Cuarto año

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Rita y Lynn recién comenzaban a agarrar el sueño, cuando los llantos incontenibles de la bebé más pequeña los despertó en el acto, aun así fingieron seguir durmiendo sintiéndose demasiado cansados siquiera para ponerse en pie. Durante un largo momento cada uno esperó que el otro se creyera que seguía dormido y tomara la iniciativa de ir atender a la niña. Desesperada pues la bebé no parecía querer estar en paz, Rita suspiró incorporándose tras rendirse.

—Lynn, sé que estás despierto. Por favor, ocúpate tú de Luan.

Nuevamente se desplomó en la cama tratando de taparse los oídos con la larga almohada. Su esposo gruñó nada contento con la situación, esperó un poco más esperanzado en que finalmente la bebé se cansara y se callara de una buena vez. Rita estaba siendo demasiado paciente, pero presentía que en cualquier momento perdería la compostura. De pronto el llanto se duplicó; pensaron arrepentidos que debieron verlo venir.

La puerta de la habitación se abrió repentinamente, una pequeña niña de tres años se asomó altanera y furiosa.

—¡Mamá, papá! ¡Luna y Luna no dejan de llorar! ¡Cállenlas!

Ambos padres se incorporaron bastante molestos, dándose por vencido en que no lograrían nada ignorando el problema con el que habían lidiado durante el día anterior, mismo que se había estado repitiendo a lo largo de la semana, el mes y en lo sucesivo desde el punto en que Luan nació cuatro meses atrás.

—Danos un momento —replicó Rita con voz cansada a la pequeña Lori mientras se tallaba los ojos—. Regresa a tu habitación, cariño. No dejes a Leni sola. Puede asustarse en la cuna si ve que no estás ahí.

—Leni no está en su cuna.

Tardó un momento en procesar eso. La imagen de la niña de dos años trepando los barrotes y golpeándose contra el suelo consiguió en un instante quitarle el sueño.

—¡Cómo que no está! ¿A dónde se fue?

—Con Luna, la uno.

Lynn terminó por despertarse. De pronto el ruido del llanto se hizo menos intenso.

—Iré a ver a Luan, encárgate tú de Luna y Leni. Lori, por favor regresa a tu cama.

Refunfuñando por lo bajo, la niñita se marchó arrastrando los pies. Rita pensó en protestarle a su esposo que le encargara a dos niñas mientras él se ocupaba sólo de una, sin embargo lo pensó mejor. Leni era fácil de manejar, lo mismo Luna a pesar de contar sólo con un año, por otra parte Luan siendo muy pequeña era la más complicada de calmar; ninguna de sus tres hijas previas había sido tan escandalosa como la última.

Ya intrigada por el comentario de su primogénita, fue a la habitación de la pequeña Luna. Dentro de la cuna que estaba en medio de la habitación, Leni de algún modo se había metido con su hermanita y en esos momentos estaba acariciándole con ternura su cabellito castaño oscuro. Aunque continuase el escándalo de Luan como fondo, Luna se había quedado rendida y dormitaba junto a su hermana mayor, quien parecía satisfecha con los resultados de su esfuerzo. Leni miró a su madre asustada, quizá pensando en que tendría problemas por colarse a la habitación de su hermana.

—¿Qué haces fuera de tu cuna, Leni?

—Luna llolaba. Luan asutó.

—Ya veo. ¿Pero cómo es que tú te saliste de tu cuna?

La niña se encogió en respuesta, sin saber si la castigarían por eso. Dado que Luna ya dormía tranquila, Rita cargó a la mayor arrullándola contra su pecho para hacerle entender que no pasaba nada. Claro está, aunque no se lo diría para que no pensase que estaba bien, se encontraba maravillada por que fuese capaz de moverse ya de esa forma consiguiendo trepar, siendo que Lori a su edad todavía se tropezaba al correr.

Aniversarios (The Loud House)Where stories live. Discover now