El comienzo

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Ella caminaba sobre una arena aún caliente que quemaba sus pies desnudos. Titubeante, a poco para derrumbarse y protegiendo sus ojos verdes esmeralda con sus manos arañadas. Sus cabellos estaban revueltos, sucios y por zonas manchados con sangre que había coagulado. Se esforzaba por respirar, el aire que entraba en sus pulmones parecía ser demasiado puro y ella ya no estaba acostumbrada a ello. ¿Cuánto tiempo hacía que no caminaba de esa forma?

Su corazón podría hacer explosión en su pecho ante esa libertad repentina que rasgaba sus entrañas. También se podían ver todas esas lágrimas que descendían por sus mejillas enrojecidas por un sol que tardaba en desaparecer más allá del horizonte. Todo la hacía sufrir, incluso el sencillo hecho de vivir le parecía imposible. Y sin embargo había logrado escaparse. Solo le habían bastado algunos minutos de despiste para poder coger vuelo. Y sin embargo, ¿sería suficiente?


Una joven mujer morena estaba sentada en su banco preferido, observando el cielo y sus vivos colores que cambiaban a cada segundo. El ruido de las olas la serenaba y observar ese paisaje le recordaba hasta qué punto la vida podía ser bella. Tenía que consolarse con esas pequeñas cosas para borrar los grandes dolores. Sola, como de costumbre, cerró los ojos para poder sentir cada segundo de ese momento. Una lágrima se escapó de sus ojos sin que pudiera controlarla y suspiró cuando la notó caer en su rodilla. ¿Desde hace cuánto tiempo vivía así?

Tenía ganas de gritar al mundo entero su pena, pero ¿quién la habría escuchado realmente? Entonces, acarició el anillo colocado en su dedo e intentó, más mal que bien, recordar la última vez que había sonreído. Pero no lo consiguió. Hacía ahora tanto tiempo para que su cerebro lo recordara. Sus ojos se abrieron de nuevo y su rostro se crispó, no lograba recordarlo...Nada más le venía a la memoria, todo su ser estaba vacío y vacío de esperanza. Solo quedaba el horizonte, ese sol que desaparecía tras el océano y un cuerpo que parecía haber perdido su alma. Entonces, ¿para qué continuar?

Mientras se auto convencía de que había tomado la decisión correcta, que finalmente había encontrado la solución a todos sus problemas, una rama crujió a su izquierda. Se sintió espantosamente molesta por el hecho de que su soledad habitual fuera perturbada, sobre todo ahora que había tomado una decisión radical y definitiva que la concernía. Preparándose para dejarse los pulmones y sacar hacia fuera toda su cólera, fue detenida en seco por la escena que se desarrolló ante sus ojos.

Una joven mujer rubia acababa de derrumbarse sobre sus rodillas, sus piernas parecían incapaces de aguantar por más tiempo su peso.

-Señora, ¿está bien?-

La pregunta era estúpida, pero fue lo único que la morena fue capaz de pronunciar. Era evidente que no...Al no recibir respuesta, la joven se levantó de su banco para acercarse a la desconocida que se había llevado una mano hacia su pecho, como para retener su corazón, listo a escaparse.

-¿Señora?-

La rubia alzó la cabeza. Sus ojos brillaban a causa de las incontables lágrimas que los habitaban, su arcada ciliar parecía herida, y un largo rastro de sangre discurría por todo el lado izquierdo de su rostro, su top, que debía ser inicialmente blanco, enarbolaba manchas de tierra, de sangre y de otras cosas no identificables. ¿Qué le habría sucedido a esa mujer?

Y en lo que pareció un esfuerzo sobrehumano, agarró el brazo de la morena que se había arrodillado cerca de ella, pareciendo aferrarse con todas sus fuerzas. Plantó sus ojos en los de su interlocutora...Esa mirada la estremeció, había tanta desesperación y sufrimiento que creyó derrumbarse. Era como si ella fuera su única solución, la única persona capaz de salvarla. Y por primera vez desde hacía mucho tiempo, en el espacio de algunos segundos apenas, tenía una razón de vivir: tenía que salvar a esa mujer.

-Yo...estoy aquí, voy a ayudarla...Déjeme solo sacar mi teléfono para que pueda llamar a una ambulancia-

Y cuando pensaba que la rubia le iba a devolver su brazo, esta la apretó un poco más fuerte. ¿Debía considerar ese gesto como un agradecimiento o todo lo contrario, una expresa petición de no llamar a los médicos? Entonces, la interrogó con su mirada, con un ligero fruncimiento de ceja, y los ojos de la desconocida se cerraron delicadamente y su cuerpo cayó hacia delante.

-¡Eh, quédese conmigo! ¡Quédese conmigo!-

La morena había agarrado su rostro para reposarlo en sus rodillas y golpeó ligeramente sus mejillas, teniendo cuidado de evitar los numerosos cortes que ahora podía distinguir con claridad por lo cerca que se encontraban. Al ver que ya no reaccionaba, comenzó a entrar en pánico y se quedó inmóvil. Al cabo de unos segundos, sacó finalmente su teléfono y tecleó el número de urgencias. Llegaron diez minutos más tarde...diez minutos que le parecieron durar una eternidad y durante los cuales no había dejado por un segundo de acariciar los cabellos y el rostro de la desconocida.

-¿Qué le ha sucedido?-

-Yo...no lo sé, se derrumbó en la playa hace unos diez minutos. ¡Por Dios! ¿Por qué han tardado tanto en llegar?- se irritó ella

-¿Señora? ¿Me escucha?- el médico golpeó a su vez las mejillas de la rubia, abriendo sus parpados y pasando por ellos una especie de bolígrafo luminoso. La auscultó durante unos minutos, después se mordió el labio, con apariencia inquieta.

-Hay que llevarla al hospital- dijo hablándoles a los dos camilleros que lo habían acompañado

-Yo los acompaño- dijo ella casi de inmediato, sin comprender ella misma por qué se preocupada tanto.

-No se preocupe, señora alcaldesa, vamos a hacer todo lo posible por salvar a su amiga-

-Yo...ni siquiera sé cómo se llama...- había confesado eso tanto al médico como a sí misma. No conocía de nada a esa rubia, ni su nombre, ni siquiera el sonido de su voz.

-Escuche, no sé lo que le ha ocurrido, ni cómo, ni por qué, pero puedo certificar que va a necesitar ayuda cuando se despierte...y parece que de momento, esta Jane Doe solo la tiene a usted-

-Allí estaré-



Por nuestra segunda oportunidadOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz