Capitulo 53

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Esa noche y varias que siguieron dormí en la cabina del cine, sin saber de nada ni de nadie, solo tenía ganas de estar sola, aislarme del mundo y tratar de borrar lo acontecido de mi memoria. Nunca pensé que algo me pudiera afectar de esa manera. Estaba como ida, miraba todo a mí alrededor y por momentos sentía que perdía la capacidad de distinguir incluso entre la realidad y mi propio mundo de ficción, llegándome a preguntar varias veces si lo que había pasado esa noche realmente ocurrió. Cuando regresé a mi departamento, al cuarto día de ausencia, entré en una profunda depresión que se prolongó por un par de meses hasta que Pancho apareció una mañana buscándome. 

- Me llamó el abogado, tienes una audiencia con el juez mañana por la mañana 

- Mañana?- me senté al sentir que la cabeza me daba vueltas 

- Camila otra vez? Carajo, vas de borrachera en borrachera 

- No me grites viejo que me duele la cabeza 

- Bueno, tienes 24 horas para recuperarte y no tirar por la borda todo lo que se ha avanzado hasta ahora y seguro que pedirán visitar tu departamento así que será mejor que vayas limpiando esta pocilga. 

- No creo que pueda enfrentar todo eso Pancho, no tengo la fuerza ahora 

- Qué? Perdóname Camila, entiendo que estés deprimida por lo de tu chica pero estamos hablando de Mauro y para ese niño, tú me oyes? Tú eres la única esperanza de que tenga un futuro. Entiendes? 

- Yo no pedí tener esa responsabilidad Pancho 

- No, pero lo quieres verdad?- lo miré- lo quieres o no?- asentí- bueno entonces no permitas que se pudra en ese lugar de mierda.
 
Respiré profundamente y así de la nada me puse a llorar ... 

- Anda chiquilla- me dijo abrazándome- no te pongas así 

- No puedo Pancho, no puedo quitármela de la cabeza, todo el tiempo la tengo aquí entiendes? Y me atormento al pensar que está enferma y que yo simplemente la aparté así de mi vida pero por otro lado, me acuerdo una y otra vez de lo que pasó en ese pasaje y no puedo con ello, simplemente no puedo 

- Eso es insoportable para cualquiera Camila... y estando juntas en esas circunstancias, no creo que les hiciera bien ni a ella, ni a ti. Farfalla es una tipa adulta, acostumbrada a lidiar con todo, tiene que encontrar el camino por si misma, lamentablemente tu no puedes hacerlo por ella. 

- Ya ... pero el problema es que la quiero Pancho, a pesar de todo la quiero, quisiera no sé, odiarla, por ejemplo ... pero no puedo y este sentimiento me hace todo mucho más difícil ... no puedo dejar de preocuparme. 

- Date tiempo hija, las cosas siempre se acomodan aunque ahora no veas la salida por ninguna parte ... ahora tienes que concentrarte en ese niño Camila, canaliza tus fuerzas hacia eso, tal vez te ayude a sobrellevar lo otro - Cogió mi vaso lleno aún a la mitad- Y aquí no vas a encontrar la solución eh? 

En los meses que pasaron y en los cuales evité todos los posibles lugares donde podría encontrármela, me concentré en mi trabajo y en seguir de cerca lo de la custodia de Mauro. Había tenido ya una entrevista con el juez y entre las cosas que se me había pedido como requisito para considerar mi petición, era que el niño tuviera su propia habitación. Así que inicié un proceso de transformación en mi departamento. 

Mi habitación era lo suficientemente grande para subdividirla y tras consultarlo con mi casero, quien no puso objeción ninguna, me gasté prácticamente el sueldo de dos meses en comprar los materiales necesarios y me volqué de lleno a eso. El tiempo fue lentamente calmando mi propia turbulencia y todo resto de violencia y coraje fue dejando paso a la más absoluta tristeza, la cual solo podía ser disipada por la presencia de Mauro, quien lograba sacarme del hoyo emocional durante las horas que pasaba con él. Esta necesidad que comencé a tener del niño fue alimentando muchísimo mis expectativas de que finalmente me dejaran adoptarlo y ese se convirtió de pronto en mi gran objetivo, incluso por encima de mi sueño de escritora.

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora