Capítulo 9. "Mejor que nunca"

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Nueva ciudad, nuevos amigos, nueva vida... ¿Qué más podía pedir? Era justamente lo que ella quería, no podía pedir más. Si ya estar con su chico era más que suficiente para ella, y por supuesto, él estaba muy feliz de tenerla a su lado todos los días. Ya no tenían necesidad de escabullirse pues eran totalmente libres de hacer lo que quisieran.

Pero no todo les resultaba tan fácil.

Ahora tenían que buscar un trabajo para poder mantenerse y así también poder alquilar un pequeño departamento, mientras tanto se hospedaban en un motel barato. Dawn quería trabajar pero Jason ya le había dicho que no tenía que preocuparse por nada, que él se encargaría de todo. A pesar de que no estuvo de acuerdo, terminó aceptándolo.

Ya después buscaría la forma de ganar un poco de dinero. Tal vez trabajando en una cafetería o una tienda, lo que sea.

No podía permitir que Jason le pagara todo.

—¿Cómo te sientes, muñeca? —le preguntó él acariciando su pelo—. Sé sincera.

—Mejor que nunca —contestó ella con una enorme sonrisa.

El ojimiel sonrió de oreja a oreja.

—Pues me alegra muchísimo escuchar eso —le dio un pequeño beso en los labios y clavó su mirada en ella—. Ay, Dawn... Me tienes mal.

—¿Qué tan mal te tengo? —arqueó una ceja, mirándolo pícara.

—Muy, muy, muy mal —dijo en voz baja mientras acariciaba su cintura por debajo de la ropa—. Tan mal que podrías volverme loco.

—Demuéstramelo —le incitó.

La miró a los ojos y vio que en ellos había deseo y lujuria, así que no tuvo que pedirle nada. Sabía lo que quería y se lo daría.

—Te amo tan jodidamente mal, Dawn Myracle.

Empezó a desvestirla en un abrir de ojos y ella también hizo lo mismo, pasando sus manos por todo su exquisito y masculino cuerpo. Oh, Jesús. Él la tenía completamente loca.

—Jason... —gimió cuando lo sintió hundirse en ella.

Le clavó las uñas en los brazos y no obtuvo ninguna queja de su parte, al contrario, aceleró los movimientos.

—Dawn —gruñó tomándola de las caderas—. Te extrañé.

—Igual yo, mi amor —dijo entre gemidos.

Y así pasaron toda la noche. No hubo necesidad de palabras, bastaron los hechos.

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