Capitulo 33

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Habíamos vuelto a hacer el amor esa noche y ella con su magnifica destreza para esos menesteres, terminó por borrar de mi mente cualquier rasgo de preocupación hasta que finalmente el cansancio acumulado que traía encima terminó por vencerme. Ni idea a que hora se fue ... y para cuando desperté, Mauro me esperaba ya bañado y sentado en una de las sillas a unos metros de donde yo me encontraba. 

- Que hora es?

- Las 9 menos cuarto Camila, vamos a ver a mi abuelita?

- Si, claro enano, me baño y nos vamos si? 

El panorama que encontramos en el hospital fue bastante desalentador y Mauro lo notó desde que entramos a la habitación. Doña Rosa, lucía tremendamente pálida y agitada. El niño se acercó al pie de su cama y le cogió la mano. 

- Ayer Camila me llevó a ver El Planeta de los Simios abuelita, estuvo súper y luego fuimos a un restaurant y ... - Se quedó súbitamente en silencio al ver que la anciana no le decía nada y con el rostro teñido de total preocupación me dijo- No me contesta y respira muy fuerte Camila ... 

Se me formó un nudo en la garganta y haciendo acopio de fuerzas me acerqué hasta el pequeño y le pasé mi brazo por el hombro. 

- Es que tu abuelita está débil Mauro, pero con esa mascarilla le están dando más oxigeno para que respire mejor ... - En eso, pude notar que la anciana no me quitaba la vista de encima, logrando ponerme aún más nerviosa- Ven Mauro, vamos a sentarnos aquí para dejar a tu abuelita dormir si? 

- No- Negó rotundamente- Yo quiero quedarme aquí con ella 

- Bueno, te acerco una silla entonces 

El niño se sentó y no se movió de ahí en toda la mañana, pendiente de cualquier movimiento que su abuela hiciera como muestra de una posible mejoría. Yo, al pie de la ventana, veía como la vida de esa anciana se apagaba sin remedio alguno. Lo veía a él, aferrado a ese único eslabón familiar que le quedaba y que le permitía todavía sentirse parte de alguien ... lo entendía tanto ... Quise gritar y desparecer al sentir que la situación me sobrepasaba, como carajo se puede pretender que un niño de apenas 8 años aprenda a soportar esa sensación de desamparo, de pérdida ... Como mierda se acostumbra uno a ello si no es viviendo en la irrealidad? 

Tras hacer un gran esfuerzo por convencer al pequeño de dejar el hospital, pues el horario de visitas había ya terminado, lo llevé a casa de Pancho, donde su mujer se había ofrecido a quedarse con él mientras yo trabajaba. Lo acompañé a cenar y cuando me cercioré que estaba ya más tranquilo, salí rumbo al cine. En el camino, por más que lo intentaba, no lograba sacudirme esa angustia y tristeza de encima, era totalmente consciente que me iba arrastrando hacia algo que me resultaba tremendamente familiar y no me apetecía en absoluto. En medio de esa lucha personal, tuve ganas de verla y desviándome de mi ruta, terminé por pasarme por su edificio. 

- Hola bichito- me dijo Reina al abrirme la puerta 

- Hola Reina, Farfalla? 

- Pensé que estaba contigo corazón, no la he visto desde ayer 

- Ya ... - le dije sin evitar sentirme algo enfadada- bueno ... eh ... si la ves, le puedes decir que se pase por el cine? 

- Ok, yo se lo digo ... Estás bien? 

- Si, gracias, me voy que tengo que trabajar, te veo luego Reina ... 

La esperé durante las dos funciones de esa noche ... no apareció. Tampoco apareció al día siguiente, ni al otro, ni al otro. Después de cuatro días de agonía, doña Rosa falleció ....

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora