Capítulo 13

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Howdy! Hace mucho tiempo que no actualizo, lo sé lo sé. Pero recuerdan que estaba fracturada del tobillo? pues cuando comencé a caminar de nuevo tuve que regresar a la escuela y apenas salimos de vacaciones. Espero poder seguir actualizando más seguido al menos tres capitulos por semana. :) Perdón por la demora, pero gracias por leer <3 

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Era de día. Lo sabía porque le parecía escuchar un leve trinar de ave desde la diminuta ventana del baño, por donde también veía filtrarse los primeros rayos del sol como brillantes listones ambarinos. Como supuso, Sangwoo no se encontraba a su lado cuando despertó. Pero afortunadamente, hacía ya un mes que había dejado de sentir mareos, a pesar de que habían sido reemplazados por fatiga intensa en su espalda. Su barriga había crecido considerablemente en aquel lapso de tiempo. Ya solo faltaban dos semanas para que se cumplieran los nueve meses. y por ello casi no era capaz de divisar sus propios pies e inclinarse estaba fuera de cuestión. Las atenciones de Sangwoo no habían disminuido, pero desde aquella ocasión en la que tuvo que salir al centro comercial, se sentía extrañamente relajado. Ya no habían en él deseos por escapar.

En alguna ocasión, Bum, en medio de una espantosa crisis de malestar debido al embarazo, se comenzaba a sofocar dentro de la habitación. De nada le sirvió tomar agua, empaparse la cara, respirar profundamente. Tenía escalofríos y terribles ganas de vomitar. En un momento de pánico, como su última opción, aunque sin haberla meditado lo suficiente, intentó abrir la puerta principal y para su suerte, ésta se abrió. No estaba cerrada con llave y esto no se lo cuestionó hasta un par de días después. Aunque lo primero que llegó a su cabeza fue pedir ayuda, recordó cómo en esa calle en específico no habitaba una sola alma que no fuesen la suya y la de Sangwoo. Sin fuerzas ni la voluntad de desplazarse más, se había arrinconado sobre las escaleras con la cabeza entre sus piernas abrazando sus rodillas. Había escuchado en algún lado que en ocasiones, en embarazos primerizos, podían ocurrir crisis hormonales. Pero jamás se imaginó que fuesen tan terribles. Lo suficiente, al menos, como para hacerlo intentar pedir ayuda aún sopesando la situación en la que se encontraba. Minutos pasaron sólo antes de que Sangwoo atravesara la puerta roja del patio y lo encontrase hecho un medio ovillo a un costado de la puerta gris. El malestar de Bum era tanto, que poco le importó en esos momentos. Sin embargo, sangwoo se inclinó hacia él primero, y tocó ligeramente sus hombros. Después, entró a la casa y salió con un hielo cubierto por un paño de franela y levantando el rostro de bum, sentado junto a él, le frotó suavemente el cuello y el rostro con la húmeda y ligeramente fría tela. La sensación de frescura apaciguó el bochorno. Con ternura Sangwoo había engarzado su mano libre entre los cabellos de bum y levantaba su flequillo exponiendo su cara ante la cálida, pura briza del ocaso. El contraste de temperaturas le sentaba bien. Y ahora, con la cabeza levantada por el agarre de Sangwoo, podía respirar con más libertad que cuando abrazaba sus piernas (o lo que podía alcanzar de sus piernas con el vientre de por medio). El olor del otro era sumamente agradable. Un poco cítrico y al mismo tiempo con un suave tono a madera. Le inspiraba limpieza y pulcritud. Poco a poco se sentía mejor. Y como envuelto en un hechizo, el sueño lo comenzó a abrazar. Sólo recordaba los fuertes brazos de Sangwoo a su alrededor, llevándolo cargando hacia la habitación, y el movimiento de sus manos que lo cubrían con la frazada del colchón.

Sí, aquél día era casi un tesoro para Bum. Por atenciones como esas se podía atrever a olvidar los terrores de los primeros meses en su cautividad.

Como todos los días continuaba con su nueva rutina. Había cosas que por supuesto, ya no podía realizar, como fregar los pisos, limpiar el baño y sacudir las colchas. Pero seguía preparando la comida y lavando los platos. En ocasiones lo hacía en compañía del sonido de la televisión.

No obstante, al momento de intentar alcanzar la vajilla desde la repisa superior de la cocina, sintió una sensación dolorosa en la espalda Se detuvo y esperó unos minutos. No era nada fuera de lo usual. Estaba habituado a que su columna sufriese los efectos del cada vez mayor peso de su barriga. Sin embargo, una punzada atravesó de pronto la entereza de su espina dorsal. Sentía como si un relámpago lo hubiera tocado y obligado por el dolor, se dobló sobre sus rodillas y las reposó sobre el suelo. Eso ya no era normal. No podía serlo. El dolor no desaparecía y se mantenía latiendo como horrorosos calambres que se extendían ahora por todo su torso.

Con la respiración agitada y sudor frío remojando los cabellos de su nuca alzó la mirada hacia el redondo reloj de madera que descansaba a un costado de la pared de la cocina. Era tarde. Aún Así, no lo suficiente. Sangwoo llegaría al menos dentro de tres horas. Una descarga de dolorosos calambres en la espalda baja lo arrastró directo al pánico. ¿Qué debía hacer? ¿Qué debía hacer? No podía llamar a Sangwoo. No sabía su número. Estirandose lo más que pudo alcanzó el teléfono y temblando, aunque dudó por un momento, marcó al número de emergencias de Seúl. Mientras esperaba en la línea su inseguridad creció. Sangwoo había mencionado que no irían a un hospital. Por supuesto que la ambulancia lo llevaría a una sala de emergencias para atender el parto. Pero después de eso... Él no tenía seguro médico. Y mucho menos trabajo. Era posible, además, que tomando en cuenta las circunstancias, sangwoo jamás iría al hospital. Tal vez incluso escaparía. ¿Qué haría entonces?

Tan pronto como la llamada conectó y aquella voz femenina de la dependienta cruzó el auricular del teléfono, Bum colgó y se cubrió el rostro con ambas manos. No tenía opción.


KILLING STALKING OMEGAVERSE FICTIONTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon