Capítulo 42

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El día llega y las buenas noticias no tardan en aparecer junto con el sol.
¡He encontrado trabajo!
—Vocifera la rubia desde su lado de la línea. Sonrío ampliamente, tanto que mis mejillas duelen al momento.
—¡Moira, es genial! ¿de qué es? —Carraspea.
Bueno... es un trabajo difícil pero no pagan mal y... soy camarera. —Frunzo el ceño. Sé que oculta algo.

—Suéltalo, mujer. —La chica vuelve a carraspear.
Es un bar nocturno. —Abro los ojos tanto como puedo al oír su respuesta.
—¿Bar nocturno? —Repito, totalmente incrédula.
Eso es.—Frunzo más el ceño.
—¿Por la noche? —No sé porqué pero tengo la sensación de que acaba de rodar los ojos.
No, es un bar nocturno por la mañana... ¡Jane! —Me riñe.

—Pero...-
¿Fuiste al colegio? porque parece que no sabes lo que "nocturno" significa. —Bromea, burlándose de mí.
—¡Claro que lo sé! pero aún estoy... en shock. —Confieso, masajeando mi frente.
Sé que no es el trabajo con el que una chica sueña de niña pero necesito el dinero. —Me recuerda. Suspiro.
—Encontrarás algo mejor, lo prometo. Y de día. —Prometo en forma de vaticinio y me obligo a mi misma a jurarme que lo haré.

Te veo luego, me voy a la ducha. —Ladeo una sonrisa.
—Tómate una foto y mándamela. —La oigo bufar.
¿Bebecca? ¿eres tú?—Suelto una carcajada y tiro de mi cabeza hacia atrás.
—Sí, soy yo, ¿qué tal, guapa? —Hago una pésima imitación de la pelinegra y escucho como la ojiverde ríe.
¿Qué haces en el cuerpo de Jane? eres una chica mala, Bebecca.

—Quería ver lo que se esconde debajo de la ropa. —Vuelve a carcajear y la sigo. Niego levemente. —Te veo luego, Moi.
Corto la llamada y salgo de mi cama, alejando las mantas de mi.
Camino como un zombie hasta la ducha, me relajo bajo el agua y no sé cuanto tiempo pasa hasta que decido salir y envolverme en una toalla.
Me pongo unos leggings que encuentro en mi armario y me repito a mi misma que lo ordenaré más tarde al ver el desastre.

Bajo las escaleras y desayuno algo rápido, saco a Tobi a dar una vuelta y luego me dedico a jugar con él durante un rato.
Me dejo caer al sofá y bufo.
—Que aburrido es todo sin HeladoWorld...  —Comento para nadie.
Me levanto de un salto al tener una idea de como entretenerme hoy.
Vuelvo a salir a la calle, me meto las manos en los bolsillos y comienzo a caminar.

Los árboles están floreciendo al igual que los jardines, las flores han empezado a crecer y decorarlo todo.
El cielo está grisáceo pero luce el sol.
Respiro hondo, inspirando todo el aroma del ambiente.
Entro en la urbanización correcta y camino hasta encontrarme frente a la puerta.
Tamborileo mis dedos en el timbre y espero con paciencia que mi amiga me abra la puerta.
—Buenos días, Becca.
—Buenos días, Jane.

Entro en su casa y voy directa a hacerme un café.
—¿Te has enterado ya?
—Pregunta a mi espalda.
Sonrío ampliamente antes de asentir con energía.
—Tengo que encontrar algo mejor para ella pero por ahora le valdrá. —Ella toca mi espalda y se postra a mi lado, mirándome.
—Estás rara hoy. —Comenta. Frunzo el ceño y la observo.
Cojo la taza entre mis manos y me gira sobre mi misma, aún con el café en mis manos, camino hasta sentarme en el sofá.

Soplo varias veces antes de dar el primer trago.
—¿Por qué crees que estoy rara? —Cuestiono. Ella me sonríe despacio.
—No lo sé. Desde que viniste a pedirme ayuda, siempre he notado esa tensión extraña en ti.
Pero ahora mismo sólo veo a una chica robando café a su mejor amiga. —Ríe y la acompaño.
Ella luce extrañamente seria.
—¿Qué puedo decir? soy feliz, Becca. —Digo con honestidad.

Su semblante cambia y su sonrisa se evapora, se convierte en una mueca medio extrañada y medio sorprendida.
—¿Desde cuando eres feliz?
—Pregunta, analizando mi expresión.
El interrogante viaja a través de mi mente pero la respuesta se queda atascada en alguna parte y no llega a salir a la luz.
—Yo... —Me quedo atascada en mí misma, sin tener ni la más mínima idea de que decir.
—¿Hace cuánto no piensas en ello?

Dulce venganzaWhere stories live. Discover now