Cuando el estudiante de marketing Dave Brown recibe la aceptación para realizar sus prácticas en una de las mayores empresas de mercadeo y publicidad del país, no imagina que se encontrará cara a cara con el enigmático CEO de la compañía, Max Willia...
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Dave POV.
Mis ojos se abren poco a poco, pero los oculto detrás de mí muñeca cuando la luz me impacta y me deja ciego unos segundos hasta que ya me acostumbro a ella. Me levanto un poco pegando mi espalda a la cabecera de la cama, estoy desorientado y somnoliento. La luz que se cuela por el ventanal ilumina la habitación. Por lo último que recuerdo, sé que estoy en la casa del señor Williams, de Max.
Me levanto de la cama apartando las sabanas de seda, blancas. Solo llevo unos bóxer blancos, recuerdo quitarme la ropa anoche. La cama es tan cómoda que no he tenido mi dolor de cuello diario.
¿Dónde estará mi ropa? Repaso la habitación buscándola y recuerdo que la coloque sobre la pequeña mesa al lado de la cama. Me coloco la camisa, el pantalón y termino de colocarme los zapatos, tomo mi reloj de la mesa de noche y me lo encajo en mi muñeca.
Salgo de la habitación y me encuentro con un amplio pasillo. ¿Dónde estará Max? Camino a lo largo del pasillo girando hacia un costado, bajo las escaleras encontrándome con la sala. No se escucha a nadie, la casa aparentemente está sola. Voy hacia la cocina para ver si lo encuentro, y no está. Paso por el comedor y tampoco lo veo.
Sigo recorriendo varias puertas y no aparece por ningún lado, no hay rastros.
Una pequeña melodía llega a mis oídos, proviene de una puerta junto a la lavandería. La abro y entro en el cuarto. Es un gimnasio personal. El volumen de la música aturde, 7 Rings suena tan alto que los espejos en dos de las paredes del cuarto vibran. Me tapo los oídos, ubico el reproductor de música, lo apago y la paz inunda el lugar.
Camino y me paro frente al espejo veo mi apariencia demacrada, acomodo mi camisa y peino mi cabello, está un poco graso porque no me he duchado hoy.
Volteo y me acerco al estante, con cuerdas, mantas, pesas de distintos colores y formas. Hay maquinas por doquier pero organizada de tal manera que deja el centro libre. Pero igualmente en el gimnasio no hay rastros de él ¿Dónde se habrá medito Max? Porque es obvio que estuvo aquí, ¿Saldría a algún lado?
Camine a un costado donde esta una maquina con cuerdas por curiosidad, tomo una de estas y tiro fuerte pero el contrapeso ni se movió.
—¿Te ayudo?
—¡OH POR DIOS! —exclamo, literalmente salte del susto. Mi corazón late fuertemente, llevo una mano a mi pecho sintiendo los latidos erráticos.
—Me asustaste —digo tomando aire pausadamente tratando de controlar mi reparación. Inhalo y exhalo hasta que logro calmarla. Levanto la vista y desee no hacerlo. Max estaba transpirando, las gotas de sudor hacen que su cabello azabache se pegue a su frente.
Su cuerpo esbelto cubierto de esa capa brillante. Su camisa y pantalón deportivo corto se adaptan perfectamente a su silueta. Me mira con una sonrisa traviesa.
