Capítulo 26. Segunda parte.

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El lugar estaba repleto de personas bailando, fumando, bebiendo y teniendo sexo en los baños. La típica fiesta americana. Claro, sin mencionar toda la droga que se consumía y vendía en el lugar. Así era el negocio. Dawn nunca había probado la droga y tampoco le interesaba hacerlo, pero sí había fumado un poco de marihuana y sólo lo hizo porque Jason despertó su curiosidad al decirle que sería una experiencia inolvidable. Y así fue. Esa noche se la había pasado riendo por cualquier estupidez.

También terminó teniendo sexo desenfrenado con Jason. Un muy buen sexo.

Diablos.

¿Por qué cojones tenía que pensar en él justo ahora? Ella debería estar pensando en el bonito y caliente chico que su buena amiga Beverly le presentó cuando llegaron al club. Su nombre era Azael Walk y tenía veintidós años, y unos bonitos abdominales. Él era el sueño que cualquier chica desearía tener por al menos una noche. Azael era guapísimo por donde lo vieras; cuerpo bien trabajado, alto, ojos verdes, bonita sonrisa y un piercing en la lengua. No sólo en la lengua, también en otras partes del cuerpo. Todo eso lo hacía lucir sexy. En pocas palabras, era endemoniadamente caliente.

Sin embargo, no podía poner toda su atención en él. Algo la estaba incomodando desde hacía un buen rato. Sentía que alguien la estaba vigilando a los lejos y eso la empezaba a incomodar demasiado. Mientras bailaba con Azael —quien la había sacado a bailar—, sentía que alguien tenía sus ojos clavados en su espalda. No tenía ni idea de quién podría ser pues no conocía a nadie. El tiempo que estuvo viviendo en esa pequeña ciudad no hizo muchos amigos. Podía contar con los dedos de las manos a las personas que conocía en esa comunidad.

De todos modos, Dawn presentía que la persona que la estaba observando la conocía muy bien. O ella la conocía. Tenía que acabar con sus sospechas de una buena vez. Así que sin más giró la cabeza y se encontró con los mismísimos ojos mieles de Jason. Y se quedó de piedra. ¿Qué estaba haciendo él aquí? Por todos los cielos, no podía tener tanta mala suerte. Jason vivía allí y podía estar donde quisiera, no obstante, le costaba creer que hayan coincidido en el mismo lugar. De pronto sintió ganar de salir huyendo. Esos ojos le estaban quemando la piel de la espalda, pero eso no era lo peor...

—¿Estás bien? —preguntó Azael, mirándola con el ceño fruncido.

Su voz le pareció lejana.

No podía despegar la mirada de Jason. Pero podía ver claramente que en sus ojos se reflejaban la rabia y el enojo. Y eso... eso era lo peor.

—¿Dawn...?

Rápidamente desvió la mirada hacia otro lado, tratando de ignorar a Jason mirándola fijamente. Con esos jodidos ojos asesinos.

—Eh, sí... Estoy bien, tranquilo —le sonrió falsamente—. Creí ver a alguien que conocía pero me equivoqué.

—Te ves tensa, ¿segura que estás bien?

—Sí, estoy segura —intentó lucir relajada—. Lo qué pasa es que no estoy tan acostumbrada a estos lugares —mintió.

—Oh, bueno, si quieres podemos irnos —le dedicó una pequeña sonrisa—. A donde quieras... Tú sólo dime.

—Beverly me mataría si me fuera y la dejara sola —rió por lo bajo—. Además, me estoy divirtiendo aquí contigo.

Una gran sonrisa se formó en el rostro de Azael.

—¿En serio? —su voz sonaba alegre.

Aw, era un chico dulce.

—Por supuesto. Tu compañía es muy agradable, tú lo eres —hizo énfasis en la última oración—. La estoy pasando de lo mejor. Te lo juro.

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