Capítulo 34

92 15 3
                                    

La alarma me perfora el tímpano y la apago con un sonoro golpe. Probablemente necesitaré una nueva.
Siento un bulto que se mueve y gruñe sobre mi cama. Abro un ojo, con sumo cuidado para que el sol no entre con demasiada fuerza en mis retinas.
Veo un cuerpo de tamaño medio que no para de moverse y darse la vuelta, se arrastra por la cama y me mira.

En un instante, salta encima de mi y comienza a restriegar su cara contra mi cuerpo.
Pequeño enano maldito.
—Lo he pillado, ¿vale? quieres salir a la calle.
Su cabeza se pone de lado y deja de mover el rabo de repente.
—Siempre me pregunto que se pasará por esa cabecita tuya. —El timbre suena y ruedo los ojos.
Aunque la culpa es mía, quedar a las 9 de la mañana no tiene ventajas.

Me encajo las pantuflas y encierro mi cabello en un moño desaliñado.
Pero no me refiero al tipo de "moño desaliñado" del que sólo escapan un par de mechones y cuando te lo haces podría pasar por el peinado de una súper estrella famosa en una pasarela. Me refiero a un moño semejante a un nido de pájaros.
Podría pasar por que no me he peinado en tres meses.
Muy caótico.
Muy Jane.

Bajo las escaleras con mi bebé en brazos y cuando llego al principio, veo varias cosas:
•Dos chicas que se sonríen con picardía.
•Una bolsa de churros.
Y mi lista de "cosas que veo" se queda ahí cuando corro descontrolada hacia los churros y el bote lleno de chocolate que está sobre mi mesa.
—Churros. —Susurro cual niña pequeña, mojando mis labios.
—Buenos días eh. —Mis ojos se desvían a Moira y le sonrío.
—Churros. —Repito, haciendo que ruede sus ojos.

Sin ningún tipo de higiene, cojo uno de ellos y lo embadurno de chocolate antes de meterlo en mi boca y dar un gran bocado. Dejo caer mis hombros y abro la boca cuando termino, pareciendo un animal ya saciado.
—Jane, esas manazas. —Me regaña la rubia pero la ignoro con finura.
—Dejalo Moira, nunca ganarás una batalla contra ella. Está entrenada en su terreno.
¿Están hablando de ?

—Siento interrumpir vuestra charla pero mi animal necesita aire fresco. —Son las primeras palabras con coherencia que digo en todo el día.
—Tu animal es feo y huele mal. —Clavo mis ojos en la rubia y la fulmino con ellos.
—¡Fuera de mi casa! —Vocifero, señalando la puerta.
Becca y yo nos miramos y un plan aparece simultáneamente en nuestras mentes.

—¿Qué? venga, mujer. No seas así. —Me reclama. Pero me cruzo de brazos y paso de ella.
—Pídele perdón. —Cabeceo en dirección a Tobi y veo como Moira frunce el ceño.
—¿Es una broma? —Mantengo mi expresión sería.
—Vamos. —La insto.
—¿Jane, me estás jodiendo?
—Casi ruedo los ojos pero me contengo.
—Eso querrías tú. Pídele perdón. Y de rodillas. —Bufa.
—¡Bebecca, di algo!

La aludida alza la cabeza y se torna seria.
—Pídele perdón. Y de rodillas. —Repite mi petición. Por la cara de la ojiverde pasan distintas emociones y aguanto como puedo la risa.
—¡Os odio! ¿vale? ¡os odio! —La escena se reproduce ante mi atónita mirada. La rubia se pone de rodillas y carraspea.
—Querido Tobías... ¿serías tan benévolo de perdonarme?
—Aguanta, Jane. Aguanta.

El animal la mira sin comprender nada pero corre hacia ella para jugar un rato.
Y yo no puedo creer que mi amiga esté arrodilla, pidiendo disculpas a mi perro.
—Creo que eso es un sí, ¿no?
—Veo como se resiste a los encantos de mi schnauzer.
Pero aceptemos que nadie puede resistir por mucho tiempo a un pequeño animal que quiere jugar.
Así que Moira sonríe un poco cuando el animal se tumba con las patas abiertas y la mira moviendo el rabo, esperando por mimos.

Y entonces observo como, poco a poco, cede ante sus encantos y se rinde a él.
Nadie puede resistir a mi bebé. Nadie.
Las tres acabamos dando un paseo, mantengo mi mente distraída, pensando en cualquier cosa que se me cruce.
—Oh vamos, Jane es la mejor en el terreno. Es como intentar ganarle una carrera a Usain Bolt. —Espeta Becca. Creo.
—Flash es más rápido. —La contradice.
—Flash no existe. —Le recuerda y sonríe la rubia.
—Dile a una mujer que su chico está enrollándose con una tía en la línea de meta y veremos quien llega primero.

Dulce venganzaWhere stories live. Discover now