y haciendo cosas.

Volviendo al punto; Ben y Louis habían salido a comprar; además de necesitar algunas cosas para su casa, también, necesitaban cosas para hacer una cena para la madre de Louis ya que se encontraba de cumpleaños. 

Louis se movía de lado a lado, de pasillo a pasillo con el carrito de compras buscando a su hijo, él realmente estaba entrando en desesperación. No lo podía encontrar por ninguna parte. Ya estaba empezando a imaginar que su celular sonaría en cualquier  momento, y al contestar, en el otro lado de la línea se escucharía una voz trémula pidiéndole una suma exagerada de dinero a cambio de recuperar a su hijo sano y salvo, y no pieza por pieza. Louis estaba pensando ya en cómo iba a pagar esa suma de dinero.

—¡Ben! —Louis gritó alarmado, llamando la atención un poco de las personas alrededor— ¿dónde te metiste, enano?

Louis pasó por el pasillo de las pastas, de los útiles de aseo, y finalmente por la de los cereales. Una risa pequeña se escapó de los labios de Ben al ver los pies de su padre pasar por en frente de sí, él estaba escondido entre las cajas de cereal, era tan pequeño que cabía en un estante. Louis lo escuchó, y sonrió acercándose despacio.

—Oh, ¿dónde estará Ben? —comentó al aire, parando en frente de él.

Otra risita se escapó del menor, quien, en un vano esfuerzo de mantenerse callado, colocó sus pequeñas manitos en su boca amortiguando la sonrisa. Louis, sin embargo, se agachó hasta quedar a la altura en donde Ben estaba escondido y le sonrió:— ¡Aquí estás, enano!

—¡Papá!

El menor extendió los brazos abrazando a su padre por el cuello. Louis lo tomó, devolviéndole el abrazo fuertemente, los diez minutos en los que el menor se había perdido, fueron sin duda los peores diez minutos de toda su existencia.

—¡Ben! —Louis le frunció el ceño, mirándolo— casi me matas del susto. ¡No vuelvas a hacer eso jamás! ¿Entendido?

Ben sonrió mostrando sus hoyuelos, asintiendo obedientemente.

—Sí, papi.

—Muy bien, campeón —Louis lo colocó en el carrito— ahora, afírmate. Debemos seguir comprando algunas cosas.

Alrededor de unos veinte minutos más, Louis creyó que todo lo que llevaba era suficiente tanto para la cena, como para las cosas del hogar. El carrito iba a tope, y Louis rezaba en su interior que el dinero alcanzara para todo, aunque estaba casi cien por ciento seguro de que le sobraría. Ben aún estaba sentado en el carrito, e iba jugando entusiasmadamente con un par de cebollas hasta que pasaron por el sector de chocolates y dulces. Ben miró todo casi con hambre dejando caer la cebolla de vuelta al carro.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Where stories live. Discover now