Capítulo 21: Los regalos

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Narra Nina:

Todos los chicos estaban comiendo caramelos, golosinas, otros repetían el helado o la torta, algunos tomaban gaseosa o jugos, jugaban con sus manos, reian, bailaban, entonaban canciones entre otras cosas, todo iba bien. Obtamos por abrir los regalos así que cada niño ahora estaba con sus padres, ellos no se querían perder ningún detalle.

Ámbar trajo todos los regalos a la mesa y se ofreció a repartirlos, debido a que todos tenían nombre y tarjetita sobre de quién y para quien era.

— Empezaré por los niños que son los más ansiosos — dijo y los pequeños aplaudieron. Les repartió primero a las niñas y luego a los niños.

— Los regalos de los varones grandes avisó que los preparó Nico — ríe repartiendo los regalos que ellos hicieron para nosotros.

— ¡Está buenísimo rubio! — grita Ramiro sacando una gorra.

Ámbar siguió repartiendo los regalos y cada uno más o menos tenía unos siete o seis regalos, tanto los grandes como los niños.

Nico empezó a repartir los jugos que acababa de terminar de preparar y Gastón ayudó a servirlos. Simón acomodaba la mesa y empezaron a levantar todo lo que era del almuerzo para proceder a la merienda.

— ¿Puedo abrir los regalos? — susurró mi pequeña Caro a lo que la miré.

— No Caro, nadie los abrió quedará mal si los abres, en la casa veremos uno por uno — le sonreí y asintió algo afligida.

En medio de que todos estábamos tranquilos hablando y tomando jugos, Emma comenzó a llorar en brazos de Luna, entonces esta última le entregó a Delfina quien estaba con Male y tuvo que bajarla. Pudimos todos observar la cara de Malena al ver como su mamá alzaba a su hermanita menor.

— ¿No podías alzarla en otro momento? — dijo enojada mientras cruzó de brazos. Todos miramos atentos la escena.

— Malena no empieces con tus caprichos — ignoró la pregunta Delfi y bajó la voz, para que su hija la imitara y no hablara fuerte.

— Siempre que estás conmigo la alzas — se enojó y caminó molesta hacía la mesa en dónde estaban antes.

— Les dije que era terrible — susurró Delfina mientras mecía a la bebé.

— Se pone caprichosa y no hay quien la frene — dijo Pedro y todos reímos, él se levantó.

— No la vayas a buscar, se tiene que acostumbrar a qué no siempre será como ella quiere — murmuró Delfi y lo agarró del brazo frenando a que vaya.

— Está bien — suspiró Pedro mirando a la niña algo afligido, sonreí porque sabía que se sentía.

— Igual es mejor que no la acostumbren a darles con los gustos es chiquita y después se ponen peor — aconsejó Ámbar.

— Si es verdad, por mucho que duela hay que dejarlos que aprendan — dije y varios de la mesa asintieron.

— Es que a veces me da cosa dejarla sola ahí medio triste— bufa Pedro.

— Pero es lo mejor hasta que se acostumbré a qué su hermana es Emma y es más pequeña por lo tanto algo más de atención tendrá — dice esta vez Luna.

— Hablando de Roma — ríe Delfi — En unos días, estamos organizando cuando y eso, será el bautismo de Emma así que bueno queríamos avisarles así estén precavidos, estamos viendo que día y dónde — sonríe.

— Genial ¿Ya saben quiénes serán los padrinos? — pregunta Simón.

— Estamos en eso también — ríe Pedro.

Sin Principio Ni Final (Soy Luna)--Editando--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora