Capitulo 29

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Tras ayudarla a acostarse, la arropé y esperé a que se durmiera para salir de la habitación. Recién en ese momento el sonido de mi estómago me recordó la cantidad de horas que llevaba sin comer. Abrí el paquete que me había dado Julio al salir del café y me comí el sándwich, que para esa hora estaba casi congelado. Luego me metí en el baño y me dí una larga ducha buscando relajarme. A pesar de mi cansancio, sentí que si me echaba no conciliaría el sueño, por lo que regresé a la sala y sacando la libreta, me senté en frente de la máquina de escribir .... 

" Y entonces mientras sentía mi cara apretada contra la pared por la mano áspera y ruda de aquel guardia, ella me miró y lo hizo de tal forma que contradijo súbitamente todo aquello por lo que esa noche estuve a punto de matarla ... " 

No sé cuantas horas después, levanté los ojos del teclado y los froté lentamente mientras me recostaba en el respaldar de la silla. Miré un momento hacia mi cuarto y pude sentir su respiración ... a pesar de lo difícil y duro que era todo ... ese sonido tan frágil, apenas perceptible, inundaba mi espacio esa noche de una forma tan maravillosa que me hacía por un momento revivir aquella sensación de pertenencia ... algo que había dejado de sentir desde hacía muchos años. Cerré los ojos y pude ver con total claridad, mi cuarto de pequeña, mi hermana dormía al pie de la ventana mientras que yo lo hacía en el lado opuesto, casi junto a la puerta. En las noches en las que el viento solía soplar demasiado fuerte y las paredes se llenan de sombras, recuerdo que me era casi imposible dormir por el pánico que me invadía, sin embargo me bastaba con salir al pasillo, despacito y apoyarme contra la pared y ahí estaba su respiración …
 
Cerraba los ojos como ahora y el sonido de mi madre lograba acallar todos mis miedos, era mi arrullo a la distancia ... era mi madre ... mi casa ... nada podía pasarme ... Hasta que una noche, me levanté, salí al pasillo y nunca más la escuché. 

Andaba tan ensimismada en las imágenes de mi niñez que no me di cuenta de su presencia hasta que sentí sus dedos enjuagar mis lágrimas, salí de mi trance momentáneo y la encontré sentaba a mis pies mirándome ... yo le sonreí 

- Que haces que no duermes? Son casi las 5 

- No tenía sueño y aproveché para escribir un rato 

- Porque llorabas? 

- Tonterías 

- Anda cuéntamelo 

- Me acordaba de mi madre y como me gustaba escuchar su respiración de noche 

- ¿y porque te acordaste de eso? 

- Porque te escuché respirar y no sé .. fue como ... - la miré sin saber si continuar 

- Como que? 

- Como si después de mucho tiempo hubiese vuelto casa ... no sé como explicarlo 

-Sé de lo que hablas ... - se levantó del suelo y se sentó sobre mis piernas para apoyar luego su cabeza en mi hombro- Cuando deambulas demasiado tiempo sin rumbo fijo y de pronto un día tienes donde llegar porque alguien te espera ... - me miró y me sonrió con ojos achinados- es algo a lo que una corre el riesgo de acostumbrarse muy fácilmente ...

- Tu también lo perdiste verdad?- Me atreví a preguntarle. Ella me miró un buen rato en silencio, con esa mirada que aún no lograba descifrarle 

- Yo nunca lo tuve Camila ... tal vez algún día te cuente la historia pero ahora no me apetece - me besó tiernamente en los labios – demasiadas emociones juntas no? ... - me acomodó el cabello – ahora quiero solo una cosa 

- Que? 

- Pues ... - Me acarició lentamente la mejilla- Disfrutar de ti. .. -Volvió a besarme pero con mucho más énfasis- te necesito ... y sé que tu también ... - terminó de decirme mordiéndome el labio inferior – Verdad bichito? 

Otra vez, era ella quien recuperaba el manejo de la situación y sin hacer mucho esfuerzo ya me tenía a sus pies, así que nos levantamos y tras apagar la luz, regresamos a la habitación. Como era ya costumbre en nosotras, nos devoramos mutuamente, con la diferencia que esa madrugada, la palabra ternura, había aparecido en nuestro vocabulario.

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora