Lentamente

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-August Wood, señora.

Regina tuvo la impresión, en ese preciso momento, que acababa de recibir un puñetazo en pleno diafragma, cortándole en seco la respiración. Se quedó así varios segundos, sin moverse, incapaz de interiorizar la confidencia que acababa de hacerle el sheriff. Las piezas del puzle parecían ir encajando lentamente, pero numerosos huecos oscuros le impedían comprender la importancia de esa revelación. ¿Por qué no le había dicho nada a ella? ¿Qué diablos había ocurrido tras esa puerta? ¿Y por qué razón había sido mantenida apartada de esa investigación? ¿Era un pedido expreso de Emma?

Estaba ese cuerpo inerte, esa joven que David sostenía en sus brazos, la ambulancia que se había marchado hacía poco. No quería creerlo. Se negaba a admitirlo. Era inconcebible.

-La...la joven...¿Era...era...?

No lograba finalizar su frase, incapaz de pronunciar su nombre, muy consciente de lo que eso podría significar. Había visto la inquietud en el rostro de David, había visto que la rubia que había recostado en la camilla ya no se movía, había visto...

-Sí, señora...Era Emma.

En el mismo instante en que Graham pronunció su nombre, una lágrima se escapó de los ojos de la morena que no pudo controlarse. Los temblores que tomaban cuenta de su cuerpo le impidieron permanecer firme y sus piernas no soportaron más el peso de su cuerpo. El sheriff la agarró en el último momento, evitando que se rompiera las rodillas con el granito. El hombre, poco acostumbrado a las demostraciones de afecto, no sabía qué actitud adoptar con su jefa, que ya no parecía en condiciones de efectuar el menor movimiento.

Se quedaron así, encogidos en el suelo, los sollozos de la alcaldesa comenzaron a romper el silencio que se había instalado. Con un gesto torpe, el sheriff posó su mano en la espalda de Regina, intentando consolarla como podía. Al cabo de largos minutos, él le alzó el rostro para mirarla a los ojos

-La hemos encontrado a tiempo. Está viva...- precisó en un murmullo –Regina, debe recomponerse, estos dos últimos meses han sido terribles para ella y va a necesitar de usted más que de nadie.

Ella lo miró entonces profundamente, intentando reconectarse a la vida que la rodeaba e intentando tomar consciencia de lo que acababa de oír.

-¿Cómo...que...dos...dos meses?- susurró ella, con débil voz, sintiendo el gusto de sus lágrimas saladas que se habían estrellado en sus labios

-No me toca a mí decírselo...

-Graham...

-Ella nos hizo creer que su marcha era voluntaria...Lo hizo para proteger a la gente que quiere.

Y como una autómata, la alcaldesa alzó sus ojos vacíos de toda expresión. Tomó la dirección de su casa sin una palabra más hacia su subordinado que se había incorporado turbado. Graham no tenía idea de lo que acababa de pasar por la mente de la alcaldesa, pero sabía que estaba conmocionada por la situación.


Ya llevaba David dos horas en el hospital, esperando desesperadamente noticias del médico sobre el estado de salud de Emma. La había estrechado contra su pecho, todavía viva, la había escuchado murmurar su nombre antes de que se hundiera en la inconsciencia. Le había sostenido la mano en la ambulancia y le costó soltarla cuando los doctores habían deseado examinarla. Sentado en la silla de la sala de espera, se quedó inmóvil. Necesitaba saber que su amiga estaba bien antes de actuar y antes de avisar a todos los que la querían. Su responsabilidad en ese asunto era muy importante para permitirse fracasar una segunda vez. Su pequeño la esperaba, sus amigos, su familia también...¿Y Regina?

Por nuestra segunda oportunidadWhere stories live. Discover now