Sexto Año

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—¡Mami, cuando cheshca seré cantanta!

—Se dice cantante, Luna. Me parece muy bien, hija.

La niña de tres años pareció entusiasmada porque su madre pensara que estaba bien su decisión, sin percatarse que se lo había dicho más por decirlo que por estar de acuerdo. Rita estaba adormilada, había estado viendo películas infantiles en compañía de Luna, Luan y Lynn y se sentía aburrida, pues eran las mismas películas que ya había visto y a sus hijas les encantaban, en especial a Luna que se la pasó cantando junto al televisor todas las canciones que se habían reproducido, siendo particularmente intensa con "bajo el mar" y en la otra película con "un amigo fiel". Ciertamente Robin Williams estaría orgullosa de ella, la verdad le sorprendía bastante que, a pesar de ser tan chiquita, pudiera seguir la letra apresurada del genio de la lámpara apenas con pocos fallos, a diferencia de cuando hablaba de forma natural.

Luan no había dicho ni pío, como de costumbre su hija de dos años se había quedado embobada viendo la pantalla, sonriendo en las escenas divertidas y poniendo cara de asombro en las dramáticas. Su madre se preguntaba si en realidad era capaz de entender lo que estaba ocurriendo en la película, o si sencillamente se dejaba llevar por las imágenes. Los créditos de la película comenzaron, a lo que la niña señaló extendiendo el brazo señalando el reproductor de DVD.

—¡Fin! Ota mami, ota.

Quizá su vocabulario estuviese limitado, siendo la mitad del mismo muchas veces ininteligible, pero eso sí que podía expresarlo casi bien haciéndose entender. Rita suspiró. Sería la cuarta película que vieran en el día si accedía al capricho.

—Mami está cansada, Luan. Ve a jugar con Luna a su cuarto. No es bueno que miren tanta televisión.

Por respuesta, Luan hizo un puchero. Anticipando lo que estaba por ocurrir, Rita preocupada se acomodó mejor a Lynn que estaba dormitando con el cuerpo sobre el sofá y la cabeza apoyada sobre su vientre.

—¡No llores Luan Loud! No quiero que despiertes a tu hermana que me enojaré. Luna, llévate a Luan por favor y les daré una galleta a cada una.

Animada, Luna intentó tomar de la mano a Luan, pero de un manotazo ésta se la hizo a un lado, marchándose por su propia cuenta hacia su habitación. Le era difícil subir por las escaleras a diferencia de Luna quien tuvo que desistir en ayudarla a causa de su mal humor.

—Luan se enohó, mami. ¿Le canto?

—Pues cántale.

Su hermana mayor inmediata corrió detrás de ella comenzando a tararear "Vamos a ver al mago de Oz" dejando tranquila finalmente a Rita. La mujer sintió una patadita en su vientre y Lynn de pronto se desemperezó.

—Duérmete, hijita. Tu hermanito está inquieto.

La pequeña Lynn bizqueó intentando comprender lo que su madre le decía sin mucho éxito. La bebé apenas tenía un año de edad, pero lucía como si sólo tuviese un puñado de meses. El calor de su madre le produjo sueño. Rita llevaba una blusa corta que dejaba al descubierto su abultado vientre, por lo que nada le gustaba más a la niña que apoyarse contra él pegando la oreja, dormitando así arrullada por el curioso sonido que venía del interior, aunque esto último Rita no lo sabía, pero gracias al último ultrasonido, había sido capaz ella también de escuchar el latir del corazón de su próximo bebé.

Miró el reloj colgado en la pared y con nostalgia, mientras pensaba lo poco que faltaba para que su esposo junto con Leni regresaran de recoger a Lori del kindergarden, recordó su anterior aniversario. El señor y la señora Loud habían pasado un susto terrible a causa de Lynn, cuando finalmente se las entregaron del hospital tras estar un mes entero en observación desde su nacimiento. Recordaba lo aterrada que estaba al pensar que su bebé moriría de un momento a otro y esto quizá fuera inevitable. Acarició el cabello de la niña. Su hijita era hermosa, con el cabello castaño y unas pecas similares a las de Luna, pero aún no estaba fuera de peligro del todo, siempre tenía ese aspecto tan frágil cual muñeca de porcelana. Nunca podrían bajar la guardia con ella y tendrían que seguir su tratamiento por algunos años más, hasta que los doctores determinaran que finalmente su cuerpo podía producir las suficientes defensas por su cuenta sin necesidad de agentes externos.

Aniversarios (The Loud House)Where stories live. Discover now