Capítulo 3: Una malteada y una siesta

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Narra Pedro:

Estaba sentado en el sofá, viendo algunos programas de televisión hasta que oí que alguien hablaba.

— ¿Pedro? — escuché que me llamaba Delfi.

— ¿Qué pasa? — pregunté mirándola.

— ¿Podrías encargarte de Malena hoy? — consultó — Es que debo llevar Emma al doctor — me explicó mientras se sentaba a mi lado.

— Claro amor, no hay problema, pero... ¿Tengo que llevarla y vestirla para su clase de ballet? — pregunté algo perdido ya que no soy muy bueno en esas cosas.

Si, Male, nuestra hija mayor hacia ballet, me encargaba de llevarla a sus clases pero jamás la vestí o peiné porque eso no tengo idea de cómo hacerlo, por eso se encarga Delfi.

— Si ella sabe vestirse sola, la dejaré peinada, sólo debes ayudarla con el bolso y la pollera, cualquier cosa la ropa está en su cama — me indicó y yo asentí con la cabeza.

— Está bien cielo, pero ¿Por qué llevas a Emma al médico? — cuestioné algo perdido con las fechas.

— No te preocupes, sólo va a control pero faltan 3 horas para el turno —

— Pensé que se había enfermado, bueno yo te paso a buscar cuando Male salga de su clase — le dije y ella solo pronunció un bajito "si" y asintió con su cabeza — Cambiando de tema ¿Viste que Luna quiere que nos reunimos? — le comenté para hablar de algo.

— Si lo ví, todos quieren conocer a la bebé, además viene Jazmin con su nene que todavía no conocemos — lo miré algo sorprendido, no tenía idea de lo de Jazmín — Dijeron que se reúnen el sábado y que vayamos con todos los niños a pasar el día para hablar y conversar un rato y para conocer a Gero y a Emma — contó.

— Que lindo ¿No te parece? — comenté agarrando el coche de Emma y atrayendolo hacía mí — Al fin veré a Nico y a Luli —diciendo eso Delfi se rió.

Amaqué el coche de la bebé un rato mientras que seguía hablando con Delfina.

— ¡Ah! Cierto — dijo de repente recordando algo — Nosotros los tenemos que buscar del aeropuerto a ellos y llevarlos al hotel que alquilaron, no les ofrecí la casa por falta de espacio pero podríamos decirle que Luli venga y se quede con Male algunos días, ya que hace mucho no se ven —

— Si puede ser, no me parece mala idea — opiné respecto a lo de Luli — Y yo iré al aeropuerto a buscarlos, tú te quedas con las peques — hice referencia a nuestras hijas.

— Ni loca — rió — Sabes lo mucho que extraño a Jim y lo que muero por verla —

— ¡Tranquila amor! Solo bromeaba — reí — Yo igual quiero ir por Nico — confesé.

Ella no dijo nada, solo se dignó a abrazarmame y yo se lo correspondí.

La bebé ya se había dormido en el coche, opté por alzarla y llevarla a su cuna que estaba en el cuarto de arriba. Delfi subió por atrás y se acostó en la cama de nuestra habitación y se quedó dormida.

Dejé a Emma sobre su cuna, la cual estaba al lado de nuestra cama y la tapé con una pequeña sábana. Cerré la puerta de la habitación y me dirigí hacía el piso de abajo una vez más.

Yo no tenía sueño así que me quedé abajo en el living viendo televisión y revisando el celular.

A los segundos sentí pasos, sabía que Delfi no era porque no se levantaría tan rápido, apenas se había dormido.

Miré por la puerta y era mi princesita que se había despertado de su siesta, estaba con su pijama de ositos y su peluche al que jamás abandonaba.

Miraba con tanta ternura, como jugando al espía, yo fingía que no la veía hasta que ella vino y se sentó a mi lado y me dió un abrazo.

— ¡Hola Papi! — susurró tirándose sobre mí y riendo.

— Que raro es que te levantes — le dije hablando bajo.

— ¿Papá? Quiero una malteada de chocolate ¿Me la preparas? — preguntó tiernamente.

En ese momento recordé a Delfi cuando éramos adolescentes, pidiéndome siempre algun pedido y fue así cuando la empece a conocer. Me quedé recordando y pensando pero Male me interrumpió.

— ¿Papi? ¿Qué pasa? — me reí porque tenía cara de curiosidad y de no entender nada.

— Vení, vamos a la cocina que te la hago y como soy tan bueno te doy galletas con chispas ¿Querés? — le ofrecí.

— ¡Sii! — pronunció e  inmediatamente agarró mi mano y fuimos directo a la cocina.

Le preparé su pedido, y yo me preparé un café para mí. Serví todo en el desayunador, la alcé y la subí a la silla, que estaba algo alta para que ella pudiera subir sola.

Ella miraba contenta mientras comía de a poco sus galletas preferidas, yo la miraba con dulzura y sonriente. Si algo que a Malena le enloquecía era todo lo dulce.

Habremos tardado 20 minutos o media hora, cuando Male se levanta de la mesa y me pide que la acompañe a su habitación. Antes de eso lavé y dejé todo acomodado así Delfi no se molestará conmigo. Caminamos de la mano hasta su habitación.

Al rato, Emma comenzó a llorar despacio pero sabía que si no la alzaba y la dejaba en mis brazos iba a llorar peor, lo que ocasionaría que Delfina despierte y que Malena se moleste porque según ella, su pequeña hermana solía llorar sin parar y no podía dejarla escuchar los dibujos animados tranquila. A veces me reía, ambas niñas eran muy pequeñas pero Malena era de cierta forma muy, pero muy, astuta e inteligente. Sabía pensar y expresarse muy bien, no tenía el conocimiento de todas las cosas del mundo, pero era bastante pícara. Muchas veces logró sorprendernos tanto a Delfina cómo a mí por como utilizaba las palabras para expresarse, realmente era sorprendente que una niña de cuatro años hablará tan claro y a veces tanto.

Alcé despacio a Emma acariciando el poquito cabello que poseía, la llevé al cuarto de Male y me senté en la cama.

La mayor veía dibujos animados y jugaba con sus muñecas, reía y se hablaba a sí misma. Adoraba que ella pudiese entretenerse sola y no aburrirse mucho.

Yo mecía el coche a la bebé lentamente, me acosté y Male siguió mis pasos, en mi pecho sostuve a Emma, mientras que la mayor recostaba su cabeza en mi brazo libre tratando de abrazarme. Los tres nos terminamos durmiendo en esa mismísima cama y posición.

Sin Principio Ni Final (Soy Luna)--Editando--Where stories live. Discover now