Capitulo 13

3.3K 271 3
                                    

El rato en el coche se hizo realmente rápido, en seguida estábamos en casa.

Cuando entramos, nos encontramos a mi padre y a mi madre, demasiado cerca y... oh dios, conocía esa mirada: era la que me hacía Milo y la que se hacía, en general, cuando se estaba locamente enamorado.

- No te preocupes -me dijo Milo, cogiéndome por los hombros, girándome hacia él para que no viera la escena-. Ve subiendo a tu habitación, yo cojo unas bebidas y en seguida estoy arriba, ¿qué te apetece?

Mis pensamientos me estaban matando, no podia pensar en qué quería para beber. Como si alguien me controlara con un mando a distancia, subí las escaleras hasta llegar a mi cuarto y me tumbé en la cama boca abajo. No podía pensar en nada más que mi padre volviendo a casa.

Pasó mucho tiempo hasta que Milo subió con una Coca Cola en una mano y una cerveza en la otra.

- No me has dicho que querías así que he pensado que un poco de alcohol te vendría bien.

Cogí la lata y le di un par de tragos, sin ganas.

- Les he hecho parar con su historia -explicó Milo- y si te sirve de algo, tu padre se ha ido. Tu madre me ha explicado que era él el que quería volver, pero que está en tus manos que lo haga. No quieren hacer nada que no quieras tú.

- Eso esta bien -le contesté yo, sin dejar un segundo de espacio entre su última frase y mi respuesta. No quería que siguiera-. Mi respuesta es no. No quiero que vuelva porque nos abandonó a los dos, y aunque ahora nos llevemos bien, él se fue por un motivo: yo, y ese motivo sigue vivo, así que se volvería a ir.

- Cualquier cosa que pienses me parece perfecta -Milo siempre me miraba de una manera que me derritía-. Te quiero, pastelito.

- Yo también te quiero -me encantaba que me llamara pastelito y sentía como si yo también le tuviera que llamar por un apodo, pero no se me ocurría ninguno. Le di otro par de tragos a la lata.

Ya más tranquilo que cuando entré por la puerta de mi habitación, abrí la carpeta con las hojas de apuntes hechas una porquería, y me puse a copiarlas de nuevo, con buena letra y organizando las ideas. Me pasé toda la tarde así, mientras Milo, silenciosamente, leía un libro de mi estantería.

- ¿Te estas enterando del libro? -le dije yo, mientras seguía escribiendo. Él cogió aire para contestar, pero lo interrumpí-. Esque es el tercero de una saga, si no te lees los dos anteriores, no te vas a enterar.

- Ah, vale -contestó el un poco avergonzado mientras volvía hacia la estantería.

- El primero de la saga es Legend. Esta aquí, mira -dije mientras me levantaba a cogerlo. Cuando le di el libro, le sonreí. No pude evitarlo. Y él me devolvió la sonrisa.

Volví a sentarme delante de la mesa y mi chico volvió a estirarse en mi cama.

- ¿Puedes quedarte a dormir hoy? Lo necesito. No te preocupes por mi madre, después de lo que he visto hoy, seguro que te deja.

- Me parece genial -le dió un vistazo a la cama donde estaba estirado, y siguió-. Aunque no sé si vamos a caber en esta cama tan pequeña.

- Si nos apretamos, sí.

Milo sonrió. Lo hizo como lo hacían todos los enamorados, como lo había hecho mi padre. Empezaba a tener dudas de si debía dejar que volviera a casa o no, pero era un momento demasiado bonito como para estropearlo volviéndo a sacar ese tema.

¿Gay? Yo noWhere stories live. Discover now