#39: ¿Un nuevo integrante en la familia?

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                                               Pasados los cuatros días, en donde la feliz pareja tuvo su bien merecida luna de miel: llena de romanticismo, de amor y otras cosas más; volvieron a Londres. A su casa. Su dulce hogar. En donde su pequeño hijo los esperaba con emoción, y en donde todo parecía ser normal.

La relación de Louis y Harry era más fuerte que nunca; la luna de miel los había unido de una manera interesante y de todas las formas posibles, así que volvían felices, llenos de amor y con una pequeña sorpresa para Ben.

Al abrir la puerta, Harry hizo que Louis pasara primero. El castaño llevaba una maleta en sus manos y Harry llevaba el equipaje restante, ya que no quiso que Louis cargara con demasiado peso. Habían tenido una pequeña pelea respecto a eso; Louis reclamando porque no lo dejaba llevar cosas como si no tuviera los brazos buenos para hacerlo por él mismo y Harry respondiendo con excusas como: estás cansado, déjame ser un caballero”; a lo que Louis no sabía si responder con sarcasmo o besarlo ahí mismo. Pero no hizo ninguna de las dos cosas, sólo se limitó a sonreír como idiota.

Al entrar, dejaron todo en el suelo de la sala para ordenarlo posteriormente. Venían cansados y con pocas horas de dormir; detrás de ellos venía Stefan con la última cosa que la pareja le había pedido que llevara con sumo cuidado.

Charlotte apareció en la sala al sentir la puerta de la casa abrirse, con un mantel en manos, secándoselas. Algo tan típico que a Louis le pareció un poco extraño. Al verlos parados ahí, la mujer sonrió, extendiendo sus brazos para darle un abrazo a Harry y luego a Louis, el que correspondieron con gran entusiasmo.

—¡Me alegra tanto que hayan vuelto! —Charlotte sonrió— ¿Qué tal el viaje? ¿Han dormido? ¿Comieron algo?

—Es bueno verte también, nana —Louis comentó—. No hemos dormido, pero comimos antes de volver. ¿Dónde está Ben?

—Arriba —Charlotte empezó a caminar hacia las escaleras—, lo iré a buscar.

—Gracias, Charlotte.

El ama de llaves subió la escalera con una velocidad sorprendente para alguien de su edad; mientras que Harry se sacaba los zapatos, acomodándose, Louis aprovechó el momento para hablar con Stefan y tomar el pequeño regalo que traían para su adorado hijo.

—Louis —Stefan le habló, entregándole la caja— ¿no deberíamos sacarlo de aquí?

Louis asintió, escuchando el pequeño gemido del animal:— Debe estar muerto de sed. Pobre pequeño. ¿Puedes buscar un plato con agua?

—Claro, no hay problema.

Stefan se apresuró en ir hacia la cocina dejando a la pareja sola en la sala. Louis se agachó para abrir la caja y sacar al animal de ahí. El perrito de inmediato soltó un ladrido al ver la cara de su raptor. El castaño le sonrió, acariciando detrás de sus orejas haciendo que el pequeño maltés moviera la cola de un lado a otro, ganándose un gruñido de aceptación. Era adorable. 

Harry y Louis habían estado paseando por las calles de Venecia, tomados de las manos y bajo el ojo de cada persona que reconocía a Harry; ellos habían tenido un día muy especial y cuando iban por una de las calles principales, se encontraron a un pequeño niño que estaba regalando perros ya que él no los podía cuidar.

Louis se entusiasmó ante la idea del pequeño perro, sobre todo para Ben y también por la idea de constituir su familia con animal y todo. Harry, quien concedía todos los deseos de su amado y hablando un perfecto italiano, le dijo al niño que los regalaba, que le compraba uno. El niño aceptó encantado la oferta, ya que no esperaba dinero por ello. Le dio a la pareja el perrito más pequeño de los seis que regalaba. “Es muy juguetón” dijo el niño en italiano, “cuídenlo bien. Está con la primera vacuna al día”.  Harry le dio las gracias, pagándole y le entregó el pequeño perro a su esposo con una sonrisa de orgullo en su cara.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Where stories live. Discover now