Capítulo 41

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Miro mi reflejo en el espejo por última vez antes de respirar hondo y girarme para salir del baño.
—Jane, ¿vienes o qué? los zombies no esperan a que descargues. —Río.
—Y me lo dice alguien a quien le faltan diez minutos para quedarse dormido. —Ladro.
—¡No voy a quedarme dormido! —Se cruza de brazos y me mira con el ceño exageradamente fruncido.

—Eso mismo dices siempre.
—Espeto con una sonrisa divertida.
Parece dubitarlo por algunos instantes.
—Tienes razón. —Suelta al fin. Sonrío de nuevo. —Pero esta vez aguantaré, lo prometo.
Claro, seguro.
Ruedo los ojos y lo doy por vencido, centrando mi vista en la película.
Las películas de zombies son las más infumables de la historia.

Entretenidas, puede. Coherentes, no.
Un montón de muertos sin inteligencia alguna que te persiguen con una lentitud latente. Sólo tendrías que poner unos cuantos ladrillos en el suelo, todos caerían como bolos y tú serías libre.
O correr lo más mínimamente deprisa, jamás te alcanzarían.
Bufo y por el rabillo de ojo, vigilo al castaño.

Vuelvo a la película. El tiempo pasa y los protagonistas parecen haber encontrado una solución viable.
Siento algo tocarme y miro hacia ahí, Drew ya se me ha acoplado, como de costumbre.
Sonrío, es como un maldito cachorro buscando refugio.
Tomo el mando de la televisión y apago, asegurándome de que todo está listo.

Me muevo despacio, acomodando al ojiazul en el sofá sin que note mi ausencia.
Me pongo de pie y aparto mis zapatos del camino, miro hacia mi objetivo y me pongo de puntillas para caminar con menos ruido.
Logro traspasar el radio del sofá y continúo con mi camino.
Pero entonces el sonido de una sirena policial me hace detenerme. Las luces azules se reflejan en las paredes y maldigo mentalmente lo que sea que haya ocurrido.

Me quedo totalmente inmóvil, intentando ser como una estatua y no mover ni un sólo músculo.
Espero con impaciencia durante unos segundos antes de respirar de nuevo y dar otro paso hacia adelante.
Llego hasta el salón principal, veo la mesa de centro y me dirijo a ella.
Encima de ésta, hay un jarrón azul con líneas blancas.

El castaño tiene la manía de poner todas sus llaves allí.
Antes de introducir la mano en la figura de cerámica, me pongo un guante negro y me cercioro de que sigue durmiendo.
Meto la mano, apretándola para que quepa y noto el tacto frío del metal.
Sonrío cuando tengo en la palma de mi mano la llave.
Vuelvo a caminar de puntillas, cojo las zapatillas y las dejo sobre la barra cuando tomo papel y lápiz.

"No me quedaré dormido esta vez". ¡Claro que no! Haha, nos vemos mañana, Stype. ;) Jane x"

Dejo la nota sobre la barra antes de calzarme mis deportivas y caminar los pocos pasos que separan esta parte de la casa con la puerta.
Salgo y el viento es lo primero que me invade.
Camino a pasos rápidos, sé perfectamente a donde tengo que ir.
Llego hasta una casa, hay una pared de color grisáceo y una ventana con rejas.

Estrello mis dedos contra el cristal y, en un movimiento muy rápido, vuelvo a alejarme, tapando mi cuerpo con la pared.
—Mande. —Oigo decir a un hombre.
Utilizo mis manos como amortiguador de mi voz.
—Necesito una copia de esta llave para dentro de una hora. Sin preguntas. —Con los guantes puestos, estiro mi mano y le entrego la llave.

—Aquí nunca hacemos preguntas. Prepare el dinero y venga en una hora.
Sin pasar por delante de la ventana, camino lejos de la casa y regreso a la mía. Respiro hondo.
La hora pasa muy rápido, la emoción por cumplimentar otra de las partes del plan no es comparable con el nerviosismo que amenaza con hacerme pedazos.

Regreso a la casa y repito la acción que hice antes.
Golpeo la ventana y espero con paciencia y frío, manteniendo mis ojos pegados al cristal.
Veo como la llave original sale del cristal y la cojo.
La segunda llave la sigue y voy a tomarla pero el hombre aparta la mano.
—El dinero. —Ruedo los ojos y saco los billetes de mi bolsillo.

Dulce venganzaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon