Treceavo año

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¡Feliz día de las madres! Dedico este nuevo capítulo a todas esas mujeres que nos dieron vida, nos apoyan en la misma y aprueban o al menos toleran nuestros hobbies, je. Saludos, colegas. No olviden dar un gran abrazo a sus madres, y aquellos que lamentablemente ya no la tengan a su lado, recuerden los momentos que pasaron juntos con mucho cariño.

10 de mayo del 2019.

* * *

—¡Guau, guau!

El pequeño pitbull blanco miraba consternado al extraño ser frente a él que no dejaba de ladrarle con una sonrisa. Dado que apenas era un cachorro muy joven, supuso que se trataba de alguien como él, aunque le resultaba un poco difícil apreciar las diferencias a pesar que se comportaba exactamente como él.

—¿Qué estás haciendo, Lana?

Una criatura semejante a la niña apareció, aunque su pelaje era blanco y el niño parecía tener por lo menos seis años.

—¡Guau, guau! ¡Licon!

Lana rodó y el cachorro divertido la imitó. Lincoln comenzó a reír. Le hubiese gustado seguir jugando, pero su madre le había pedido a Lori que fuera a buscar a las gemelas para darles de comer y ella había ido ya por Lola, así que Lincoln se decidió a darle una mano para buscar a la otra bebé.

—Ven aquí, Lanita. No molestes a Charles.

El perrito reaccionó al escuchar su nombre y siguió a sus amos animoso moviendo la cola.

Rita en ese momento con la ayuda de un par de niñas castañas de diez y nueve años terminaba de poner la mesa con cierta dificultad, pues las sillas especiales de las gemelas habían quedado muy pegadas entre sí.

—¡Respeta mi espacio personal, hermana!

A pesar del usualmente carácter despreocupado de Luan, la niña frunció el ceño ante el reclamo de Luna, pues no es que le dejara muchas opciones al juntar demasiado su silla de la de ella al punto en que se tocaran.

—¿Ya viste que casi no tenemos espacio? ¿Qué quieres que haga? ¿Qué coma en otra mesa?

—¡Niñas! ¡Dejen de pelear! —les llamó Rita la atención—. Aunque esa idea no es tan mala.

Mientras lo meditaba, Luan le mostró la lengua a Luna, quien digna sólo le hizo un puchero con cierta preocupación. En realidad no quería comer separada de su hermana.

Lori, la adolescente de doce años con braquets y espinillas en la cara, en ese momento entró cargando a una bebé. A diferencia de Lana, que no dejaba de revolverse inquieta en brazos de Lincoln, Lola estaba muy tranquila.

—¿De qué hablas mamá? ¿Algo para tu libro?

—No, digo que no sería malo ir consiguiendo otra mesa para que no estuviéramos tan apretados. En ella podrían comer las gemelas junto con Lucy, Lincoln y Lynn.

—¿Y no les molestará que los dejemos de lado?

Otra niña castaña, pero de ocho años, tras haber estado jugando en el patio trasero, acababa de entrar cargando un balón. Iba dejando huellas de lodo en el suelo, en realidad casi todo en ella estaba sucia, especialmente su playera roja.

—¿Molestarnos qué?

—Que nos dividamos en dos grupos para comer.

—¿Me sentaría con Lincoln?

Lori miró su aspecto tan sucio y descuidado. Definitivamente no querría que ella comiera con los grandes.

—Claro que sí, sucia.

Aniversarios (The Loud House)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ