22

115 9 2
                                    

El día del entierro no fue nada fácil para mi, ver como él primer hombre al que amé quedaba cuatro metros debajo de la tierra se llevaba gran parte de mi corazón, sentí que una parte de mi murió junto con papá.

Mi mamá estaba deshecha, y cómo no estarlo, si tu amor verdadero se iría para jamás volver, por otra parte Henry nunca nos dejo solas, siempre abrazaba a mi mamá o a mi, mi pobre bebé quería ser fuerte, quiera ser él hombre de la casa, pero no pudo; en cuanto vio a su abuelo siendo cubierto por la tierra, escondió su cara en mi pecho y empezó a llorar como nunca antes había hecho.  

-Mamá... ¿me podrías dejar unos minutos con papá?-

-Claro que si, cariño- tomó a Henry de la mano y lo llevó a donde estaba toda la familia.

Me quedé viendo las flores que le habían llevado, la mayoría tenían una tarjeta con hermosas palabras que expresaban cariño, mucha gente lo apreciaba, por lo que casi todo el pueblo fue l funeral. Mientras seguía viendo las flores, me encontré con algo que llamó mucho mi atención, era un pequeño peluche en forma de osito con una tarjeta "Con todo mi cariño, Killian". Tomé al peluche con cuidado y lo acaricié pensando en que sería bueno tener a Killian aquí; escuche que alguien se acercaba a mi, giré mi cabeza y ahí estaba él, con su traje negro y las manos metidas en los bolsillos del pantalón.

-Hola- 

-¿En serio?- moví la mano done tenia al oso y lo miré a los ojos.

-Si- sus labios se curvaron en una leve sonrisa, pero de momento la sonrisa desapareció- Cuando me enteré, los años se me fueron, yo era un jodido niño de nuevo- sus ojos se comenzaban a cristalizar, pero Killian Jones nunca lloraba en público- Es heroico adorar a ese increíble papá que tenias.

Sentía que mis ojos estallarían por todas las lágrimas que había acumulado, traté de sonreirle pero parecía una mueca forzada más que una sonrisa, él hizo algo gracioso con el oso a lo que no pude evitar soltar una carcajada acompañada de unas lágrimas.

-Lo siento- los dos reíamos, era lo que necesitaba, una pequeña pizca de felicidad lo miré a los ojos.

-Nunca llegué a despedirme- en ese momento estallé en llanto

-Oye, ven aquí, ven aquí- se acercó y me abrazó lo más fuerte que pudo, me acariciaba la espalda de arriba a abajo tratando de hacer que me calmara y susurrándome al oído cosas tranquilizadoras, yo no podía dejar de llorar, pero de alguna manera me tranquilizaba estar entre sus brazos, todo estaba bien, hasta que Neal apareció.

-¡Oye, oye!¡Las manos fuera de mi mujer!- Killian me soltó y Neal rodeó mi cuello con su brazo- Eh estando hablando con tu prima, ella es tan aburrida- parecía que le sacaba provecho a esta situación, Killian lo miró fijamente.

-¿En cerio?¿Estas aburrido?- creo que se comenzaba a enojar, Neal se quitó los lentes obscuros que traía puestos hasta ese momento y fingió que se limpiaba una lágrima.   

-Hallo los funerales realmente difíciles, Killian.

-Ah, porque Emma, quiero decir; la esta pasando en grande.

-¿Sabes que?¡Púdrete!

-¡Neal, ya basta!- lo mire aún con los ojos llorosos.

-Gracias por venir. Los dos realmente apreciamos tu apoyo- sin decir más, Neal prácticamente me arrastro lejos de Killian, miré por encima de mi hombro y vi a Killian parado con el oso en la mano.

Los días pasaban normalmente, ya no lloraba por la muerte de mi padre y mi mamá se mudó a un pequeño departamento cerca de nuestra casa. 

Era un lunes por la mañana cuando el cartero pasaba a la casa, bajé corriendo las escaleras en busca de la correspondencia, pero tuve que desviarme de mi objetivo inicial ya que Henry me pedía a gritos que le diese su amado jersey de la Guerra de las Galaxias, una vez que se lo di, baje de nuevo por la correspondencia pero me encontré a Neal recogiéndola.

-¿Hay algo para mi?- él estaba de espaldas a mi pero, justo cuando me escuchó se volteo.

-Eh, si, solo esta- tomé el sobre amarillo y leí el remitente.

-Es de mi papá, de Francia, el día antes de morir-

-¡Oh, Dios! no leas eso-

-¿Qué?-

-Bueno, quiero decir, te pondrá triste-

-Ya lo estoy- lo miré y lentamente regresé mi vista al sobre que tenia entre mis manos.

-¿Quieres que falte al trabajo y me quede contigo?- 

-Curiosamente, no- 

-Bueno, llámame si necesitas algo, ¿si?- asentí y sin más salió de la casa, yo me quedé ahí parada sin despegar la vista del sobre, subí las escaleras y esperé a que Henry fuera a la escuela. Quería leer la carta de mi padre a solas, sin que nadie me molestara; me preparé una taza de té y abrí el sobre, en el había una fotografía de mis padres, se veían muy felices.

"Querida Emma, no puedo creerlo. Aquí estoy, por fin, caminando por la costa del Mediterráneo. He perdido la cuenta de los años que llevo esperando este momento, de alguna manera la vida se interpuso en el camino, y todo era bueno, no me arrepiento ni un minuto de ello, pero nos olvidamos de nuestros sueños a nuestro propio riesgo. 

Yo se que tu también tenias tus propios sueños y se que sientes que se han ido para siempre, pero estoy muy orgulloso de ti, de la mujer en la que te has convertido, Emma, de la maravillosa madre que has sido para Henry. Lo que alguna vez dije sobre ti, sigue siendo cierto, no hay nada que no puedas hacer, si pones tu mente en ello. Así que sigue persiguiendo tus sueños, ¿quieres, cariño? Hazlo por mi.

Papá"









Love, Emma.Where stories live. Discover now