Capitulo 14

3.2K 253 9
                                    

Tan sólo era la segunda vez que dormíamos en la misma cama. Nuestros cuerpos se montaban, un poco, uno encima del otro. Esa noche no hicimos nada más que dormir, en silencio y tranquilamente.

Cuando empezaron a entrar los rayos de sol por la ventana abierta de mi habitación, en seguida me desperté. Miré a mi izquierda y ahí lo vi, con los ojos cerrados y su reconocible expresión de angel que nunca ha roto un plato. Me quedé un rato mirándolo hasta que mi barriga gruñó, entonces le di un beso en la mejilla y le susurré los buenos días; hacía tiempo que me había dado cuenta que estaba despierto. Los chicos dormidos no abren un poco los ojos para ver qué pasa a su alrededor.

Cerré la puerta lentamente para no desvelarlo. Mientras iba hacia el comedor a prepararme el desayuno, me pareció oír la voz de mi padre así que intenté evitar el ruido para que no se diera cuenta que estaba espiando.

- Te quiero y siempre lo haré, a pesar de lo que diga nuestro hijo. -¿Nuestro? ¿A caso estaba hablando con mi madre?

- Yo también te quiero Shawn -sí, esa voz era de mamá, ¿pero por qué? ¿por qué lo seguía queriendo a pesar de lo que nos hizo?-. Puedo ayudar a Diego a que se independice, ya es mayor de edad. Le pagaré la casa y todo lo que necesite, y tú podrás dormir en mi habitación sin que nadie se moleste.

¿Mi madre me quería echar de casa? No me podía estar pasando eso, no con ella. Creía que me quería, pero ahora ya no. Oí unos pasos por detrás y me giré tan rápido que tiré un jarrón al suelo, rompiéndolo en pedazos. No me llegué a fijar en quién era la persona que se me acercaba lentamente por detrás, las lágrimas no me dejaban ver con claridad, ¿puede que fuera Shawn? Pero no... demasiado flaco para ser mi padre, ¿puede que fuera Milo? No lo sabía, vi entrar en el pasillo a mi supuesta madre y me asusté, la empujé para pasar por la puerta del pasillo y me fui corriendo hacia la puerta principal, chocando con el sofá y algunas sillas. Cuando ya había salido de esa casa que ya no parecía la mia, estaba llena de gritos, puede que de desesperación o puede que de castigo, no me fijé, cogí torpemente el movil y llamé a Tris, sonó un par de veces y lo cogió.

- ¿Si? Diego, ¿qué quieres? -contestó desdel otro lado de la línea- Son las 8 de la mañana, creo.

- ¿Puedo quedarme algun tiempo en tu casa? -le pregunté desesperado-. No preguntes, por favor.

- Supongo que si.

- Mil gracias, pues ya vengo a tu casa, ¿vale?

- Esta bien, supongo.

Me sequé las lágrimas, algunas de dolor por los golpes y otras del dolor que me habían causado los comentarios de mi madre y me fui corriendo hacia la casa de mi mejor amiga, siempre podia contar con ella.

▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪

Allí estaba, delante de la casa de Tris, pero era incapaz de tocar el timbre, me moría de vergüenza. Oí unos pasos detrás de mi, como si alguien estuviera corriendo, me giré y era Milo. Me había olvidado completamente de él, lo había dejado sólo en ese infierno de casa.

- ¿Gracias, eh? -dijo él. No sabía qué especie de tono hacía, puede que estuviera enfadado, puede que contento... pero parecía más la primera opción-. Me has dejado sólo, me has abandonado. ¿Qué ha sido eso de empujar a tu madre? Me lo han explicado, no te iban a abandonar ni nada por el estilo. Son adultos, y tú también. Tienen derecho a hacer lo que les dé la gana, si quieren volver porque se quieren, ¿quién eres tú para negárselo?

- ¿Su hijo, quizá? Y... ¿A caso se han preocupado para saber mi opinión sobre eso? Ese hombre nos abandonó, y ahora quiere volver con mi madre... ¿A caso fue él quien la estuvo consolando durante semanas? Porque yo sí que lo hice, a pesar de estar muriéndome por dentro porque mi madre estaba sufriendo por mi culpa, por culpa de que no los podré hacer abuelos, ni traer la novia a casa, porque tú eres la novia. Te quiero muchísimo, pero no vamos a tener un hijo que nos quiera, ni nada de eso que hacen las parejas normales. ¿Quién nos encerrará en una residencia cuando seamos mayores? -Milo sonrió levemente, pero yo seguí- ¿Quien nos dirá "Papá, préstame dinero que estoy en un lío"?

- Nuestra vida va a ser diferente. Puede que no tengamos hijos, pero nos tendremos el uno al otro. Yo puedo ser tu papi, si quieres -dijo Milo mientras soltaba una carcajada, y un segundo después, se unió la mía.

- Esta bien papis. Ahora entrad, quiero hablar con vosotros.

Ambos nos giramos hacia la entrada de la casa, no nos habíamos dado cuenta de que la chica estaba en la puerta, escuchando todo lo que decíamos, con los brazos cruzados, esperando a que termináramos para entrar. Se puso a reír a carcajadas.

-  ¿Ves, Pastelito? -dijo Milo risueño-Las cosas se resuelven así. Aunque no tengo ni idea de cómo hemos llegado a éste tema.

- Te quiero, Papi.

- Te quiero, Pastelito.

¿Gay? Yo noWhere stories live. Discover now