Capítulo 44

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—¿En serio? —Cuestiona, tapándose la boca con su mano.
—Te lo juro, tía. Él estaba saliendo con su mejor amiga y la engañó. —De fondo, soy capaz de oír la conversación que mis amigas mantienen pero no logro captar algo de lo que dicen.
Mi mente está demasiado distraída, pensando en las cosas que no debería.
—...y entonces Jane llegó en un caballo blanco y nos salvó a las dos. —Suelta Moira.

—¿Jane? —Veo como una mano se mueve frente a mí pero no consigo que mi cerebro se conecte de nuevo.
—¡Oye! —Algo impacta en mi hombro y doy un pequeño salto en mi sitio.
—Estoy bien. —Digo, intercalando mi mirada de una a otra.
Por la forma en la que me miran, sé que ninguna de las dos me cree pero no me molesto en dar explicaciones.
Becca me regala una mirada que grita muchas cosas, entre ellas está un claro "me debes muchas explicaciones."

Mi teléfono vibra y un mensaje entra en éste.
"Necesito que hablemos. Drew x." es el corto texto que el castaño me envía. Frunzo el ceño.
—Tengo que irme, chicas. Te llamaré después. —Prometo a la morena, mirándola fijamente.
No les doy tiempo a reaccionar, salgo de la casa y me apresuro a caminar hasta la vivienda de mi amigo.
Respiro hondo, llenando mis pulmones con el purificante oxígeno que en el aire viaja.

Antes de entrar en la urbanización, observo varias personas paradas. Todas observan algo dentro de la calle y cuchichean.
Frunzo el ceño y doblo la esquina.
Una orda de las luces azules que los coches policiales reflejan, una ambulancia y decenas de personas arremolinadas en la escena.
Siento como se me detiene el corazón.
—¿Qué ha pasado? —Digo con la voz debilitada.

—Un accidente de coche. —No sé quien lo dice, no me molesto en darme la vuelta y ni siquiera estoy segura de si ha sido un hombre o una mujer.
Mierda, Drew.
Camino a grandes zancadas hasta llegar a la línea policial que separa la escena del resto de la calle.
La casa del muchacho está a un par de metros.
Me acerco a uno de los Agentes.
—Disculpe, ¿puedo pasar? voy a la casa de un amigo. —Pido con amabilidad.

—¿Qué casa? —Me pregunta, mirándome con desafío. Señalo la vivienda y entonces, el agente levanta la línea para que yo pueda pasar.
Articulo un "gracias" y trato de no acercarme al lugar donde los cristales y la sangre se amontonan.
Los recuerdos llueven dentro de mi mente y una parte de mi corazón se rompe y permanece en ese lugar.

La otra parte de mi corazón desea saber si el capullo se encuentra bien y tamborileo, con más fuerza de la necesaria, en la puerta del chico.
—Jane. —Dice, a modo de saludo.
Doy un paso y le abrazo, pudiendo sentir como el aire vuelve a mi pecho.
—Adelante. —Se hace a un lado y me permite el acceso a su casa.
Él se detiene frente a la ventana y observa.

—¿Has estado cuando pasaba? —Cuestiono sin acercarme a él.
—No, yo he llegado y ya había pasado. —Responde y el timbre de su voz se escucha cansado y diferente.
Arrugo las cejas y muerdo el interior de mi mejilla.
—¿Estás bien? —Drew sonríe pero esa sonrisa no llega a sus ojos.
—Es sólo que... me trae recuerdos. —Confiesa y pestañeo varias veces seguidas.

No puede estar hablando de... ¿o si?
—¿Recuerdos? —Pregunto y le sito con mis ojos hasta que se sienta.
—Sí. —Responde con sequedad.
—¿Acaso hiciste algo malo? —Le interrogo, sintiendo como mis latidos se aceleran.
—Más o menos... —Responde cabizbajo, jugueteando con sus manos sobre su regazo.
—Yo no puedo entrar en tu mente y saber si lo fué o no. Sólo tú tienes el poder de hacerme saber o desconocer, nadie más.

Juego mi última baza antes de bajar mi mirada hasta mis pies.
Entonces me cercioro de algo; tengo las manos completamente cerradas y apretadas.
Dejo salir el aire al tiempo que deshago los puños y noto comezón en la nariz.
El muchacho suspira.
Subo mis ojos hasta él y me enfoca.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora