Segundo año

555 42 104
                                    


—¡Mami, juega!

—Ahora no, tesoro. Tengo que darle de comer a tu hermana.

A Lori se le dificultaba ponerse de pie, no era muy rápida y apenas duraba pocos pasos antes de caer al suelo de nuevo. Su madre reconocía que era bastante perseverante. La había seguido desde la cocina hasta el comedor, donde tenía ya a Leni sentada en su silla. La bebé de cinco meses, bajaba la vista teniendo dificultad en enfocar a su hermana mayor tironeando del pantalón de su madre.

—Vamos a ver, Leni. Abre bien la boquita que hay va el avioncito.

Leni obediente hizo caso tan pronto vio la cuchara con papilla, comiendo y claramente disfrutando de su comida. Abajo, la pequeña de quince meses miraba con interés a su madre y a su hermana. Ya se estaba haciendo algo tarde, Rita pensó en que tal vez podría darle también a Lori su almuerzo.

—Ven Lori, vamos a comer también.

La niña arrugó el rostro y negó con la cabeza, se dio la vuelta e intentó huir a prisa inútilmente, su madre la pescó en el acto poniéndola en la otra sillita especial junto a su hermanita.

—Vamos, cariño. No me lo hagas más difícil.

El platillo tenía una proporción generosa de papilla para dos bebés y poco más. Rita acostumbraba a servirla así para comer ella también y que sus hijas la vieran hacerlo, de esa forma esperaba la imitaran. Tomó otra pequeña porción para Lori, siendo Leni la primera en abrir la boca gustosa creyendo que era para ella, a diferencia de su hermana que la cerró firmemente y esquivaba los intentos de su madre para tomarla. Tras cansarse, Rita se la dio a Leni quien no desaprovechó nada.

—¿Por qué con tu hermanita no tengo tantos problemas, jovencita? Vamos, Lori. No puedes dejar que tu hermana se coma todo lo tuyo. Entonces Leni crecerá siendo una niña sana, gordita y muy fuerte. ¡Uy!

Se puso de pie llevándose una mano a su abultado vientre. Parece que el "otro" bebé acababa de darle una patadita. No fue dolorosa, pero de vez en cuando tenía esas ligeras molestias. Ignoró pronto la sensación concentrándose en alimentar a sus pequeñas.

—Por favor, Lori. Aprende de tu hermana. Mira que rico está.

Ella probó la papilla, pero al hacerlo sintió asco. Tuvo que esforzarse en disimular su disgusto para no darle a su primogénita otro motivo para no querer comer. Leni la miraba fijamente, la más pequeña alternaba su vista del rostro de su madre a su vientre tan hinchado. Rita pensó que esa niña era demasiado intuitiva pese a ser tan pequeña.

La puerta principal se abrió, por ella el señor Loud entró radiante con un ramo de flores en sus manos.

—¡Cómo está mi adorada familia!

Rita se levantó corriendo. Lynn abrió los brazos para recibir a su esposa, pero ella se pasó de largo con las manos en la boca. Preocupado, su esposo la siguió hasta la puerta del baño, donde la dejó estar tras escucharla devolver, mejor fue al comedor. Al verlo, Lori alzó los brazos muy feliz.

—¡Mami!

—¿Cómo está la princesa de la casa? —Lynn dejó el ramo sobre la mesa para alzarla en brazos, haciendo distancia al notar los restos de comida dispersados por todo su babero—. Y no soy mami. Soy Papi. ¿Puedes decir papi? Paaaa.... piiii.

—¡Mami!

—Tú ganas, pero entonces el diez de mayo yo también quiero regalo. ¿Qué me dices tú, Leni?

La bebé sonrió al escuchar su nombre, tal vez, pensó Lynn, era la única palabra que entendía. Se preguntó si ya habría comido, su babero estaba impecable a diferencia del de su hermana mayor.

Aniversarios (The Loud House)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora