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  — ¡Y una mierda! — Exclamó a los aires el equidna con frustración, arrancando una de las fotos que estaban sujetas a la pared, mirándola con atención. La imagen tranquila de aquel erizo plateado se mostraba en la foto.

Tomo otra foto, en la cual se veía el rostro de un erizo joven de ojos color esmeralda verde, más abajo se veían perfectamente las palabras escritas en lapicero rojo; 'Desaparecido', era frustrante emocionalmente también por el hecho de que no hace mucho una de sus amigos más cercanos había sido carbonizado, ni siquiera habían encontrado su lengua.

Quizás, sería momento de archivar el caso, por ahora, necesitaba un respiro luego de 4 años.

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— Hey, Sonic. — Llamó el ojos carmín mientras sacudía al mencionado, quien solo se dedicaba a estar durmiendo con una sábana gruesa sobre su cuerpo. Volvió a sacudirlo un poco más fuerte logrando así que uno de sus brazos saliera de entre la sabana, mostrando un color más pálido del que había tenido una vez, antes de conocerlo, incluso había una muy viejas cicatrices.

Demasiadas.

Resignado, llevó su mano hasta la nariz del contrario, apretándole lo suficiente como para que el aire no pasará, solo bastaron unos segundos antes de que el azul se estremeciera en su lugar y luego se incorporará exaltado en su lugar. Jadeante y mirándolo con algo de miedo por lo sucedido. Sus labios se abrieron con sorpresa cuando el ojos carmín se sentó sobre su abdomen, impidiéndole gradualmente respirar. Pero no se quejo.

— ¿Sabes que hora es? — Preguntó despreocupado el azabache. Busco con su mirada el reloj de mesa que estaba a un costado de la cama.

5:47 AM°

Así es. — Dijo él, aun sin mirarlo, solo miraba el reloj sobre la pequeña mesa. El ojos verdes tragó saliva, se había retrasado, demasiado.  Media hora tarde, ¿Tienes alguna excusa?

Era tan cínico.

— Me hiciste estar despierto hasta tarde anoche.  — Respondió en seco, notando como una sonrisa arrogante se dibujaba en el rostro del ojos carmín; recordando todo lo que le había obligado a hacer.

Habían pequeños moretones en su cuello desde el día antepasado, ayer por otro lado le había obligado a llevar un collar ajustado; el cual también había dejado su marca. Ni siquiera entendía el propósito por el cual lo debía usar, pero, tampoco recibir un castigo por haberse rehusado a cumplir alguna orden.

Su conciencia despertó de golpe cuando sintió como su mano era levantada por el azabache, llevándola hasta su boca y mordiendo suavemente su dedo índice, una escalofrío recorrió su brazo y acabó en su espalda baja. El mayor continuó mordiendo su dedo sin apartar la mirada por unos dos minutos, luego comenzó a subir por su brazo dejando atrás un camino conformado por pequeñas mordidas en este.

Una vez que llegó a su hombro cambio de estrategia, reemplazando las mordidas por ligeros besos, a este punto el cobalto solo se aferraba al brazo del contrario en un intento de controlar sus jadeos; sentía perfectamente el pulso acelerado de su cuello en sus labios. Subió por su mandíbula hasta sus labios acorazonados y deposito un corto beso, volvió a descender por su cuello en donde, sin dar aviso, mordió con suficiente fuerza; causando que el cobalto clavara sus uñas en su brazo y dejara salir un gemido de dolor y ligero placer.

Apretó sus dientes antes de hablar: — Shadow, por favor. — Rogó entre jadeos, mientras flexionaba sus piernas en un intento de conseguir fricción, solo un poco, pero no consiguió nada ya que a la altura en la que estaba el azabache estaba lejos del alcance de su miembro. Una desagradable sensación empezaba a formarse en su ingle. 

  — Hm, ¿Tan necesitado estas? — Disfrutaba verlo en ese estado, ni siquiera lo había tocado como se debía y ya se encontraba suplicando. Pero esta vez seria amable y cumpliría. Relamio sus labios antes continuar:   — Como desees.

Descendió sobre su cuerpo y se deshizo de las sabanas color vino, dejando al descubierto el cuerpo del cobalto, no se sorprendió cuando notó que estaba completamente desnudo pues reduce las molestias que tendría que tomarse. Elevo una de las piernas del ojos verdes hasta hacerla quedar sobre su hombro, dándole más acceso, rozo su nariz contra su piel mientras se acomodaba en mejor posición; noto como sus ojos estaban bañados en necesidad y lujuria.

Simplemente magnifico ante sus ojos. 

No espero más: empujo sus caderas hacia adelante, presionando con su miembro la entrada del contrario e inmediatamente sintió sus temblores a través de su pierna, no le importo mucho y entro de golpe, después de todo era algo que había practicado muchas veces. Un gemido de dolor se hizo presente en la habitación cuando el azabache dio la primera estocada, seguida muy de cerca por las lágrimas que bajaban por sus mejillas, a la cuarta estocada sus gemidos se habían transformado de dolor a placer, ahora sus uñas se clavaban en el colchón.

Ya hace mucho que su sueño se había cumplido, mucho tiempo en realidad, sin embargo no dejaba de extasiarse que tomaba al ojos verdes entre sus manos, era tan fácil de manipular. Movió de manera brusca y sorpresiva el cuerpo del cobalto para que quedara boca abajo, con el tórax contra el colchón y las piernas flexionadas dejando sus caderas al aire. Volvió a entrar pero esta vez se enfocó en formar círculos invisibles con sus caderas mientras apoyaba sus manos con fuerza sobre los hombros del otro, provocando cosquillas y espasmos leves al cobalto, pero no eran desagradables satisfactorios.

Arqueo su espalda cuando las uñas del ojos carmín se clavaron con fuerza sobre su piel, arrastrandolas hasta sus caderas donde se sujetó con fuerza y presiono con más fuerza, estaba más que seguro de que eso iba a dejar varias marcas. No paso mucho más cuando los movimientos del azabache se volvieron más rápidos y algo erráticos, un nudo se había formado en su ingle.

  — ¡Shadow! — Exclamó entre jadeos, informado al mencionado que no en mucho se vendría.

  — ¡Ni se te ocurra! — Bravo, deteniendo su ritmo y retrasando así el orgasmo del ojos verdes. Llevó su mano derecha hasta la base del miembro y apretó con suficiente fuerza, sacando otro gemido de sus labios, tomó con su mano izquierda unas púas y las jalo hacia arriba hasta que su cabeza quedara apoyada en su hombro, todo su rostro estaba sonrojado y sus ojos estaban cristalizados por puro placer. Pasó su lengua por encima de sus labios, inmediatamente fue recibido por él. Pronto volvió a seguir con sus movimientos reactivando el dejado orgasmo del menor, muy por debajo noto los ojos carmesí del azabache, luego escucho su voz ronca: — Correte.

Una última estocada fue la que bastó para que finalmente aquel nudo en su cuerpo se disipara de golpe dejando atrás una sensación de éxtasis y comodidad, comodidad que fue interrumpida cuando sintió un líquido tibio descender por el interior de sus piernas, era incomodo. Cuando finalmente el mayor se separó de su cuerpo se desplomo sobre el colchón boca arriba, su pecho subía y baja de manera rápida, colocó su brazo por encima de sus ojos para tapar la molesta luz que estaba por la ventana y daba justo en su rostro.

Duró unos minutos así hasta que escuchó el inconfundible sonido de un flash activándose, apartó su brazo y se encontró con la imagen del azabache con una cámara costosa entre manos; exponiendo completamente su cuerpo marcado y lleno por una que otra cicatriz, tenía una sonrisa burlona en el rostro, agito la cámara entre su mano derecha y hablo:

  —  Esta es buena.

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