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Había pasado una semana desde lo ocurrido.

No se había molestado en hacer una denuncia o algo, ni siquiera se lo había contado a alguien por miedo a que eso le sucediera o incluso algo peor. Estaba paranoico, había cerrado todas sus ventanas y tampoco había salido a caminar como acostumbraba. Estaba mal.

Dejo caer el plato al suelo cuando escucho como alguien tocaba la puerta principal. Arrastró a un costado los pedazo de cerámica y caminó hasta la puerta indeciso si sobre debía abrirla o no.

La abrió.

Se sorprendió al ver que se trataba del azabache, Shadow. ¿Qué hacía aquí?

— Hola Sonic. — Saludo el mayor con una pequeña sonrisa en su rostro.  El azul sonrió disgustado y desconfiado, ¿cómo sabía donde vivía? ¿Y qué hacía aquí?

— ¿Qué haces aquí? — Espeto el ojos verdes sin ninguna delicadeza.

— Han... Tu me invitaste, ¿recuerdas? — Pregunto a modo de respuesta un poco confundido el azabache. Por supuesto que no lo había hecho. — La última vez que nos vimos me diste tu dirección para se te visitara.

— ¿Lo hice? — Pregunto ahora confundido el ojos verdes, creía que si lo había hecho pero seguramente lo había olvidado por todo lo que pasó.

El azul realmente no lo había hecho. Shadow sabia que él estaría tan fuera de sí que pensaría que realmente lo hizo, aun cuando no era verdad. Solo estaba poniendo en marcha su plan para acercarse.

— Oh, bien adelante. — Dijo el erizo azul mientras se hacía a un lado permitiéndole al ojos carmín entrar, luego cerró la puerta. — ¿Quieres algo de beber? ¿Café?

— Café, gracias.

El ambiente en la sala era tenso y nítido e incómodo como cualquier otro con estas características, pero al parecer ninguno de los dos erizos lo notaban, uno por qué ya estaba acostumbrado a este tipo de cosas; luego de que pasas veintiséis años en estas condiciones aprendes a convivir con ellas, te vuelves frío. Y el otro, el otro ni siquiera sabía lo que quería o como se sentía; estaba fuera de sí.

Ausente.

— ¿Y cómo has estado? Hace unos días que no vas al parque. — Dijo el azabache intentando sacar un tema.

— Han... Bien, supongo. — Respondió el azul mientras se sentaba en el sillón que estaba en frente del que donde estaba el azabache.

— ¿Supones? — Pregunto el azabache mientras fruncía el ceño y dejaba la taza de café sobre la mesa de centro. Ya estaba por sacar su carta maestra. — ¿Te sucede algo, Sonic?

— ¿Uh? No, no, nada... — Respondió el erizo azul mientras mantenía la mirada fija sobre el oscuro líquido que contenía la taza de cerámica, conteniendo las lágrimas. El azabache se acercó al ojos verdes y de manera rápida le quitó la taza de las manos; para luego estar cara a cara con él.

— No sabes mentir; te sucede algo — Sentenció con voz baja el azabache mientras seguía mirando esos ojos verdes que lo enloquecía, más de lo que ya estaba. Sería tan fácil besarle ahora. — Puedes confiar en mi Sonic.

— Y-yo... — No pudo más. Llevo sus manos a su cara para ocultar el hecho de que las lágrimas empezaron a salir — Hace u-una semana llegó un paquete y... ¡Él estaba ahí!

Realmente lamentaba no haber abierto la puerta cuando el albino se lo pidió, esto no hubiera ocurrido, él no habría salido de casa... No hubiera muerto, ¡Su cabeza cortada no habría llegado en una caja! Se sentía la peor persona del mundo.

El ojos carmín sonrió para sus adentros cuando vio la reacción de azul; estaba funcionando, lo estaba quebrando poco a poco. El dolía un poco verlo así pero, tenía que hacerlo si quería que solo fuera suyo.

Se levantó de su asiento y se acerco al ojos verdes, rodeando su cuerpo con sus propios brazos, su cuerpo temblaba levemente por el miedo. Apoyo su mentón en el hombro del erizo y inhaló aire, trayendo con su el aroma que desprendía el menor; menta.

— Eso es terrible... — Susurro con falsa compasión el ojos carmín mientras hacía círculos en la espalda del menor.

— Tengo miedo, ¿Que tal si después viene por mi? — Dijo entre sollozos en azul a la vez que recordaba la nota que había en la caja, ¿Y si le hacía lo mismo a Tails?

— Eso no pasara, yo te protegeré Sonic — Tomo al mencionado de los hombros y volvió a mirarlo a los ojos. Podía ver el pavor que reflejaban. — Así tenga que mudarme no dejare que te ocurra nada, confía en mí, nada te pasara cuando yo esté cerca... Pasaré la noche aquí.

— Pero. — No pudo terminar su frase cuando el azabache lo volvió a envolver en sus brazos. Debía admitirlo; se sentía seguro en sus brazos y estaba muy asustado como para quedarse otra noche solo y en vela por el miedo. — De acuerdo, gracias por hacer esto, confiare en ti, Shadow...

— Nada te pasara... — Una sonrisa estaba plantada en su rostro, era una grande que alcanzaba a mostrar sus dientes.

Había funcionado.


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