Capítulo 11

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Observó que en su antebrazo derecho tenía una bolsa de plástico blanca. No llevaba muchas cosas. El estampado era de una tienda/mercadillo del centro comercial, no muy lejos del lugar en el que él había comprado las latas de café. Su semblante era pequeño y débil. Casi como si todo a su alrededor lo intimidase. Por otro lado, sus ropas eran de buena calidad. Especiales de maternidad para omegas varones. Una marca famosa en Corea no muy difícil de identificar. Pero el contraste entre las vestimentas y la persona que las portaba era enorme.

Como era de esperarse, no podía olfatear ninguna hormona proveniente de aquél chico. Un embarazo avanzado tenía el mismo efecto que la marca de un alfa. Eso en caso de que no estuviese marcado. De ser así, volvería a segregar hormonas con normalidad una vez diese a luz.

--Yo... me tengo que... Tengo que salir de aquí –Dijo él

--No se ve muy bien, ¿Viene acompañado? Puedo pedir a los paramédicos del centro comercial que lo revisen.

-- No... No, estaré bien...

Y se alejó caminando, dándole la espalda al policía, que lo miró sumamente extrañado. Repentinamente el chico se había tranquilizado. Había dejado de temblar, de mirar hacia todos lados, y sus ojos se habían estabilizado. Había adelantado algunos metros a Yang Seungbae cuando éste lo decidió seguir. Aquello no era normal. Tal vez ese muchacho no era peligroso para los demás –Especialmente estando embarazado—Pero su instinto jamás lo engañaba. Había algo mal con él.

Había comenzado a caminar para averiguar a dónde se dirigiría el chico, cuando su teléfono sonó.

~~

En el taxi todo era silencio. El taxista ahora era un hombre joven que apenas había cruzado palabra con Bum. Éste, por su parte, recargado sobre el respaldo del asiento trasero, mirando por la ventana, ya no se interesaba en el exterior. Ni en admirar el paisaje urbano que sin darse cuenta tanto había añorado en su cautividad. Sus ojos parecían secos. Perdidos en la nada. Justo como la calma después de un prolongado y tempestuoso llanto. Solo que en ésta ocasión había sido el ataque de pánico el que le había pasado factura a sus energías. "Quiero ir a casa" pensó. Habían pasado algo menos de tres horas, pero durante el trayecto de regreso el sol se había escondido y los luceros de las calles lo saludaban con sus amarillas y deslumbrantes luces como fósforos gigantes encendidos apostados a los costados de las banquetas. Los rostros de los transeúntes apenas eran visibles para él, que no se inmutaba.

El taxi se estacionó sobre la ya familiar avenida en la que Bum primero había estado. Un reconfortante calor subió por su espina dorsal. A continuación, todo lo que experimentó no fueron más que fragmentos de mareo, confusión. Imágenes tambaleantes que se agolpaban en sus pupilas.

"Más cerca" Pagó torpemente al hombre y salió del taxi

"Más cerca" Caminó en el pavimento. Arrastrando los movimientos. Capaz de desplomarse en cualquier momento.

"Más..." Divisó a lo lejos la entrada roja de metal que antelaba a la puerta de la casa.

"Sangwoo" Buscó "Sangwoo"

La puerta que empujó para entrar sólo la recordó como un manchón en el paisaje. Y detrás de la segunda, no necesitó buscar más. Ahí Sangwoo lo esperaba. Con sus brazos abiertos y una sonrisa en el rostro. Bum lo miró y su rostro se iluminó.

--Yo... --la bolsa de su antebrazo cayó al suelo— Yo...

Poco a poco la expresión de angustia se eliminó de sus facciones. Una gruesa capa de salinas lágrimas le llenó los párpados, que se contrajeron con el movimiento de su ceño fruncido hacia arriba, al mismo tiempo que la comisura de sus labios tembló. Se acercó, y el otro envolvió en su abrazo. Bum se sintió desfallecer.

--Lo hiciste bien, Bum... --Le acarició la cabeza con gentil ternura—Estoy aquí

El chico rompió en incontrolable llanto. Ahí. Eso era. Ese calor que tanto le había hecho falta. Sangwoo lo tenía.

--Sabes que allá no hay nada para ti –Le dijo, tomando su humedecido rostro entre sus manos y haciéndolo mirar hacia arriba, encontrándose con sus ojos—Y por eso estás aquí. Porque ambos me pertenecen.

Bum sentía la presión sobre su vientre. Su cuerpo estaba demasiado cerca. Las palabras del otro se deslizaron sin percances dentro de sus oídos, por sus tímpanos, hasta llegar a lo más profundo de su psique. La imagen del rostro de Sangwoo se reflejaba en su totalidad sobre sus brillantes y rojizos ojos.

~~

La bolsa de plástico con las latas ya sólo tenía la mitad. Los demás hablaban, reían y perdían el tiempo en tonterías sentados a sus anchas sobre sus escritorios. Yang seungbae meditaba con los codos sobre la mesa, ignorando con facilidad el bullicio de los otros oficiales.

"A él lo he visto en otro lado" Pensaba "Pero, ¿En dónde?" Una y otra vez intentaba con todas sus fuerzas rememorar los eventos importantes –O al menos, los que más grabados tenía—que habían acontecido al menos cuatro meses hacia atrás. Habían arrestado a un par de vagos, interrumpido una fiesta en zona residencial, capturado a un ladrón de tiendas y habían puesto bajo custodia a una pareja de ocupas que se había alojado en una casa mientras la familia había salido de vacaciones. Nada especialmente fuera de lo usual.

De pronto, recordar aquél último incidente, de casualidad le recordó a aquella ocasión en la que un muchacho extraño se había parado por varios minutos frente a la casa de un conocido del oficial Park. Bingo. Había dado en el blanco. "¿Era él?" Se preguntó. Y es que ese día, el muchacho que había visto difería mucho del que se había encontrado en el centro comercial. Para ponerlo en palabras más generales, el de hoy lucía mucho más saludable . Y no habían pasado cuatro, sino cinco meses de aquél incidente. Y lo sabía porque justo una semana después, el oficial Park se había jubilado de las fuerzas policiales. Justamente un mes de diferencia del tiempo que él había deducido para juzgar el nivel de embarazo del muchacho del centro. El asunto comenzaba a tener forma.

Podría haber jurado que eran personas totalmente diferentes. Pero la mirada tan característica que tenía lo sacaba de toda duda. Ojos negros sumidos en la angustia y el miedo. Claramente a él, el chico no lo había reconocido. Y si no se equivocaba, el dueño de la casa en la que lo había visto por última vez, era el muchacho que había saludado al oficial Park en la patrulla. El que había quedado huérfano en condiciones dudosas. Cuyos padres habían sido misteriosamente asesinados.

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NOTAS DE LA AUTORA: Hola, Arattae aquí. Muchas gracias por leer!! por cierto, el próximo capitulo va a tardar en salir. Como las que me leen en amor yaoi saben, me fracturé el tobillo patinando y apenas me quitaron dos tornillos, por lo que me duele mucho estar sentada. Espero que no sea más de una semana. Cualquier cosa les estaré avisando por acá. 



KILLING STALKING OMEGAVERSE FICTIONWhere stories live. Discover now