2. El 35%

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Andrea acudió al lado de su hermana mayor bajo la mirada de Samuel y Soledad, esta última le dio un codazo a Samuel y dirigió una mirada hacia la mujer.

Soledad: ayúdala-murmuró, Samuel ayudó a levantar a Sofía y la posó sobre el sofá de la sala-yo me encargo de reanimarla, no se preocupe-Andrea daba pasos alrededor del sofá en el que estaba Sofía, no daba crédito a lo que aquel hombre estaba diciendo.

Andrea: debe haber un error, nosotras no vendimos nada, no sabíamos nada-Samuel la miró con el rostro endurecido.

Samuel: el señor Montalvo me ofreció todo, lo tenía en orden para disponer de todo y venderlo como quisiera, todo es legal-Andrea tragó saliva-ustedes fueron las insensatas que depositaron todo en manos de un hombre que por lo que veo las engañó.

Andrea: ¡Es el esposo de mi hermana!

Samuel: pues se ve que no le conocían bien... En vez de encargarse ustedes misma de lo suyo ¡designaron a alguien que las llevó a la ruina!

Andrea: ¿a la ruina? Eso es imposible-Samuel avanzó un par de pasos investigando los lugares de la casa mientras Andrea lo seguía buscando una explicación lógica a todo esto, ambos llegaron al despacho y ella se detuvo al observar la caja fuerte abierta y un trozo de papel blanco sobre la mesa.

Samuel: como le dije, no le conocían bien-apuntó al encajar las señales que Leonardo había dejado, Andrea cogió el trozo de papel y comenzó a leer en alto.

Sofía, Andrea: desde hace un tiempo la fábrica está arruinada, por lo que me decidí a vender todo, coger el dinero y marcharme, no me busquéis. Leonardo Montalvo.

Andrea arrugó la hoja con todas sus fuerzas y sus ojos se cristalizaron, Samuel la observaba detenidamente y cuando iba interrumpir el silencio Soledad ingresó en el despacho.

Soledad: señorita... su hermana despertó... se encuentra muy nerviosa, debería venir-Andrea salió de la estancia y acudió junto su hermana seguida de Soledad y Samuel, se arrodilló frente a ella y agarró sus manos apartándolas de su cara.

Andrea: eh...-la miró con una sonrisa-todo estará bien.

Sofía: me abandonó... como pudo hacerme esto, ¡soy su mujer!

Andrea: lo sé, pero tienes que ser fuerte.

Sofía:-soltó un llanto y sus lágrimas se desbordaron-no tenemos nada, estamos solas, Andrea-la miró con los ojos llenos de lágrimas-¡lo siento! Yo te convencí para darle el poder de la casa...

Andrea: eh, eh-la calmó-nadie sabía que nos iba hacer esto... saldremos adelante, te lo aseguro.

Sofía: pero ¿cómo?

Andrea: eso déjamelo a mí, ¿sí?-miró a Samuel-ve a tu cuarto a descansar, mañana será otro día.

Sofía: pero ya no es nuestra casa...

Andrea: hazme caso, arreglaremos nuestra situación, tú piensa en ti ahora mismo, lo que te está pasando en estos momentos es difícil de asimilar, así que céntrate en eso... del resto me encargo yo.

Sofía: está bien-se levantó poco a poco y la abrazó dulcemente-buenas noches-miró una vez más a Samuel que estaba con el ceño fruncido y a Soledad que la miró con una sonrisa leve, cuando Sofía desapareció por las escaleras de la casa Samuel avanzó.

Samuel: no se pueden quedar aquí, tienen que irse, esta es ahora mi casa.

Soledad: ¡Samuel!-le llamó la atención, Samuel se giró y la miro con el rostro endurecido.

Samuel: ¿Qué? Es cierto-Andrea respiró hondo-Ahora es nuestra casa.

Andrea: necesito saber cuál es nuestra situación...

DULCE AROMAOnde histórias criam vida. Descubra agora