Cuando todo da un vuelco

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-Regina, bésame...

La morena se quedó estática ante ese pedido. Ninguna de las dos mujeres se atrevió a moverse. Regina abrió la boca, dispuesta a decir algo, pero Emma prefirió adelantarse, comprendiendo con dolor que los sentimientos que tenía por la alcaldesa no eran recíprocos. Bastaba con ver la turbación que la morena sentía en ese momento.

Porque ella sentía realmente algo por la mujer que le había salvado la vida. Aún estaba todo enredado en su mente, un tremendo enredo, pero había algo. Se había dado cuenta en el segundo en que había visto a Regina huir de Granny's el día en que habían discutido. Si ella se había marchado de casa de la alcaldesa, era precisamente porque no lograba comprender por qué su corazón se embalaba cada vez que ella le sonreía. Era todo demasiado rápido, demasiado fuerte y demasiado real. ¿Tenía ella aún el derecho y la posibilidad de sentir ese tipo de sentimientos?

-Perdóname, yo...Olvida eso, por favor, yo...yo...- balbuceó la rubia confusa. Era consciente de que había ido demasiado lejos y que su estupidez podría hacer que todo cambiara entre ellas, incluso antes de que Graham hiciera nada por encontrar su pasado.

-Emma...

-No, de verdad, ha sido estúpido por mi parte...La cita con el sheriff me ha puesto nerviosa, todo se ha mezclado en mi cabeza. Creía que...he sido estúpida- repitió la rubia que hablaba rápido, terriblemente avergonzada por lo que acababa de pasar. Mientras hablaba, se había incorporado, sentado en el borde de la cama y puesto su bata que descansaba en ella. Sentía las lágrimas hacer aparición en sus ojos y se destetaba por reaccionar así.

Regina, por su parte, estaba atónita, incapaz de efectuar el menor movimiento y aún parecía estar analizando la situación e intentando comprenderla. Emma acababa de pedirle que la besara...

-Será mejor que nos preparemos. Cuanto más rápido haga mi declaración, más rápido me veré libre de todo esto- dijo Emma, mientras salía con precipitación de la habitación de la morena, sin darse la vuelta, incapaz de afrontar la desolada mirada de su amiga.

¿Qué acababa de pasar para que todo diera un vuelco en medio segundo? Los pensamientos se mezclaban en el cerebro de Regina, que ya no sabía su propio nombre. Emma acababa de pedirle que la besara. Emma...La persona que compartía su vida desde hacía un mes, la persona de la que no lograba pasar ni para dormir como Dios manda, la persona que la había salvado y que le había devuelto la sonrisa acababa de pedirle que la besara. Sencillamente. Y ella, como una idiota, no había hecho el menor gesto, convencida de que ese pedido solo podía ser fruto de su cerebro y que la rubia jamás había pronunciado esas palabras. Besar...Emma.

La morena, entonces, salió de su habitación con las mismas prisas para correr al cuarto de Emma. Sin perder tiempo llamando a la puerta, entró y se detuvo en seco.

-Emma...Lo siento, no quería...

-Sí, lo sé...-la cortó la rubia, presintiendo que lo que venía podía romperle un poco más el corazón –Solo querría que olvidaras todo eso, si es posible, por favor...

-No- respondió Regina con tono determinado

-Comprendo que te moleste, de verdad no quería...Voy a volver a Granny's esta noche si es lo que deseas.

-No- repitió la morena –Y déjame acabar, por favor, Emma- añadió rápidamente para que su amiga no la interrumpiera una vez más. Inspiró profundamente para darse valor y vio a la rubia inclinar la cabeza, a la espera de lo siguiente.

-No quiero olvidar y no quiero tampoco que vuelvas a Granny's, porque...quiero besarte, Emma- Regina había dado unos pasos hacia la rubia, balanceándose de derecha a izquierda mientras hablaba como una niña pillada en una travesura. Finalmente, una ligera sonrisa se dibujó en los dos rostros.

Por nuestra segunda oportunidadWhere stories live. Discover now