29.

602 61 6
                                    





Bostece a la par que me estiraba por un intento de mantenerme despierta. Parpadeo un par de veces notando como el moreno me da una mirada desaprobación.





—Lo siento —me disculpo apenada— ¿enserio estudiaste para ser padre?



—Ya te he dicho que si Agnes, ¿me seguirás preguntando lo mismo? —pregunta Gabriel rodeando los ojos.




—No seas aburrido —digo haciendo un puchero—, yo solo quería venir hablar contigo, pero en fin, me voy. Te dejo hablando con el señor.



—¡Más respeto niña! —regaña dándome un golpe en la cabeza con la Biblia— anda, vete. No dejas que lea la palabra de dios.



Más que apresurada, salí corriendo. Soltando un suspiro, camine por aquella acera donde aquel hombre que había llegado hace un par de horas entrenaba con un bastón de madera.




—Hola —le salude, este me responde con una sonrisa— ¿me puedes decir que haces?




—Eres muy curiosa —dice riendo, rodeo los ojos—¿estás aburrida?



—No —respondo incomoda, a la vez que hago un puchero— solamente quería venir hablar con alguien. Pero son muy groseros todos.




Antes de que Morgan pudiera contestar, alguien tomó de mi hombro haciéndome girar, Rubén me miraba desde arriba dándome una sonrisa. —Deja a Morgan, vamos a darte algo que hacer —dice provocando que haga un puchero y lo siga sin más. —¿Andas muy inquieta no?



—Déjame en paz, quiero tener en algo en que entretenerme —reproche saltando. —Quiero salir, pero Deanna no me lo permite, Raspberry anda jugando con unos niños desconocidos y me ignora.



—Los hijos crecen Agnes.



—¡Pero es mío! —dije fingiendo llanto provocando que Rubén me abrace, si dejar de caminar, cualquiera que nos viera estaría pensando que soy un saco de papas a lado de él —Debo hacer algo con mi vida.




—No te muevas tanto, ve a casa, date un baño y cuando vuelvas, haremos algo divertido ¿te parece? —pregunta dejándome en la puerta de mi casa.



—No.




Antes de poder huir de él, alguien me toma de la cintura obligándome a mantenerme quieta. —Yo me encargaré de ella, tranquilo— avisa Pearce dándole una sonrisa a Rubén, este asiente sin más y se aleja de nosotros a la par que Aiden entra a la casa.



—Es increíble que este tan segura para sentirme aburrida —respondo caminando a la cocina seguida del pelinegro.— Necesito jugar con Raspberry y me entero que ahora se la vive con los vecinos




—Suenas como una madre celosa, deja a Raspberry hacer amigos. Y mantente quieta, ya has desesperado a Rick, Morgan, hasta al padre Gabriel, es casi imposible desesperar a ese hombre pero ahora conozco a alguien que lo a logrado —dice colocándose enfrente mío. —La paz no dura para siempre Agnes, disfrútala mientras puedas.





Apretando los labios asentí, Aiden me tomo de lo hombros dándome una sonrisa.




—Pearce —lo llamo –¿Puedo darte un abrazo?




Este enarcando una ceja me atrae hacia él para envolverme en un cálido abrazo. Me agrada esto, Aiden es como un hermano para mí y al estar así me alegraba porque sabía que a pesar de todo me apoya y me soportaba.





—Espero que no acabe esta paz, nunca. —dije sobre su pecho.





—Espero lo mismo.

汽油Where stories live. Discover now