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El azabache recorrió la habitación con la mirada antes de dejar una caja con sus pertenencias sobre un escritorio que había al lado de la cama, el ojos verdes le había prestado la habitación que estaba al lado de la suya, en total eran cuatro, todas con una ventana un escritorio; dos con camas individuales y las otras dos eran matrimoniales.

Tenia una matrimonial, a diferencia de la suya esta tenia sabanas las blancas, odiaba el blanco, se veía tan puro y él tan negro... Tan pecador.

— ¿Y qué te parece? — Pregunto el azul con un poco de nervios mientras se quedaba en el marco de la puerta. Parecía un poco más relajado ante la idea de que no estaría solo.

— Perfecta. — Respondió el azabache con una sonrisa tan falsa como una estrella fugaz, realmente quería quemar esas sabanas hasta que se hicieran polvo. — ¿Cómo te sientes ahora?

— Bueno, creo que me siento mejor ya que estas aquí — Una sonrisa se formo en sus labios cuando cuando escucho eso, le hacia feliz saber que él estaba bien con su estadía aquí, aunque fuera por esas razones...

Un silencio incomodo se produjo en la habitación, solo se estaba mirando, aunque el azul estaba más incomodo antes la mirada fría y examinadora del mayor.

Empezó a ponerse nervioso.

— B-bueno yo iré a la cocina por algo — Dijo el azul antes de salir por el marco y bajar las escaleras.

El azabache le miro la espalda hasta que desapareció por las escaleras, parece que su presencia ahora lo ponía nervioso, eso era bueno. Un sonido repetitivo lo saco de sus pensamientos, era su teléfono, lo busco entre sus púas y miro la pantalla que marcaba un numero desconocido. Ya suponía de quien se trataba.

— ¿Qué quieres? — Pregunto de golpe después de asegurarse de que el azul no estuviera cerca, aun así bajo la voz.

— ¡Qué me digas que hago con el estúpido! — Exclamo la persona al otro lado de la línea, su voz sonaba molesta.

— No grites idiota — Ese grito lo había dejado aturdido. — Solo asegurate de que no haga nada raro esta noche, yo iré para allá y me encargare después.

— Genial porque ya no soporto al puto crió este.

— Después de hoy tendrás tu dinero y podrás largarte. — Dijo antes de cortar el ojos rubíes, tendría que salir esta noche mientras el azul durmiera, no le gustaría tener que decirle a donde va, aunque tampoco duraría mucho afuera.

Abrió la caja que reposaba en la mesa del escritorio y saco la ropa que estaba dentro de esta, dos meses serian suficientes para que el ojos verdes cayera, solo dos. Quizás menos.

De repente empezó a sentirse pegajoso, hacia frío en la ciudad pero aun así sudaba por la ropa, miro la puerta blanca que estaba en una esquina de la habitación y entro en esta, un baño no le haría daño, ¿Verdad?

Mientras tanto en la cocina el azul se encontraba picando unos tomates, necesitaba descargarse con algo ya, sentía demasiados nervios muchos más de los que sentía cuando estaba solo.

Sabia perfectamente que los provocaba, o quien mejor dicho, así es. El ojos rubíes era el responsable de su dilema interno. Aunque a cualquiera lo pondría nervioso; esos ojos fríos y misteriosos, esa voz y su cuerpo forma...

— ¡Ah! — Exclamo el azul cuando el cuchillo paso por accidente sobre su dedo, cortándolo sin problema alguno.

A presionó alrededor del área y lo llevo hasta el fregador, abriendo el agua y dejando que cayera sobre su mano, ardía. Pronto escucho como pasos apresurados bajaban por las escaleras, miro por el marco de la puerta y se encontró con esos ojos rubíes, mostraban preocupación.

— ¿Qué te paso? — Pregunto mientras se acercaba mas al azul y lo miraba por todo el cuerpo de manera rápida, todavía no había notado la cortada en su dedo.

— Bueno yo... — Miro su mano y noto como esta era sacada del agua. El mayor la miraba con atención y luego dirigió su mirada al ojos verdad, pidiendo una explicación para que se hubiera cortado así. — Estaba distraído y...

— ¿En que se supone que estabas pensando? — Sonaba algo molesto pero sobre todo preocupado. La sangre se le subió a las mejillas cuando recordó el motivo por el cual estaba distraído, por todos los Chaos, ese mismo color se intensificó cuando noto que el ojos rubí estaba sin camisa. Él no lo había notado aun. — Como sea dime donde están las vendas.

— En el baño de arriba — Respondió aun sonrojado el azul mientras miraba nervioso hacia otro lado.

Luego de que Shadow buscará lo necesaria para la cortada arrastro al ojos verdes hacia el sofá, obligándolo a que se sentara en el, no quitaba su mirada de la herida a pesar de que solo era un corte...

— Te a doler — Dijo el azabache ante de echar alcohol sobre la cortada, tomando desprevenido al ojos verdes y provocando que un jadeo saliera como respuesta. — Te lo dije.

Coloco una cura sobre el dedo del otro y se levanto, aunque no se fue, solo se le quedo viendo. Nuevamente las ganas de abalanzarse con él habían vuelto, ese rostro sonrojado y lloroso junto con esos quejidos de cuando estaba desinfectando la herida; se preguntaba si serian los mismo cuando estuviera recorriendo su pecho con su lengua.

Incluso había notado como él se sonrojaba cuando se dio cuenta de que había bajado sin camisa, tal vez no pasaría más de un mes.

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Para cuando cayo la noche el azul ya se había dormido, parecía un niño de seis años que tiene horarios para dormir y a una hora especifica se duerme hasta el siguiente día.

Tal vez se durmió mas rápido esta vez porque confiaba en que él lo protegería.

Tomo las llaves de la casa con cuidado y salio de esta a paso rápido, caminando hacia una bodega abandonada y aislada, ni siquiera los adolescentes se acercaban, y eso era perfecto, nadie se daría cuenta de nada.

— Reconozco que fue difícil atraparte. — Dijo el ojos rubíes mientras abría una puerta dejando que la luz de la luna se colora por todo el lugar, haciendo que las partículas de polvo y telarañas se vieran mas.

Solo se escucharon jadeos y gemidos ahogados como respuesta.

Camino hasta quedar en frente de una silla, en la cual se encontraba atado el cuerpo de un zorro amarillo, el mismo que estuvo con Sonic hace días.

— No debías hacer eso... — Susurro a los oídos de zorro mientras sacaba un parte de tijeras y luego las pasaba por encima del cuello de este, recibiendo otro jadeo como repuesta. Quito la mordaza que había en su boca y antes de que dijera algo tomo su lengua con unas pinzas que tenía en su mano derecha, obligándolo a que esta quedara afuera, los jadeos aumentaron. — ¡No debiste haberte metido en su vida!

Y de un solo golpe cerro las tijeras sobre su lengua, provocando que un alarido de dolor saliera de la garganta del mas pequeño mientras que el otro solo miraba con una sonrisa en su rostro a la vez que miraba con diversión el trozo de lengua que había entre sus dedos, se gustaba ver como el pequeño se removía con fuerza atado a la silla y escupiendo sangre a la vez que sus lagrimas humedecían el trapo que cubría sus ojos. 

— Traeme la gasolina — Ordeno hacia otro erizo de color verdes que no estaba muy lejos observando con diversión la escena. Sin rechistar se la dio y retiro la venda del menor permitiéndole así ver el rostro siniestro del azabache, era la descripción grafía de la palabra psicópata.

Coloco la mordasa de nuevo en su boca ensangrientada y rocío el contenido de bidón sobre el cuerpo de zorro; este empezó a removerse con mas violencia al ver como el erizo sacaba una cerilla y la encendía.

Una corta carcajada salio de los labios de ojos rubíes.

— Te lo advertí, niño.

Se Lo Que Piensas| +16Where stories live. Discover now