Capítulo 4

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—¡Tiene que salir perfecto, Moira! —Suelto una pequeña carcajada. Tom está demasiado estresado, hoy es su aniversario y está vistiéndose.
—Relaja esos nervios, la vas a asustar. —Bromea mi compañera.
—Jane, tu amigo está fuera. Ayer hablé con él y parece un buen chico. Me gusta. —Siento como mis dientes chocan con fuerza.

Si sigo así, me los partiré en pedazos. Pero de ninguna manera puedo permitir que mis mundos choquen así.
Miro de un lado a otro y me aseguro de que nadie puede vernos.
—Tom, Moira. —Ambos se giran hacia mi. —Hay ciertas cosas de mi vida que él no debe saber. Prefiero que permanezcan ocultas. ¿Está bien?

—Está bien, tía. Soy una tumba. —La rubia "cierra" sus labios y tira la imaginaria llave.
Abro mi taquilla y cojo mi delantal, lo anudo en mi espalda y salgo.
El castaño está apoyado sobre la mesa, tiene los brazos agarrados entre sí y su cabeza está justo en medio.

Me agacho apoyando mis manos sobre mis rodillas y me acerco a él.
—Buenos días. —Susurro. Se despierta de golpe y salta sobre su sitio, mirando con energía de un lado a otro. Comienzo a reír.
Sus ojos se clavan en mí y se relaja, suspirando.
—Jane. —Sonríe. —Anoche me salvaste la vida. —Entre cierro los ojos y luego le devuelvo el gesto.

—Sólo te llevé a casa. No es cómo si fuera tu ángel de la guardia.
—Bromeo
—En realidad, creo que lo eres. Te faltan las alas pero creo que he visto unas de camino aquí. En una tienda de disfraces. —Largo una risa y niego.
—¿Helado de fresa? —Parece dudar durante unos momentos.
—¿Tienes helado anti-resaca?
—Lo siento. Hacemos helado, no milagros. —Me burlo.

Observo en sus pupilas como cabila algo.
—¿Cómo pude emborracharme con cerveza? —Aclaro mi garganta y anoto "fresa" en la libreta, arrugando la nariz mientras. -Como siempre.-
—Te lo traigo ahora. —Palmeo un par de veces en la mesa y voy andando de vuelta a la cocina.

Preparo el pedido, como cada día.
Observo a través del rabillo del ojo como la rubia atiende a un nuevo cliente y como Tom saluda a Drew.
—No me jodas, Tom. No me jodas... —No sé que narices hago pero el vaso se estrella contra la mesa y el helado queda reducido a batido. Mierda.

Preparo uno nuevo tan rápido como me es posible y salgo corriendo a su encuentro.
—Aquí tienes. —Mi tono suena algo más agitado y desagradable de lo normal.
—¿Estás bien, Jane? —Frunzo el ceño y asiento desconfiada. Cambio de posición mi cuerpo y le miro de forma retadora.
—¿Por qué lo dices? —Cuestiono sonando agresiva. Calma, Jane, calma.

—Porque has tardado 3 minutos y 12 segundos. —No abandono mi postura defensiva.
—El helado es gratis si tardo más de tres minutos. —Señalo el cartel que está pegado en la entrada.
—Ven conmigo después de tu turno y estamos en paz. —Mis músculos están por completo tensos y sé que lo está notando. Dejo salir el aire y me vuelvo a repetir que necesito estar en calma.

—Está bien. —Relajo mi cuerpo y hago mi mayor intento de sonrisa.
Vuelvo junto con mis compañeros pero nada vuelve a ser lo mismo esa mañana.
No debería haberme puesto así, no debería estar a la defensiva con él.
"Sin taras, sin fallos" recuerda, Jane.
Pero me resulta condenadamente difícil no perder los nervios con cada cosa que él hace o dice.

Mi turno termina poco tiempo después, dejo mi delantal en su lugar y agarro mi chaqueta de cuero. Me miro al espejo del baño antes de avisar a Drew.
Mi pelo castaño claro cae por mi hombro hasta llegar a mis pechos y es totalmente liso.
Mis ojos marrones parecen dos bolas de fuego a punto de ser lanzadas. Relajate, vamos.
Me fuerzo a mi misma a sonreír y salgo dispuesta a hacer un buen papel en esta película.

Dulce venganzaOnde histórias criam vida. Descubra agora