Capítulo 32

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Tapo mis oídos con ambas manos mientras miro espantada de un lugar a otro.
—¡Sólo iba a ser una reunión de amigos! —Grita la chica, por encima de la estruendosa música que hace que me molesten los oídos.
La oigo hablar -gritar- y seguidamente miro hacia adelante para cerciorarme de que todas esas personas son "amigos".

—¿¡Pero tú cuántos amigos tienes?! —Vocifera Becca con enfado. Asiento, apoyando su pregunta.
La rubia sonríe tímida mientras levanta sus hombros.
—Unos cuantos... —Responde, al cabo de un rato. Suspiro, no hay forma de salir de aquí. Menudo día
Y es que el día de hoy ha sido de lo más peculiar...

La escena se reproduce ante mis ojos y me quedo varada, esperando que todo sea otra broma.
—¡Jane, muévete! —Vocifera mi jefe y sale con otra caja en la mano.
Es como una maldita masacre.
La cámara frigorífica se ha estropeado y todos los sabores con ella, todos están esparcidos por el suelo sin ningún control.
¿Y por qué están esparcidos por el suelo?

Porque soy torpe y Drew más.
¿A quién se le ocurre entrar sola ahí dentro y agarrarse de una maldita estantería sostenida por dos tornillos?
¿a quién se le ocurre no mirar antes y resbalarse con el agua?
pero sobre todo...
¿a quién narices se le ocurre llamar al imbécil, aún más torpe, de su "amigo" para que la ayude?

—¡A quién se le ocurre dejarme sola! —Vocifero a la nada.
—A la única estúpida sobre este planeta que cree que es necesario que exista el helado de higo.
—Bufa.
—¡Mucha gente lo pide! —Se excusa la rubia, alzando ambas manos.
Jane, pásame la fregona. —Pregunta el único pobre que no tiene culpa de nada. Le doy la fregona y respiro hondo antes de seguir sacando botes de sabores.

Dulce venganzaOnde histórias criam vida. Descubra agora