#18: Adore you.

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                                A Harry siempre le habían llamado la atención las pequeñas manos de Louis.

Esas manos suaves, tiernas y cálidas; pero por sobre todo, le llamaba la atención la manera en la que sus propias manos cubrían las del castaño casi tapándolas por completo, eso siempre había sido así. Sin embargo, estaban hechas para él.

Y Harry lo sabía, porque cada vez que tomaba la mano de Louis se sentía bien, se sentía especial. Sentía unas pequeñas hormigas en la parte inferior de su espalda y jirafas en el estómago. Era extraño, pero también era una sensación única como todo lo era con Louis. Único.

Incluso, después de haber estado ocho años sin haberle tomado la mano o besándole, la sensación no se desvanecía con el tiempo, seguía ahí recordándole que amaba a Louis casi como amaba respirar.

Al terminar la cena en el restaurante, después de una ardua jornada de bailes raros al son de la rockola y de besos secretos, Harry y Louis decidieron que era suficiente y debían volver a casa.

Ambos caminaban por la entrada de la gran casa de Harry tomados de las manos, balanceándolas suavemente mientras conversaban de cosas triviales: intentaban salvar el mundo, a los animales y buscaban soluciones para una buena educación. Louis, dibujaba patrones en la mano de Harry con el pulgar al mismo tiempo en el que ellos se movían por el camino de piedra hasta la entrada; y esa pequeña caricia era la única cosa que mantenía a Harry con los pies en la tierra, y no lo hacía dudar de que era algún maldito sueño, sino, que era más real y que su pequeño Lou estaba con él otra vez.

A pesar de que no habían hablado exactamente de lo que eran —ya que después de haber coqueteado tanto y haberse besado, ellos efectivamente eran algo— Harry tenía la sensación de que pronto Louis sería suyo como lo fue hace mucho tiempo atrás.

Cuando Harry abrió la puerta de la casa, dejando pasar a Louis primero como un buen caballero, encontró a dos de sus personas favoritas durmiendo en el sofá frente al gran televisor. El canal que estaba puesto, era sin duda, para Ben. El rizado sonrió, mirando cómo Louis se acercaba a Charlotte y Ben. 

La ama de llaves tenía apoyada su cabeza en el respaldar del sofá, mientras que Ben estaba apoyado en el pecho de la mujer con una manta de Ben 10. Seguramente, ambos se habían dormido viendo la televisión. Louis sonrió, meciendo suavemente a Charlotte para despertarla.

—Charlotte, ya es hora de despertar.

La mujer abrió los ojos cansinamente, pestañeando repetidas veces. Miró a Louis, luego a Ben y le regaló una sonrisa adormecida. Harry se adelantó un poco para tomar a su pequeño hijo en brazos, sin despertarlo. Louis dejó un espacio prudente para que la mujer se levantara también y se estirara. 

—Louis —Harry llamó, el castaño lo miró interrogante— llevaré a Ben a su habitación.

El castaño alzó ambas cejas:—Oh, está bien.

Harry asintió caminando hacia las escaleras con su hijo en brazos. El pequeño Ben no se despertaba incluso cuando Harry lo acomodó mejor, las piernas colgaban en un brazo del rizado, y su pequeña cabeza estaba apoyada en el pecho del mayor, al mejor estilo de “recién casados”. Louis ladeó la cabeza, mirando cómo la fornida espalda de Harry desaparecía cada vez que subía un peldaño.

—Ben quería esperarlos despierto.

La voz de Charlotte hizo que Louis se volteara a verla. La mujer alisaba su polera, mientras intentaba sacar su delantal algo manchado. Su cabello estaba aplastado a un lado debido a que se había cargado ahí al dormirse en el sofá.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Where stories live. Discover now