Tercer año

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La van se estacionó a sólo pocas calles de donde los Loud vivían. Los tres adultos descendieron, siendo la pareja quien boquiabierta observaba la casa a la que habían llegado. El sitio era inmenso: dos plantas y el doble de ancho en comparación a donde vivían, con un ático y sótano también. Albert miraba divertido la reacción de su hija, que a pesar de ser madre, conservaba todavía aquél deje infantil que recordaba en su capacidad de asombro; por supuesto que así debía ser, sólo tenía veintitrés años. A esa edad él continuaba andando de mujeriego, no sentando cabeza. Cuando finalmente decidió casarse y comenzar su familia, debía ser al menos un par de años mayor que su yerno de veintiocho. Fue la reacción de este la que no le gustó, parecía disgustado, a la vez avergonzado. Al imaginarse en sus zapatos pudo entenderlo, si fuese él probablemente actuaría igual. No se hubiese inmiscuido de tal forma, de no ser porque se trataba de su hija y nietas; su preocupación era de esperarse.

—¡Papá, es magnífica! —Exclamó entusiasta Rita sin atreverse a ver a su esposo— ¿Pero no es muy grande?

—Es espaciosa. Cada una de las niñas podrá tener su propio dormitorio si así lo quieren, igual les sobrará espacio. Mejor que mejor para que ellas puedan crecer apropiadamente.

Los puños de Lynn se tensaron. Su vista no estaba en la casa, sino en el suelo. Albert decidió que escogería la próxima vez mejor sus palabras antes de decirlas en voz alta. Cargando a la más joven de las niñas, Rita se apresuró a la puerta con la llave ya en mano. Al volverse, miró que su padre y su esposo continuaban en el jardín.

—¿No vienen?

—Mira la casa, tesoro. Dame un minuto con Lynn.

A Rita no le gustó que la tratase como una niña todavía, pero aunque querría estar presente e intervenir de ser preciso entre ambos, decidió confiar en su padre para que tratara lo que fuese con su esposo. El hombre volvió al auto y sacó en brazos a su pequeña hija de un año, la cual señaló con su bracito la casa sorprendida.

—Casa papá.

—Sí Leni, es una casa. ¿Quieres conocerla con mamá?

Otra niña apenas un poco más grande que aquella bebé, se asomó dando saltitos al lado de su hermana.

—¡Yo tambén quero ver la casa!

—Está bien Lori, está bien. Con cuidado, deja de saltar, no vayas a pisar a tu hermana.

Abrió la puerta y Lori presurosa salió corriendo hacia su madre. Estuvo cerca de caerse de las escaleras de entrada al tropezarse, si no fuese porque Rita fue rápida en atraparla. Llevada de la mano de su padre, Leni a pesar de ser más pequeña, daba pasitos muy precisos buscando seguir a su hermana.

—¿Puedes con ellas? —le preguntó a su esposa que tomó a Lori de una mano, mientras con la otra sostenía a la bebé que continuaba dormida recargada en su pecho. Leni a su vez iba de la mano de Lori.

—Por supuesto. Por favor, no quiero que se peleen.

—No nos vamos a pelear, creo que tu padre solo quiere hablar.

—¿Y tú? Por favor, entiende que no lo hace por molestarte. Sólo quiere ayudarnos.

—Lo sé —y esa era la parte que le molestaba—. Tranquila, sé que le caigo bien, siempre lo ha hecho, con excepción de cuando anduvimos de novios, nos comprometimos y nos casamos. Fuera de ahí, ¿cuándo le he caído mal?

—Lynn...

—Me portaré bien con tu padre, te lo prometo —baja la vista hacia sus hijas—. Pórtense bien y no cansen a su mamá, ¿entendido?

Aniversarios (The Loud House)Where stories live. Discover now