Capitulo 35

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El lugar era bastante deprimente, un edificio viejo, grande pero sumamente descuidado. Tras una espera de casi 45 minutos, mientras se ponían de acuerdo si podía o no ver al niño, finalmente mis malos modales y la cara de maldita que traía, intimidaron lo suficiente como para permitirme verlo por 30 minutos. Apenas entró en la sala donde yo lo esperaba, supervisada por una mujer de lo más horrible, pude notar su tristeza. Lo abracé un buen rato y luego nos sentamos uno al lado del otro. Su rostro se transformó al ver el regalo que le había traído, una enciclopedia de inventos, la cual comenzó a hojear con gran interés. 

- Que le pasaron a tus gafas? 

- Un niño las pisó 

- Lo hizo al propósito? 

- No, de casualidad y se rompió uno de los palitos y como no hay dinero lo pegaron con cinta adhesiva. 

- Ya ... apenas me paguen, el mes que viene te voy a comprar unas nuevas ¿y que tal todo? Ya hiciste amigos- Negó con la cabeza sin retirar la vista del libro- ¿y porque? 

- Aquí también piensan que soy un bicho raro
 
Jugando con su cabello, me acerqué un poco más a él para que la mujer de la puerta no escuchara 

- ¿y la gente que trabaja aquí que tal? 

- La profesora es buena gente, los demás solo nos dicen lo que tenemos que hacer ... yo solo quiero que arreglen la ventana que está cerca a mi cama, entra mucho frío por la noche. 

- Bueno, ahora yo voy a hablar con ellos y cualquier cosa que pase me lo dices Mauro ya sabes no?- asintió 

- Mira, mira Camila, este es un calidoscopio, es súper chévere, una vez con el abuelo hicimos uno en casa, si vas a mi cuarto en el edificio, junto a la ventana, está, con el puedes ver las cosas distintas, ¿y tu sabes porque? .. 

- Ni puta idea pequeño genio- sonreí al ver su súbito entusiasmo- cuéntame porque ... 

En esos días, él era sin duda, el único que podía lograr apaciguar a mi monstruo interior y hacer olvidar, al menos por un momento, toda la miseria que nos rodeaba. El solo recordar esa luz en su rostro, cada vez que hablaba de aquello que lo apasionaba, era como una bendición entre tanta mierda, sin embargo esa magia terminaba muy pronto, dejándome a mi en esa especie de limbo, sin voluntad y con ese dolor cada vez más profundo que esa otra ausencia tácita, inesperada y prolongada, me había dejado. Harta de todo, no tardé en abandonarme a mis películas en video, latas de cerveza y pastillas para dormir, que la señora de la farmacia me vendía de contrabando y que por fin me permitieron descansar un poco. 

Sin embargo, los monstruos no se apaciguan eternamente y esa noche, el peor de todos despertó de su letargo ... esa noche que por más que lo intento, nunca he podido olvidar. 

Eran cerca de las 3 de la mañana de un lunes, cuando tras pasarme varias horas en un bar cercano y cerciorarme que mi cerebro estaba lo suficientemente mareado como para caer rendida sin mucho esfuerzo, finalmente decidí volver a casa. Y ahí. .. sentada en una de las gradas de la entrada, estaba ella. Me detuve unos segundos mientras se levantaba y me sonreía. La miré sin decir nada y me seguí de frente, abrí la puerta y sin cerrarla, subí por las escaleras. Ella, como ya lo suponía me siguió. 

Entré y sacándome la casaca, la lancé sobre los cojines. Fui a la refri, cogí una cerveza mientras ella cerraba la puerta. Me senté a la mesa y la quedé mirando sin decir palabra. 

- Acabo de enterarme por Julio lo del peque, lo siento Camila
 
- Ya ... -Tomé un sorbo de mi botella sin quitarle los ojos de encima 

- ¿y ya viste el lugar donde lo han llevado? 

- Un lugar de mierda- contesté de forma seca 

- Bueno pero algo bueno tendrá no? 

- No tengo ganas de hablar de eso- la miré- Que querías? Tirar? O quieres la parte tierna? Porque si quieres lo segundo te jodiste eh. No estoy para esas estupideces ... en cambio - volvía a tomar otro sorbo- si quieres un polvo, pues puede estar bien, solo espérate a que termine mi cerveza, mientras podrías ir haciendo algo para calentar motores no? ... como lo haces tan bien ... 

- Ya sabía que te iba a encontrar enfadada conmigo ... siento haberme desaparecido de esa forma pero mira yo ... 

- No tengo ganas Farfalla, estoy cansada de explicaciones, de excusas, de si puedes o no puedes controlar tu adicción, estoy harta de ti, de este barrio de mierda, del cine con olor a desinfectante... 

- Camila ... dej .. 

- Pero bueno ... tu no estás aquí para escuchar estupideces no? – me levanté y sin dejar de mirarla, aventé la botella contra la pared, reventándola en mil pedazos, ella ni se inmutó mientras yo me acercaba - vamos directo a lo que te gusta, para que perder tiempo 

- Camila tranquilízate quieres 

- Estoy tranquila no me ves? - Terminaba por llegar hasta ella con los brazos abiertos- deberías ya haberte quitado la ropa no? –Tiré súbitamente de su blusa, haciendo que sus botones saltaran por toda la habitación, ella de inmediato me empujó 

- i!!Déjame en paz!!!! 

- No, ya me excité así que pórtate bien- Me pegué a ella bruscamente mientras toda la rabia acumulada se me iba subiendo a la cabeza, ella trató de esquivarme- vamos polillita de quinta, que más te da, total para todos los que te tiras en una noche, una más no hace mayor diferencia 

- iTe he dicho que no mierda!!! - me empujó fuertemente tratando de liberarse pero yo tiré de sus cabellos, haciendo que se golpeara fuertemente la cara contra la pared, empezando a sangrar - Camila ... Camila
no!!!! me haces daño pedazo de bruta 

- iCállate quieres!!!! - Con mi cuerpo terminé por aprisionarla y con mis manos sujeté bien las suyas- iPuta de mierdaaa!!! !- le grité en la cara totalmente fuera de mi 

- ¡Camila!!! !, - me dijo - por favor, déjame ... déjame hablar!!!, tu no eres así ... Camila - me repitió varias veces hasta que yo, de una sonora bofetada la hice callar. 

Fue entonces que se quedó quieta, quitando cualquier intento de resistencia mientras que yo, absolutamente fuera de mí, sobre ella, trataba de correrme. No había pasado ni un minuto cuando un mareo repentino me asaltó, obligándome a correr, como bien podía en ese estado, hacia el baño, donde terminé por vomitar el alma entera. Al finalizar, me dejé caer a un costado del piso mientras me quedaba con los ojos perdidos, mirando mis manos temblorosas manchadas de sangre. 

No sé cuanto tiempo había pasado, cuando ella apareció en el umbral de la puerta. Tenía la ceja abierta, pero ya no sangraba, y los ojos hinchados, clara muestra de que había estado llorando. Me miró en silencio, mientras trataba de acomodarse sin lograrlo la blusa rota y sucia. Se acercó al botiquín y cogió una botella de alcohol, arrancó algo de papel higiénico y comenzó a limpiarse la herida. 

Me quedé horrorizada mirándola sin atinar a nada primero para luego, sin saber bien porque, levantarme y acercarme a ella. Lentamente cogí la mano con la que se limpiaba la herida, ella me miró y soltó el papel. La ayudé a sentarse sobre la taza del wáter y ahí, con mis manos que no podían dejar de temblar, terminé de curar sus heridas. Acto seguido, arrodillada frente a ella, en silencio, le acomodé la ropa, luego el cabello mientras las lágrimas nos caían a ambas por todo el rostro. 

- Estuve ... - carraspeó un poco al ver que la voz se le iba- en el hospital, necesitaba que me limpiaran de tanta mierda .... - La miré fijamente mientras sus palabras se me clavaban aún más fuerte en el alma. Cerré los ojos, abrazándome a sus piernas, y hundiendo mi cabeza sobre su regazo, solté un sonoro alarido de dolor.

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora