Capítulo 31

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Era como chocar contra un muro de concreto. Los clubes nocturnos de Hongdae tenían fama de ser manejados en las sombras por policías corruptos y chaebols. Por lo que pensó que entrar sería pan comido. Gran error. Una vez se formó para ingresar, el cadenero le había pedido más bien enérgicamente que se retirara si pensaba entrar con esas "fachas" ¡Bah! 

Por lo que había visto, los Betas sí podían entrar al club pues la fila estaba mayormente conformada por éstos, contrario a lo que había dicho la muchacha momentos antes.  No obstante, no se podía permitir meterse en problemas por intentar realizar pesquisas no oficiales bajo su título de oficial, así que en lugar de pedirles la entrada enseñando su placa y anunciándose como policía, decidió abortar la misión en ese instante. Ahora observaba el club sentado en una mesa desde un bar aledaño que tenía vista a la calle. 

Por ley, todos los establecimientos estaban obligados a tener cámaras de seguridad tanto en el interior como en el exterior. Él podía ver las del club desde la calle, apuntando a la entrada. Sin embargo, no se podía acceder a las grabaciones a menos que 1. fuese el dueño o el cuerpo de seguridad del edificio, o 2. Se tratase de una orden judicial. Una ola de frustración se apoderaba de él cada vez que pensaba en lo fácil y rápido que habría resultado todo si tan sólo los investigadores del caso de Ji Eun hubiesen hecho su trabajo apropiadamente. O si él hubiese sido asignado al caso. Pero ni estaba en la división de desapariciones ni  tenía la paciencia para hacerse de palabras con funcionarios negligentes. 

"A no ser que... " Pensó

Retiró su mirada de los portones del club y comenzó a examinar minuciosamente los postes y las paredes de la calle en la que estaba. ¿Cómo lo había podido pasar por alto? La vialidad pública también tenía cámaras que no pertenecían a ningún particular y los registros grabados se almacenaban de manera en que distintas autoridades administrativas tenían acceso. Y no sólo administrativas, también judiciales. Apresuró el vaso de limonada que había pedido y salió del bar, dispuesto a dirigirse a la estación de policía, pero antes, debía hacer una parada.

El edificio era pequeño. No sabía ni siquiera si a una construcción de ese tamaño se le podía llamar edificio. Era más bien una suerte de vecindad con apenas seis inquilinos, entre ellos el anfitrión que Seung Bae planeaba visitar. Las paredes amarillas de la fachada tenían marcas del óxido de las puertas y de las escaleras de metal que subían en caracol hacia el primer piso. Mientras pisaba cada escalón, el rechinar de la suela de sus zapatos contra su desgastada superficie le hizo el favor de anunciar su llegada, pues la puerta de en medio se abrió, seguida de un hombre que salía del interior del departamento.

-- Oh, eres tú -- Pronunció -- Te dije que usaras deportivos cuando vengas. Haces ruido con esos zapatos y molestas a los vecinos.

-- No tuve tiempo de ir a cambiarlos -- Respondió, caminando en su dirección.

-- Mhm..... Como sea

Ambos entraron y el otro se ocupó de cerrar la puerta a sus espaldas, mientras el policía se quitaba los zapatos y los dejaba a un lado de la entrada. El hombre se llevó los cabellos hacia atrás con la palma de la mano, cabellos que estaban hechos una maraña sobre su cabeza, con rastros de tinte rubio en las puntas. Su playera, que parecía haber sido blanca originalmente, en ese momento portaba manchas de salsa café en el pecho (de fideos de frijol negro, a juzgar por el olor que despedía) y una figura amorfa hecha probablemente de grasa a la altura del estómago. Su barba de tres días tenía lugares lampiños que lo hacían ver como si hubiese rasurado sólo esos puntos de manera deliberada. Como si fuese una decisión de estilo para complementar su imagen de hobo en aislamiento voluntario.

-- No me tardé ni quince minutos con lo tuyo. Podríamos haber hablado de esto por kakao --Refunfuñó, rascándose la barriga por debajo de la camisa y un tobillo con las uñas del pie opuesto, a través de sus sandalias.

KILLING STALKING OMEGAVERSE FICTIONWhere stories live. Discover now