Y después nada

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David Nolan había llegado esa media tarde a Storybrooke, particularmente inquieto ante la situación. La angustia de haber perdido de nuevo a la que consideraba como a su hermana pequeña le impedía actuar con racionalidad. Se culpaba terriblemente por no haber sabido ver las pistas, por no haberse inquietado al ver a su amiga irse de vacaciones durante más de dos meses, por no haber logrado protegerla una segunda vez. Mientras conducía para unirse a su colega había dejado que las lágrimas bañaran su rostro una par de veces, pero rápidamente el odio borraba esas lágrimas.

Tras los saludos habituales tras cruzar la puerta de la comisaria, inmediatamente había pedido ver la carta escrita por Emma. La leyó varias veces, buscando el menor indicio. En una hoja aparte, había anotado las primeras letras de cada frase, las últimas de cada línea e incluso las palabras que se encontraban en medio de cada sentencia...en vano. Había que constatar que la rubia no había escondido nada y no había dejado tras ella nada que los pudiera ayudar. Después de todo, su amiga había perdido la memoria y seguramente le era imposible ayudarlos de ninguna manera.

Al cabo de varios minutos, había dejado la hoja sobre la mesa del sheriff y se llevó las manos a la cabeza, resoplando. La investigación sería larga y el comienzo desgraciadamente poco favorable.

-Sé que debe ser duro para usted...

-Vamos a encontrarla. Voy a encontrarla. ¡Si es necesario que me pase la vida buscándola, lo haré!

-Y yo voy a ayudarlo. Emma me ha pedido expresamente que la encuentre y lo haré. Quiero respetar todo lo que ella ha dicho en esa carta- hizo una corta pausa, acercándose a la mesa donde se encontraba su colega para tomar apoyo –Regina Mills no debe saber nada mientras no la hayamos encontrado.

-¿Piensa que es de verdad una buena idea escondérselo?

-Es Emma la que lo quiere. Así como desea que usted no se culpe por su desaparición. Y estaría muy bien comenzar por eso, David. Usted no tiene nada que ver...- había dicho el sheriff, la mirada clavada en la de su colega. David tenía que creérselo, no culparse...Sin eso le sería imposible trabajar a su lado.

-Si hubiera puesto más atención...Si hubiera cerrado mi maldito pico en vez de gritarle al mundo que ella estaba de regreso...Yo...

-No habría cambiado nada. Es un psicópata, la habría encontrado de una manera u otra.

-La vamos a encontrar, ¿verdad?- le había hecho esa pregunta con una fragilidad que desconcertó al sheriff por un segundo. Eso le reafirmó en la idea de que no podía fracasar en esa investigación.

-Sí, David. Vamos a encontrarla...- respondió Graham con certeza, él también tenía necesidad de creer –No le voy a esconder que será difícil...Al ser Regina mi jefa, va a hacer preguntas sobre mis actos. Habrá que ser discretos y...

-¿Está seguro de que no hay que decirle nada?- cortó David que deseaba de verdad tomar una decisión definitiva sobre la cuestión.

-Sé que ellas estaban cercanas y que es una de las últimas personas con las que Emma habló...Pero si supiera algo que pudiera ayudarnos, Emma jamás habría pedido que no lo dijéramos nada. Así que de momento, averigüemos por nuestro lado y como último recurso, iremos a verla. ¿Ok?

David pareció reflexionarlo por un instante, perdido entre su deseo de respetar las voluntades de Emma y el de tener todos las pistas en la mano para encontrar a su amiga. Sin embargo, la solución propuesta por Graham le pareció totalmente correcta y asintió con un movimiento seco de la cabeza. Regina no debería estar al corriente de las reales circunstancias de la partida de Emma.

Por nuestra segunda oportunidadWhere stories live. Discover now