30.

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Si no luchamos, morimosdice Rick llevando sus manos a la caderaasí de sencillo.








Alce una vez más aquella lámina de metal a la par que Pearce la sostiene con el tronco de madera, una vez que terminamos el "muro" ambos con una sonrisa nos encaminamos nuevamente hacia donde se encuentra Rick y Rubén.



Esa horda, es lo suficientemente grande para destruir la comunidad que han construido, pero podemos desviarla.







—Podrá resistir lo suficiente para la horda—informe abrazando por la cadera a Rubén— Hemos terminado nuestro trabajo.




—Esta bien, Pearce se quedará conmigo para marcar los puntos donde guiará a la horda —añade Rick dándole una sonrisa sarcástica a Aiden— ¿no estarás muy cansado, verdad?




Pearce con una sonrisa sarcástica niega con la cabeza —Estoy en perfectas condiciones, señor Grimes. —responde— Es más, comencemos ahora mismo.





Ambos a zancadas grandes comenzaron a alejarse, sus pisadas eran rápidas, enarcando una ceja observe por donde ambos hombres caminaban con furia, Aiden adelantando sus pasos, avanzó un poco más que Rick haciendo que este aumentará su paso. Estos se observaron un par de segundos para que después se echaran a correr entre empujes y maldiciones.





—Ahí van dos niños pequeños —dice burlonamente Rubén provocando que alce mi mirada para verlo.— Tú y yo nos quedaremos en Alexandria, sin peros. Rick tiene aún equipo bastante bueno para que el plan funcione, así que tú te quedas conmigo.




—Si señor —finjo hacer una voz más grave para poder hacer un saludo como soldado. 




Lucharemos por Alexandria, yo les ayudaré. Podemos hacer historia añade Rick.



Después de una larga caminata, bajo el sol intenso. Rubén tomándome posesivamente de la cintura, y darle una mirada fulminante a Spencer, decidió llevarme hasta el pórtico de mi casa.

—Creo que debes dejar de dar sonrisas psicopatas—comente rascando mi nuca nerviosa.


—No importa, eres mía y que se joda Spencer —ataca encongiendose de hombros.



Negando divertida ante aquello, abrí la puerta de la casa, aunque esta se sintiera vacía por la ausencia de Aiden. Rubén le daba un aire más divertido.


Acostándose en el sofá esta dejo que saliera un largo suspiro —Creo que será extraño verme por aquí, pero Aiden se está tomando muy a pecho las competencias de Rick—comenta Rubén, asentí sentándome en otro sillón— esos dos terminaran de arrancarse el cabello uno al otro.


—Aiden es muy competitivo, pero no dañaría ni a una mosca —digo con una sonrisa— Pero en fin, siento raro ver a Pearce sonreír de manera psicopata cuando está compitiendo con Rick.



Rubén asiente dándome la razón, enderezándose de su lugar, palmeo a su lado para que me sentara junto a él, con una sonrisa me deje caer a su lado. El tiempo pasaba y sin embargo ambos nos manteníamos abrazados, sin decir nada.



—¿Puedo quedarme por hoy?



Su pregunta hace que con una ceja enarcada busque su mirada, con una sonrisa me acerqué a sus labios para besarlos lentamente, tratando de recordar el sabor de ellos.

Su mano que se mantenía en mi cintura, bajó hasta las caderas atrayéndome hacia él, e inevitablemente gemí ante la caricia que proporcionó en mi muslo, Rubén ahora dirigiendo mi cuerpo como si se tratara de una hoja de papel me coloca a horcadas arriba suyo, y así como sus movimientos fueron rápidos, comenzó a acariciar mi espalda.



Bajando mis besos hasta su cuello, proporcione una mordida en este ganándome un gemido por parte del rubio, -mi nombre se escuchaba tan bien envuelto en un gemido por parte de él-


Rubén levantándose, colocó ambas manos suyas en mi trasero para así sostener mi peso, y entre besos torpes. Subió las escaleras, con torpeza.


—Rubén —gemí su nombre cuando este dio un apretón en mi trasero.


Y como si hubiera sido una señal, abrió la primera puerta que encontró -que por suerte era mi habitación -me depósito en la cama, para después quitar de un movimiento sumamente salvaje mi blusa.


Esperando a que besara mis labios, gemí aún más cuando sus labios besaban mis senos aún con el sostén puesto.


Era una maldita tortura.



Arqueando mi espalda, este aprovechó la oportunidad de desabrochar mi sostén; sentir sus labios con mi piel era el jodido paraíso, en el momento en que aquella dureza se hizo presente en mi entrepierna, restregué mi parte intima con su erección provocando que Rubén dejara mis senos para poder lanzar una maldición.

Desesperado comenzó a desabrochar el botón de sus pantalones para después retíralos de una manera sumamente rápida, dispuesta a repetir su misma acción. Este tomo mis manos y las detuvo, con su lengua comenzó a bajar desde mi cuello, pasando por mis pechos, abdomen hasta llegar aún más abajo que a la par bajaba mis pantalones dejándome con solo unas bragas.


—Eres preciosa —susurra en voz ronca a la vez que retira mis bragas.

Con una sonrisa me recargue en mis antebrazos para poder darle un beso, en el momento en que su erección comenzó entrar en mi, mordí su labio inferior para después soltarlo y aferrarme a sus hombros.


—Más —pedí.


Y como si eso fuera una descarga que fuera directa a su polla, este comenzó a moverse aún más rápido, era demasiado erotico escuchar el sonido de nuestros cuerpos chocar en busca de conocernos aún más.



Mi nombre fue pronunciado en un grito, al igual que el suyo. Ambos llegamos al lugar donde solamente nosotros podemos conocer, sin embargo, Rubén antes de retirarse de mi, mordió mi cuello.


—Eres mía —susurra en mi oído.


Con una sonrisa asiento.


—Siempre tuya.

汽油Where stories live. Discover now