Capítulo 45

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El nuevo día llega con rapidez, completo mi rutina diaria y, tras eso, me dejo caer sobre el sofá. Tomo a Tobi entre mis brazos y lo acaricio durante varios minutos, la calma en mi hogar no es interrumpida por nada más que mi respiración regularizada.
El estruendoso sonido de mi teléfono fijo se cuela en mis canales auditivos y me sobresalta. Respiro hondo y aparto al animal antes de tomar el teléfono y llevármelo a la oreja.

—Hogar Master. —Respondo al desconocer el número que llama.
¿Jane? soy Glory. —La voz de la viuda de Tom entra en mis oídos y me hace fruncir el ceño.
Que extraño.
—Buenos días, Glory.
¿Cómo estás? —Pregunto, intentando sonar amable y conciliadora.
Estoy bien, cariño. Debemos seguir adelante y por eso mismo es que quiero proponerte algo.
—Mis cejas se arrugan aún más y suelto, en un susurro pequeño "dime".

Quiero reabrir HeladoWorld.
—Me dice, con total claridad en su voz y trago saliva al instante. ¿Bromea?
Calma, Jane. Sólo pregunta.
—¿Quieres reabrir la heladería? —Cuestiono y mi voz suena extrañada.
Sé que esto es lo que Tom habría querido. Y por supuesto, tú eres necesaria en este proyecto.
—Respiro hondo.

—Está bien, Glory, ¿qué debo hacer yo? —Muerdo mi labio inferior sin siquiera ser consciente de que lo estoy haciendo.
¿Puedes venir aquí?
—Claro. Me pasaré por allí en un rato, nos vemos. —Cuelgo el teléfono y suspiro.
¿HeladoWorld sin Tom?
Sería como la coca cola sin burbujas.
Tomo oxígeno antes de parar en mi acción de no hacer nada y ponerme de pie.

Salgo a la calle, ajustando la bufanda en mi cuello. Suspiro por décima vez y me encamino directa a la casa de Moira.
Me postro frente a ella y miro por la ventana pero, decido ir sola cuando veo que no hay nadie.
Me imagino que ella ha debido recibir la misma llamada que yo y por eso no está aquí.
Ruedo los ojos. Estúpida Moira, ni siquiera se le ha ocurrido llamarme.

El camino se hace más largo que nunca, a pesar del ejercicio que hago, mis piernas se sienten cansadas y más pesadas que de lo común.
Trago saliva cuando veo a mis dos compañeros y a la rubia.
Los tres parados frente a la puerta, mirando al interior de ésta.
—Podrías haberme llamado o algo. —Bufo, posicionándome junto a ella.

—Lo siento mucho, Jane. Pero estaba tan nerviosa que ni siquiera he pensado, sólo he cogido el coche y he hecho de la carretera mi circuito hasta llegar aquí. —Me explica, habla rápido y se muerde las uñas.
La conozco para saber que nunca se muerde las uñas y que, si lo hace, es porque está nerviosa.
—Está bien, respira. Glory hará que nos dé un paro cardíaco. —Trato de bromear pero la verdad es que hay un nudo en mi estómago.

—La última vez que estuve aquí... —La oigo susurrar y trago saliva.
—Lo sé pero eso no pasará de nuevo, ¿entiendes? —Ella asiente.
El sonido de las campanas se adentra en mis oídos y levanto la cabeza al instante.
Mi pulso comienza a acelerarse y siento un cosquilleo que me recorre por completo.
—Hola a todos. —La viuda de Tom se detiene frente a nosotros y nos sonríe.
Tiene las mangas arremangadas y los brazos en jarra.

—Sé lo que todos pensáis. Que sin él nunca será lo mismo, y es cierto, porque Tom nunca va a acompañarnos de nuevo. Tal vez las cosas nunca vayan a ser de la misma manera pero prometo poner todo de mi parte para sacar este sitio adelante y que seamos una familia, como soliais ser con mi esposo. —Nos dice, con el rostro totalmente serio y una actitud que grita "lo haremos bien."

Un silencio atronador se perpetua entre nosotros y Moira me mira entonces.
Carraspeo.
—Menos charla y más trabajo.
—Vocifero por encima de todos.
La mujer sonríe y abre la puerta para que comencemos de nuevo.
—Adelante.
Me adentro en el negocio y una oleada salvaje de recuerdos se estrella directamente en mi cara, dándome un devastador golpe.

Dulce venganzaWhere stories live. Discover now