007) Duff McKagan (04)

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[Pedido de @appetiteforduff] Así como que no se tuviera el lado tierno me entendes? Todo empezó así y después empezamos una relación boda y una hija ❤ si podes c: me encanta tu forma de escribir es tan lemda❤; ¿Apellido?: Ammm... Bueno Stradlin ah.

Es la segunda parte del pedido 04 (se puede leer sin pasar por este).

¡Espero que te guste!


🍻🍻🍻


—Respira, respira, respira y respira. No te desmayes...

Iara cerro los ojos apoyando las manos sobre la mesa para abrir los ojos y mirarse en el espejo de frente. El vestido largo y blanco, el pelo semi recogido con el velo cayendo en su espalda, todo combinado con el maquillaje delicado en su rostro... ¿Qué hacia así vestida y maquillada?, ¿como permitía que la tensión y los nervios la consumieran? ¿¡Como rayos había llegado a esto!?

Ah, si, claro, ¡había ido a la casa de su profesor y se lo había follado!

Mierda, no podía con todo esto... ¿O si? Es decir, había mantenido una relación secreta con Duff por más de un año, y eso no solo en la escuela, sino también fuera de esta, porque a sus padres en las reuniones les había sorprendido lo joven y educado que era, recordándolo como un buen ejemplo, por lo que no podía ir un par de días después de terminado el instituto a su casa y presentarse como la pareja de su hija, ¡posiblemente su padre lo hubiera matado! Por lo que tuvieron que esperar un buen tiempo hasta hacerlo publico.

Pero ahora acá se encontraba, a quince minutos de casarse y estando totalmente sola al sus damas de honor ya estar a un costado del altar con sus bellos e iguales vestidos, de seguro viendo a Duff esperar por ella con sus padrinos, si es que el rubio no se había fugado.

Él no se fugaría, ¿no? No sería capaz...

—¿Iara? ¡Es hora! —llamo su padre al otro lado de la puerta y el espíritu se le cayo al suelo.

—¿Tan rápido? —se pregunto a sí misma con cierta desesperación.

Estaba a una oleada de nervios de vomitar.

Sin hacer esperar demasiado a su padre, abrió la puerta y le sonrió viendo como él le devolvía la mueca.

—Tranquila hija, no te dejare caer —aseguro enganchando su brazo con el de ella mientras le entregaba el ramo.

—Por favor, es lo último que necesito —comento haciéndole notar sus nervios, pero él solo negó algo divertido para andar con ella por el pasillo de la iglesia hasta la gran puerta principal.

Una vez allí, la música empezó a sonar e Iara cerro los ojos inspirando y sintiendo su estomago como una roca de tensión, ya no podía más. De repente las puertas se abrieron y ella observo con sus ojos castaños la figura alta, estilizada y elegante de su futuro marido que sonrió al verla en el vestido, era como un sueño.

De a poco avanzaron por el camino con pétalos mientras el rubio la veía con una sonrisa tatuada en su rostro, estaba completamente seguro que esa mueca no se iría en todo el día. Finalmente, él la observo llegar y tomo la mano de la chica que su padre le tendía, haciendo que el mayor se fuera y él se inclinara a besarle dorso mirando fijo las orbes marrones antes de soltarla y dejar que se parara en frente. Ambos se observaron con cariño y de inmediato los ojos de la chica se aguaron. ¿Nervios?, ¿qué era eso? Solo había tremenda felicidad.

Luego de una breve misa, el cura paso a leer las palabras más importantes de toda la jornada.

—Michael Andrew McKagan, ¿quieres recibir de esposa a Iara Stradlin, prometiendo serle fiel, tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándola y respetándola hasta que la muerte los separe?

—Si, acepto —respondió mirándola mientras le colocaba el anillo de oro en el dedo anular con una sonrisa.

Ahora el cura volteo a ver a la chica que tragaba toda la emoción, no quería ponerse a llorar para no ser capaz de responder el termino del sello de su amor.

—Iara Stradlin, ¿quieres recibir de esposo a Michael Andrew McKagan, prometiendo serle fiel, tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándolo y respetándolo hasta que la muerte los separe?

—Si, acepto —respondió mirándolo totalmente conmovida tomando una de sus largas y finas manos para ponerle el anillo.

—El Señor confirme el consentimiento que han manifestado delante de la Iglesia, y que realice en ustedes lo que la bendición les promete. Que el hombre no separo lo que Dios ha unido —hablo alto mientras la pareja se sostenía las manos—. Con el poder que me ha sido conferido, yo los declaro marido y mujer.

Ante esas palabras todos aplaudieron y los flashes de las cámaras no tardaron en aparecer para capturar el momento del primer beso de los recién casados. Iara lo abrazo estirándose apenas, mientras que Duff la tomaba de la cintura inclinándose en un beso repleto de emoción y sentimientos, era el momento que habían estado esperando por meses: la confirmación de su amor ante el resto del mundo.

En la casa todo estaba en silencio. Era de día, pero las persianas continuaban dando oscuridad para las personas que descansaban, aunque estas no podían detener cualquier tipo de disturbio que sucediera dentro de las paredes.

Duff arrugo la nariz y giro la cabeza a otro lado pasando una mano por su rostro para sumirse nuevamente en el sueño del que ligeramente había salido. Su respiración acompasada y tranquila casi ni se oía en el cuarto, pero salto en el colchón temiendo que fuera un insecto cuando algo rozo despacio su oreja. Volteo rápido el rostro para encontrarse a una niña de largos cabellos castaños claros riéndose a más no poder con una mano sobre su boca, pero al ver que él la había descubierto rió alto y salio volando de la cama para correr fuera de la habitación. El hombre inspiro profundo estirándose un poco notando que estaba solo en la cama al tiempo que frotaba un poco sus ojos antes de desinflarse y sonreír.

—¡Te voy a atrapar! —grito tirando las mantas a un lado para salir viendo a ambos lados del pasillo.

Anduvo con cuidado con sus pies descalzos mirando en cada habitación, pero en el primer piso no había nada, por lo que le quedo bajar las escaleras sintiendo el olor de las tostadas del desayuno que iba a tener. Desde el pie de las escaleras observo a través del marco de la cocina parte del cuerpo de una mujer, pero un mechón de cabello saliendo por un lado del largo sillón de la sala de estar llamo su atención. Con una sonrisa avanzo con cuidado y sorprendió a la joven tomándola desde atrás y elevándola por los aires, teniendo en respuesta un gran grito.

—Listo, despertamos a los vecinos —escucharon ambos que decían en la cocina y el rubio rió con la niña que se abrazo a él sentándose en el brazo que pasaba para sostenerla.

—¿Mamá esta haciendo el desayuno? —miro con sus ojos verdes los castaños de la niña, la cual asintio antes de besar su mejilla.

—Buen día, papá —hizo una sonrisa que ilumino toda la casa.

—Tan bella como tu madre —beso la punta de su nariz para avanzar de esa forma hasta la otra habitación, donde todo ya estaba casi listo por la mujer que había amanecido primero.

Iara se volteo a verlos y sonrió para acercarse y dar un veloz beso a los labios de su esposo.

—Buenos días, amor —sonrió mirándolo a sus ojos y tomando a la niña que se quería pasar con ella.

Duff sonrió acariciando su mejilla.

—Buenos días, señora McKagan.

PEDIDOS: ROCK + METALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora