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Esa misma noche, Henry comenzó a llorar, pero algo no iba bien. Intenté de todo pero nada lograba calmarlo, todo el día y parte de la noche estuvo así. Un día fue a visitarnos Granny, una vecina de alrededor de 60 años, se dio cuenta de lo que le pasaba a Henry y dijo que tal ves podría tener cólicos. No tenía porque asustarme, era normal en niños que jalan mucho aire al comer y le dio a mamá unos consejos para disminuir las molestias.
Pasaron un par de semanas y Henry había mejorado, ya no lloraba tan seguido, pero aún asi mi mamá quería llevarlo al médico. Por las mañanas él bebé y yo nos quedabamos solos, pues mis papás salían a trabajar y mis hermanos estaban en la escuela. Era muy temprano y yo aproveché para acomodar la ropa de Henry mientras él dormía, cuándo llamaron a la puerta, me pareció muy extraño porque la mayoría de las personas trabajan por la mañana.
Abrí la puerta y ahí estaba, parado frente a la puerta, con un brazo recargado sobre el marco, a quién le estuve ocultando a Henry durante todo este tiempo.
-Hola, amor- se había cortado el pelo, parecía diferente.
-Killlian-
-¿No me invitas a entrar?- dio un par de pasos hacia mi, pero lo detuve.
-Mejor vamos a caminar- tomé mi bolso del perchero y traté de salir.
-Mejor tomamos un café dentro, ¿te parece?- no le podía decir que no,  abrí la puerta y entré primero. Aventé toda la ropa que había doblado y escondí las cosas del bebé que estaban a simple vista, entré a la cocina lo más rápido que pude e hice lo mismo, como Killian estaba detrás de mi no veía lo que él hacía.
-Muchas mujeres odian ésta cosa- volteé rápido para ver a que se refería.
-¡Oh si, son una verdadera pesadilla!- era un aparato de plástico que ayuda a sacar la leche materna, me di cuenta de mi gravisimo error y miré a Killian.
-¿Puedo conocerlo?-
-Claro- asentí suavemente y lo llevé a la planta de arriba. Entramos a la habitación dónde Henry dormía y Killian se recostó junto a él.
-Tuvo cólicos toda la noche- también me recosté junto al bebé y comencé a dejar caricias en su pancita.
-¿Puedo ser el padrino? 
-Claro que si- mis labios se curvaron en una ligera sonrisa-¿Cómo lo supiste? -
-Ruby me lo dijo, no quería creerle, quería decirle que no era cierto,  pero primero tenía que venir a verte.
-De verdad quería decirte, pero no sabía cómo.
-No tienes que darme explicaciones, amor.
-¿Qué dices si dejo a Henry con Granny y vamos a dar una vuelta?
-Creo que es una buena idea.
Llamé a Granny para saber si no había problema para que cuidara a Henry, dijo que no, Henry era un niño muy tranquilo y además Granny lo quería demasiado.

Love, Emma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora