20.

879 82 12
                                    



»Las personas que llegan a tu vida, llegan, por algo.«







Sonreí a la par que veía a Ras saltar de un lado a otro, perseguía cualquier cosa que volara por el cielo, y cuando terminaba de ladrar, tomaba la pelota del suelo para volver caminar con ella.



Como si esperara que Rubén volviera a lanzársela.




—¿Has crecido bastante, no lo crees? —pregunte llamando su atención— para esta semana que a pasado te noto bastante alto.


El perro en su respuesta me da un gruñido como si mi comentario le hubiera ofendido, lo que me produce bastante gracia. Sin embargo el sonar de unas terceras pisadas nos hacen detener a ambos; y como si Ras supiera la situación se coloca enfrente mío, deja caer la pelota nuevamente al suelo a la par que gruñe mostrando sus dientes.



—¿Alguien? —pregunte en un susurro, notando como los árboles que me rodeaban parecían crecer de una manera exagerada provocando que me sintiera aún más pequeña, llevando mi mano a mi cintura busque con ella el mango de mi arma, que no fue difícil de encontrar, sin embargo no la retire de ahí— ¿Caminante o Persona?



—O ambos.



Gire asustada, pero antes de poder desenfundar mi arma, una mano me detuvo, un poco confusa enarque una ceja notando que su agarre no era brusco o con malas intensiones. Eleve de poco a poco mi mirada notando como un hombre de gorra, ojos azulados, y un poco más alto que yo, me observaba.



Raspberry sin dudarlo comenzó a jalarle de su largo abrigo color café, pero pareció importarle poco ante la acción de mi amigo. El ojiazul soltó mi muñeca provocando que mi compañero dejara de jalarlo.


—Hola —saluda —¿Cómo se llama? —señala a mi mascota.

Frunciendo mi ceño, respondí un leve —¿Qué? —es demasiado raro que una persona no quisiera atacarme o golpearme y que solo se detuviera a preguntarme cómo se llama un perro.


—¿Cómo se llama? —reitera agachándose a la estatura del animal, para acariciar su cabeza.


Raspberry.

El hombre suelta una risa mostrando que posee una voz más potente. Cruzándome de brazos al escuchar que se burlaba del nombre de mi perro, hice un puchero en mis labios.

—¿Qué resulta tan gracioso? —cuestione con cierta indignación.

—Es un nombre bastante... ¿Raro, extravagante?—dice sin borrar su sonrisa.

—¿Subnormal? —añado haciendo que ambos riéramos.


Deteniendo mi risa, note como el hombre se enderezaba nuevamente y sin decirle nada lo observe en busca de una pizca de maldad sobre sus actos, sorprendentemente no había ninguna.



—Se que no confías —dice dando un paso atrás—pero hace tiempo que no veía a una persona viva y a un perro. Y aunque suene sumamente extraño, solo vengo a saludar, mi nombre es Aiden Pearce pero me gusta más que me llamen por mi apellido.


汽油Donde viven las historias. Descúbrelo ahora