Doceavo año

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Ya era de tarde. El trabajo y la escuela había terminado, por lo que toda la familia estaba reunida en la sala para celebrar la ocasión.

La expresión de felicidad de los señores Loud al recibir sus presentes fue forzada, pero ni Lincoln ni sus hijas, excepto por una, se dieron cuenta de ello.

—Son... maravillosas. Muchas gracias.

Tras decir eso, Rita sintió como su esposo le presionó el hombro en señal de apoyo.

—Sí, son geniales... mucho mejor que las del año anterior.

Lincoln y Lynn cruzaron miradas satisfechos por su trabajo, igual las chicas. Las tazas de este año habían superado por mucho a su criterio a las anteriores. Lori parecía abochornada.

—Yo... tengo otro regalo para ustedes.

—¿Cuál es, cariño?

A Lynn padre no le extrañaría que se tratara de otra taza. La niña rubia de once años por un momento miró a Lincoln, como si esperara que él le hiciera alguna sugerencia. El niño peliblanco de cinco años que deseaba ver pronto un programa por la televisión que estaba por comenzar, vio el reloj de su muñeca. Lori como siempre agradeció mentalmente que al final sin saberlo, su hermanito le diese la respuesta.

—¡Tiempo de calidad para ustedes dos! Yo me ocuparé de la casa todo el día para que puedan hacer lo que quieran. ¿Qué les parece?

La idea resultaba tentadora para la pareja, más aún así se mostraron un tanto inseguros de la misma.

—Gracias, hija. Pero... creo que primero llamaré al señor Grouse.

Rita le palmeó la espalda.

—Cariño, recuerda lo que pasó la última vez. No creo que el señor Grouse quiera cuidar a todos tan pronto de nuevo.

Ciertamente con el paso del tiempo habían agotado por mucho la paciencia del anciano. Su esposo comprendió lo que quería decirle, por lo que preocupado meditó al respecto. Lori lo intentó una vez más.

—Vamos, literalmente podrían irse a comer o a pasear a algún lugar romántico por algunas horas. Les aseguro que la casa seguirá en pie cuando regresen.

De verdad querían tomarle la palabra. Últimamente se habían sentido más agotados de lo acostumbrado, no es que ignoraran el motivo o, mejor dicho, los dos motivos.

Un llanto irrumpió la conversación, a ese muy pronto se le unió un segundo llanto. Rita estaba por levantarse del sofá, cuando Lori la detuvo.

—Calma, mamá. Iré yo. Leni, ven a ayudarme.

—Cariño —dudó Rita—. ¿No crees que sería mejor que Luna te ayude?

La niña castaña de nueve años se estaba levantando incluso desde antes que la nombraran, pero bastó una mirada de la mayor de sus hermanas para volverse a sentar.

—Mamá, estoy segura que Leni puede ayudarme.

La niña rubia de diez alegremente siguió a Lori. Al retirarse, los padres vieron al resto de sus retoños con duda.

—¿Si los dejamos solos nos prometen portarse bien y hacer caso de lo que su hermana les diga?

Aunque no entendían cuáles eran las intenciones de Lori al haberles hecho esa propuesta, todos asintieron mostrándose de acuerdo. Con especial atención miraron a la pequeña castaña de siete años, quien después de responder que sí y sentir cierta severidad en la mirada de sus padres, Lincoln y sus hermanas, suspiró con fastidio.

Aniversarios (The Loud House)Where stories live. Discover now