17.

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Pase por mi cabeza dejando que aquella vestidura negra cayera en mis hombros. Un poco incómoda por el chaleco antibalas comencé a caminar chocando con Rubén que vestía de la misma forma.


—Esto me sienta bien— comenta señalándose así mismo— ¿Qué piensas?

—Te ves bien —dije dándole un beso en su mejilla —sin embargo, la situación que nos rodea. No lo es.

—Tranquila, todo irá bien. El pequeño Carl cuidará de nuestro hijo mientras estamos aquí ensuciándonos las manos— dice llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón — sabes... Cuando inició esto, me dije a mí mismo, que no dejaría que un mundo así no me cambiaría.

—Y no lo hará —le asegure.

—Ya no estoy tan seguro, de solo pensar en que le sucedió al hermano de Daryl. Me doy cuenta que no estoy hecho para tener otra perdida.

En respuesta solo enrede mis brazos en su cuerpo,
—Así es la vida ahora —susurre contra su pecho— pero con el tiempo nos acostumbraremos.

—No me quiero acostumbrar a ver morir a las personas que amo, ¿qué haré él día que te vayas?, no lo soportare —dice regresándome el abrazo con más fuerza.

—Nosotros no podemos morir ¿de acuerdo?—advierto con rabia en mis palabras— tú y yo no podemos morir. Seremos los únicos sobrevivientes en la tierra.


—¿Qué haremos él día que nos separemos?—pregunta débilmente.

—Encontrarnos. -



Separándonos de aquel abrazo, nos dimos una sonrisa llena de sinceridad para después salir ambos tomados de la mano; nos dedicamos observar cómo la camioneta donde iba, Hershel, Carl, Beth, y Judith, se alejaba lentamente hasta desaparecer de nuestra vista.



—Lucharemos hasta el final —afirmamos ambos.





~•••~




Con una sonrisa ambos tiramos las armas al suelo, y nos unimos en un abrazo donde Rubén rodeándome por la cintura me alzo por los aires y comenzó a dar vueltas.

—¡Estaremos bien! —grita a todo pulmón. Coloque mis manos en sus hombros a la par que sonreía con él— ¡Estaremos a salvo Agnes!


Sin borrar mi sonrisa uní mis labios con él, en un beso lleno de alegría y esperanza.  Dios ¿Hace cuánto no escuchaba la palabra a salvo?

Esto era sumamente reconfortante al saber que tenía una persona a mi lado, esperando por mi, que lucha por mi. Esto era demasiado... irreal.


—Te quiero —susurra sobre mis labios. Aún sin abrí los ojos sonreí de lado.

—Te quiero —repetí, siendo sincera.


Abriendo mis ojos, note como ese verde vivo brillaba a más no poder, en su rostro se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja y sin borrarla me bajo lentamente hasta que mis pies tocaron de nuevo en el suelo.

—Jamás imaginé que un Apocalipsis sería lo mejor que me podría a ver pasado —confiesa al igual que su agarre en mi cintura se hace más fuerte— ¿Cuánto me quieres?


Sus labios forman un puchero que hace que ría. Llevando mis manos a su cuello le hice una leve caricia provocando que cerrará sus ojos.


—Te quiero como para pisar las hojas secas del otoño si lo piensas bien, sería divertido e infantil, pero estando a tu lado es inevitable, también para salir a caminar y patear piedritas al mismo tiempo—confesé —Te quiero para poder escuchar tu risa toda la noche. Te quiero para querer a la antigua, ya sabes, con el alma y sin mirar hacia atrás.

—Me encanta tu personalidad— confiesa provocando que alce la mirada— Tan a la antigua, tan perfecta para mí.

—¿Aunque sea rara?

Rubén suelta una carcajada, mostrando sus hoyuelos. Este niega con la cabeza divertido.

—Tonta de eso se trata el amor, en dejar ver una persona como en realidad es.

Sorprendida por sus palabras me di cuenta que debía ser más valiente ante él, que debería admitirlo, que cuando me dedica una sonrisa subliminal, me sonrojo. Que cuando me guiñe el ojo y sostiene mi mano, me siento tan segura y insegura al mismo tiempo. 


Joder, Rubén y yo estábamos destinados a encontrarnos.

汽油Where stories live. Discover now