Capítulo 37

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Ni si quiera me di la vuelta. Limpié rápidamente mis lágrimas y seguí mirando hacia el mar. Lo escuché respirar y caminó hasta estar a mi lado. Me dio la mano y sin pensarlo dos veces cogí la suya también, me ayudó a ponerme de pie.

-Caminemos.-Me dijo entrelazando nuestros dedos. Asentí y comencé a caminar con él, ninguno de los dos se atrevía a decir algo. Seguimos caminando hasta alejarnos de la casa. Paró de caminar y se sentó en la arena, yo hice lo mismo y seguimos viendo el mar.

-¿Qué vamos a hacer Héctor?.-Dije suspirando. Él me miró.-No quiero seguir sufriendo...

-No lo hagas, Ariadna.-Me dijo negando.

-¿Cómo no hacerlo? Quiero estar realmente feliz...

-¿No lo estás?.-Sus ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón se encogió.-Te casarás, lo tienes a él. Tienes todo para ser feliz.

-Héctor tú más que nadie sabes lo débil que soy hacia ti...es difícil...

-Pero quiero que seas feliz, aunque yo no lo sea. Quiero lo mejor para ti...

-¿Tú no?.-Pregunté aguantando mis ganas de llorar.

-Ariadna...-Bajó la cabeza.-Tengo casi 36 años, ya es tiempo de saber qué hacer con mi vida...aún así no lo sé. Estoy lamentándome por no haber cuidado a la única cosa que me devolvía la vida.

-¿Qué es eso?.-El nudo en mi garganta crecía con cada palabra que salía de su boca.

-Eres tú, lo sabes muy bien Ariadna.-Mis lágrimas salieron y él las limpió.-No sabes cómo me atormenta verte y no conmigo...no pensé que esto fuera a ser así, pensé que después de tenerte ya no me importaría nada más. Pero no fue así, te volviste una necesidad...me mata verte con él.-Me miró a los ojos.-Te amo, Ariadna.-Eso es lo que había esperado esos años. Nos acercamos sin decir más, nuestros labios se acariciaron dudosamente, pero se juntaron sin más duda. Nos besamos lenta y suavemente, disfrutando cada toque de nuestros labios. Sus manos acariciaron mis mejillas y mis manos su cabeza. Me acercó más a él mientras se acostaba en la arena, yo me acosté encima de él. El uno con el otro, sin nadie molestando. Sus manos acariciaban lentamente mi cuerpo, tango que quemaba.

-Te necesito conmigo Ariadna.-Susurró en mis labios.

-Te deseo más que a nada en este mundo Héctor.-Dije mirándolo a los ojos. Volvió a devorar mis labios. Nadie podría hacerme sentir de la manera que él lo hace, cuando menos me di cuenta, el vestido ya había salido de mi cuerpo. Desabotoné su camisa con decisión y rápidamente, nos miramos otra vez y volvimos a besarnos. Mis manos acariciaron su pecho y sus brazos haciéndolo gruñir de placer al sentir mis uñas. Nos levantamos de la arena y me puse de espaldas a él, agarró con delicadeza mi pelo y lo ladeó para quitar mi parte de arriba del bikini, repartió varios besos por mi cuello. Sus manos envolvieron mi cuerpo y volvió a besarme. Jamás me cansaría de sus besos.

-Eres preciosa.-Susurró en mis labios mientras acariciaba mi pelo.-¿Crees que estará fría?.-Preguntó mirando hacia el mar.

-Me da igual, si lo está en pocos minutos no la sentiremos.-Repetí la frase que me dijo y sonrió. Caminamos hasta meternos dentro del agua. Yo me abracé de su cuello hasta llegar a un punto donde el agua nos pasaba un poco más de la cintura. Nos besamos y sentí como de nuevo, después de tantos años nos convertíamos en solo uno. Amándonos en el mar, bajo la luz de la luna llena.

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Segundo capítulo del maratón.😋

El socio de papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora